La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

lunes, 30 de agosto de 2010

Photoholic

Volvía en el tren, cuando decidí agarrar el texto de Celia Güichal para empezar mis nuevas notas de lectura.

Pensé en el viaje y su difusión digital. El volver para contar, para escribir, no es más o menos importante que el volver para mostrar las fotos. Se reúne la gente en las casas amigas, prenden la compu (ya ni siquiera están impresas) y empiezan a pasar 1, 2, 3, 40, 132, 380, 415, 749, 800…

La necesidad de tener una cámara en la mano es casi incomparable. Estás a punto de salir del hotel y viene la revisada general “Tengo la cámara, los documentos, el dinero, las llaves, ropa por si llueve, comida…” Indiscutible su primer lugar. Además, si contamos que estuvimos en París pero no mostramos la foto en la Torre Eiffel ¿quién nos va a creer?

Lo mismo pasa con el Facebook “Ana Novatti ha sido etiquetada en 425 fotos del álbum <>” ¿Cómo no subir LAS fotos que te sacaste en EL viaje? Aunque el viaje haya sido de acá al jardín de mi casa. La necesidad de que estén subidas en internet, de que todos puedan verlas, comentarlas, ¿envidiarlas?, compartirlas. Si no aparecen en Facebook, My Space o algo así ¿Quién nos va a creer que viajamos?

Y esto me lleva a un lugar totalmente distinto, me lleva a las fotos de Abu Ghraib. Esas horribles imágenes de soldados torturando gente en la prisión, posando orgullosos como si fuera Mickey a quien tienen junto a ellos. Demuestran que estuvieron ahí, que disfrutaron el viaje, que están felices de su paseo por las cálidas tierras, pero usando personas, con sentimientos, derechos, virtudes, defectos, familia como excursiones. Una cosa es estar parado haciéndoles lo que sea que les hagan, pero otra muy distinta es verte en una pantalla sonriendo y encima enviar las fotos a tus conocidos para que ellos también vean qué hiciste en tu viaje, pero es que sino ¿Quién te va a creer que estás protegiendo a tu país?

Definitivamente, creo que llegó la era del photoholic.

Martin Luther King - I have a dream (Agregado de la nota de Campbell)

“Martin Luther King según Campbell”


“I have a dream that one day on the red hills of Georgia, the sons of former slaves and the sons of former slave owners will be able to sit down together at the table of brotherhood.”
M.L.K.

Cuando empecé a leer el texto de Campbell, las primeras cosas que dieron vueltas por mi cabeza fueron los sueños. Por alguna extraña razón me dejo influenciar mucho por ellos, cuando tengo pesadillas, de esas que te despertás y querés llorar no de miedo, sino que de tristeza, generalmente no tengo un buen día. Me quedo apagada o tildada pensando en por qué llegué a soñar eso, y en qué me querrá decir mi inconsciente.

Seguí pensando en la palabra “sueños” y así vino a mi cabeza de golpe “I have a dream” la frase con la cual se “nombró” a un discurso de Martin Luther King. Casi inmediatamente intenté clasificarlo dentro de los parámetros de héroe dados por Campbell. Para eso, investigué un poquito…

“El héroe inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales”

Martin Luther King, Jr era hijo del pastor baptista Martin Luther King, Sr. y de Alberta Williams King, organista en una iglesia. Desde muy chico estuvo en contacto con la segregación, ya que cuando tenía 6 años dos amigos le dijeron que “no estaban autorizados a jugar con el” Cursó sus estudios en Sociología en Morehouse College, una universidad reservada a los jóvenes negros.

Me acordé de mi abuelo. El vivió en New York desde 1955 hasta 1960 aproximadamente con mi abuela, mi mamá y mis tías. Me contó una vez que cuando había una casa en venta en los barrios “lindos”, se juntaba un grupo de afroamericanos y entre todos la compraban. Inmediatamente la manzana perdía el valor que tenía y las propiedades pasaban a valer muchísimo menos. Casi increíble, si no fuera porque es verdad.
En 1953 se casó con Coretta Scott, matrimonio del cual nacen cuatro hijos.

“Se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva”

Convertido en Pastor Baptista, en 1954 se hizo cargo de una iglesia en la ciudad de Montgomery, Alabama. Y como si el destino lo hubiera querido así, se enfrentaron el héroe y la adversidad: el gran activista de los derechos civiles se encontraba nada máas y nada menos que en el sur de los Estados Unidos, caracterizado por la violencia hacia las personas de color con abusos que llegaron incluso a matar a algunos de ellos.

En 1955 Rosa Park, una mujer negra, se negó a darle su asiento un hombre blanco en un colectivo, situación que causó una gran conmoción, comenzando así “El boicot de los autobuses” el cual resultó en una tensa campaña que duró 382 días y que tuvo como saldo no sólo el arresto de M.L.K. sino también el ataque a su casa, la de otro pastor y algunas parroquias con bombas. Finalmente, el 13 de noviembre de 1956 la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró ilegal la segregación en los autobuses, restaurantes, escuelas y otros lugares públicos.

Ese fue el inicio de una carrera de defensa y lucha contra la discriminación, la cual puso en peligro su vida constantemente, incluso fue acusado de comunista (pecado capital para la época teniendo en cuenta el contexto de la Guerra Fría) pero a pesar de todo, el siempre mantuvo métodos pacíficos, inspirándose en la figura de Mahatma Gandhi y en la teoría de la desobediencia civil no violenta de Henry David Thoreau.

Algunos logros:

-Formó la Conferencia Cumbre de los Cristianos del Sur para luchar contra la segregación racial y lograr derechos civiles para la población negra.

-El acuerdo de Birmingham, gracias al cual terminó la segregación en escuelas, restaurantes y tiendas y se contrató a las personas de color.

-Se llevó a cabo la demostración civil más concurrida en la historia, con la participación de más de 250 000 personas en la ciudad de Washington. Ahí da su discurso “I have a dream”

-Fue premio Nobel de la Paz.

-Se mudó a Chicago para atraer la atención sobre las condiciones de vida de los pobres en esa ciudad e inició una campaña para terminar con la discriminación en lo referente a vivienda, empleo y escuelas.

“El héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos”

El 4 de abril de 1968 M.L.K. es asesinado en Memphis. Y ahí, es cuando el vuelve a casa. Cuando el héroe regresa “el bien que trae restaura al mundo”

Si tuviera que decir si es un héroe de cuento de hadas o del mito, tendría que hablar del segundo. Logra un triunfo macroscópico, histórico-mundial.

Creo que es la muerte de M.L.K. lo que definió su lucha. Yo me quejé en mi proyecto narrativo del modo en que, a algunos muertos, sólo por su condición de no vivientes los glorifican. Y pienso en él, y busco como se recordó su muerte y encuentro cosas que todavía no entiendo: En 1973 Illinois es el primer estado que conmemora el día de Martin Luther King. Diez años después, El Congreso aprueba la propuesta de ley para conmemorar a nivel nacional el día de Luther King y el Presidente Reagan la confirma y antes de terminar la década de los ’80 ya se había determinado el tercer lunes de enero como día festivo nacional en su honor y dicho festejo fue adoptado en ese momento, sólo en 44 de los 50 estados. Ya casi en el año 2000, 22 años después, Nueva Hampshire es el último estado en adherirse a la conmemoración oficial.

Y pensar que ahora, su presidente se llama Barack.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El lugar donde escribo (dicho sea de paso, el menos estratégico)

Si pudiera elegir dónde sentarme a escribir (a máquina) jamás erigiría mi computadora.

El día en que el cielo se abra y de él descienda una notebook, netbook o lo que sea, no dudaría en tirarme en la cama, el sillón, en el jardín, plazas, parroquia, o cualquier otro lugar. Podría irme a donde quisiera.

Pero, como soy una simple mortal con una computadora por partes, el único lugar que tengo es el pasillo. Sí, el incómodo, concurrido, con poca luz, pasillo. Ojo, no es cualquier pasillo, es el pasillo que tiene la biblioteca más grande de la casa, el más largo, es el pasillo que termina nada más y nada menos que a un metro y medio del horno.

¿Qué significa esto? Que escribo prácticamente en la cocina.

He aquí el problema número uno: Todo el mundo pasa a la cocina a buscar algo, porque la cocina a su vez conduce al lavadero y al jardín.

Problema número dos: Cuando mi mamá no está trabajando, está preparando clases (en la mesada de la cocina) y cuando no está trabajando o preparando clases… Está cocinando o hablando por teléfono. Ahí es cuando me pongo los auriculares, por más que no esté escuchando música, sólo para demostrar que necesita silencio, e intento seguir.

Pero no, no hay auriculares que detengan a una madre cuando tiene ganas de hablar. Porque te mira y te dice

-¿Estás trabajando?

A lo cual asiento con la cabeza

-Bueno te dejo, tranquila, ¿o me podés escuchar un ratito?

Me saco los auriculares esperando escuchar algo como “Quería avisarte que mañana no hay subtes” o “Acordate que tenés turno con el dentista” pero no…

-No sabés lo que hizo hoy tu abuela- lanzo una mirada fulminante -ah, perdón, estás ocupada.

Pero en cuanto me puse los auriculares escuho:

-Bueno, te cuento, cuando llegué hoy a la casa...

Y ahí estoy yo, intentando hilar dos palabras con sentido, conjugar relativamente bien los verbos y ocupándome de las tildes para encima fingir que escucho, me intereso y me enojo por lo mismo que ella.

-Ma ¿me bancás un toque que ya termino y hablamos?

-Claro, claro.

Pero ni lenta ni perezosa, en cuanto amagás a ponerte los auriculares otra vez:

-Y encima cuando llego a casa ¡me llama!

Claramente, el mensaje de que estás escribiendo no le llegó, por lo que la segunda mirada fulminante aparece.

-Uh bueno, está bien, te dejo.

La tercera es la vencida, auriculares en mano, miro la pantalla, busco dónde me había quedado, y sigo.

Pero como no todo es tan fácil, suena el teléfono, ubicado también estratégicamente junto a la compu para poder chatear, hablar por teléfono y cocinar a la vez.

-¿Qué? ¿Tampoco podés atender el teléfono?

lunes, 23 de agosto de 2010

¡Me había olvidado de Pratt!



Estuve buscando la biografía de Mary Louise Pratt pero mucho no encontré, sólo algunos recortes de información desparramados por la red.
Nació en Listowel, Canadá en 1948. Se licenció en literatura y lengua en la universidad de Toronto. En 1975 obtuvo la maestría en lingüística en la Universidad de Illinois y un doctorado en literatura comparada en la Universidad de Stanford. Es reconocida por sus estudios en el campo de la lingüística y los estudios sobre el feminismo, la cultura y la teoría poscolonial en América Latina.
Mientras leía su texto “Ciencia, conciencia planetaria, interiores”, además de por estar citada en él me hizo acordar mucho a “En una metáfora viva” ya que en él Pratt hace hincapié en dos acontecimientos específicos: La publicación de Systema Naturae y el lanzamiento de la primera gran expedición científica de Europa, que pretendía determinar la forma exacta de la Tierra y su relación con la escritura.
Mary Louise dice que de hecho en ése aspecto la expedición La Condamine fue un éxito “Los textos y los relatos que la expedición produjo circularon por Europa durante décadas, en circuitos orales y escritos” Se toma por ejemplo el caso de Bouguer, un matemático que fue el primero en volver y en presentar un informe ante la Academia de Ciencias Francesa. Lo que más llamó la atención fue la voz del texto la cual empezó siendo la de un científico, correcto y estructurado, pero que después se fue entrelazando con una historia de sufrimiento y privaciones.
Los distintos protagonistas de la expedición narraron de manera diferente sus historias, como por ejemplo el relato que presentó La Condamine en 1745, no está escrito como un informe científico, sino más bien en el estilo de la literatura de supervivencia. Por otro lado, el relato más extenso fue el de dos capitanes españoles Juan y Ulloa, escrito, según lo define Pratt, como una “descripción cívica. Prácticamente desprovista de anécdotas, el libro es un enorme compendió de información sobre muchos aspectos de la geografía española colonial y de la vida colonial española”
La Condamine es el punto de partida de lo que será la exploración y documentación de las tierras interiores continentales como un instrumento de expansión Europea.
El segundo acontecimiento importante es la impresión del libro de Carl Linneo “Systema Nature” creación que influenciaría no sólo los viajes y los diarios de viaje…
El esquema del autor ponía orden en el caos de la naturaleza como de la botánica y esto se perfeccionó con la impresión de sus otros dos libros. Cuando su taxonomía se afianzó, sus discípulos se lanzaron a recorrer el mundo. “Los viajes y la literatura de viajes jamás volverían a ser los mismos. En la segunda mitad del siglo XVIII, todas las expediciones, científicas o no, y todos los viajeros, científicos o no, tuvieron algo que ver con la historia natural.” Esta situación dio lugar a que naciera la “literatura de la naturaleza”
Es en estos puntos donde se cruza Pratt con Güichal.
Para empezar, podríamos calificar los viajes realizados por La Condamine y Carl Linneo como metáforas vivas ya que “si tienen la capacidad de despertar esas fuerzas que impulsan algún tipo de movimiento, significa que es una metáfora viva”
El hecho de narrar, de cómo luego de las expediciones en busca de la verdad sobre la Tierra, se tomaron distintas maneras para contar su “haber estado allí”, del mismo modo que las expediciones científicas cambiaron la manera de escribir. Igualmente, creo que el papel protagónico, es el del poder. Eco dice “el relato, la relación, la narración son connaturales al viaje y, de algún modo, la condición de existencia de un viaje residiría, en parte, en la posibilidad de ser narrado. No sólo de ser narrado: también de ser escrito. No sólo de ser escrito: también de ser leído” muy de la mano con lo dicho por Pratt al decir que todo viaje implica nombrar, y que ése es un acto violento, ya que todo lo que no entra en las clasificaciones significa caos, por ende quién llegue primero y tenga la oportunidad de escribir sobre algo nunca visto, de clasificarlo y de nombrarlo, podrá acceder a una posición privilegiada.
Entonces nos ponemos a ver estas distintas miradas de viaje, donde en realidad lo único que esta en juego es el poder, es el acumular, el dominar quizás, incluso cuando nuestros viajes son de turismo ¿acaso no somos los dueños del lugar y muchas veces actuamos irrespetuosamente? si total, somos blancos, o somos de capital, o somos casi casi hijos de Dios ¿Por qué no habríamos de hacer lo que queremos?

miércoles, 18 de agosto de 2010

Proyecto narrativo (segunda versión)




-Papá, papá
-¿Qué?
-Alguien llame a un médico
-¿Para qué?
-¿Qué pasó? (portugués)
-Nada señora, siga caminando (portugués)
-¡Rubén, reaccioná!
-¿Que reaccione de qué? ¿Qué te pasa Cármen? Pará de llorar, querés.
-Permiso por favor. Yo soy médico. ¿Hace cuánto está así? No tiene pulso, que apuren la
ambulancia (portugués)
-¿Cómo que no tengo pulso? Señor, si yo no tuviera pulso no estaría hablando. No, no, aléjese de mis ojos, ¡no me los cierre! Cármen, me hacés el favor de decirle a este hombre que me deje en paz, que me bajó un poco la presión y nada más.
-¡Rubén volvé! No me dejes ¡volvé!
-Pobre hombre, era bastante joven para morir.

No. No hablan de mí. Debe haberse descompensado alguien más por ahí. A mi nada más me bajo la presión, si yo le dije a Cármen que me iba a sentar a los asientos. Se están equivocando, está todo normal salvo porque alguien me cerró los ojos hace un rato y no puedo volver a abrirlos. Me pica la nariz, y no puedo rascarme, escucho voces y no puedo hablar.
No. Si yo estuviera muerto, estaría en algún lugar, con la luz blanca, en el cielo, en el infierno o reencarnado en mariposa. Pero estoy acá, hablando conmigo, así que no puede ser esto ¿muerto, yo? ¡Pero por favor! No es que me crea invencible, ni dios, pero morirme en medio de mis vacaciones en Brasil, no está en mis planes.
Todo esto podría ser un sueño del cual en un rato me voy a despertar en la habitación del hotel, me voy a asomar por la ventana y voy a ver el hermoso mar… Quizás me desmayé y esto es lo que pienso mientras tanto, aunque de todas las otras veces que me desmayé en mi vida, no me acuerdo de nada. Esas son las únicas opciones que barajo, nada más. Pero por favor, ¿muerto, yo? Si yo estuviera muerto no volvería a comer ravioles caseros, no podría ir mas a la cancha, no podría juntarme en un asado con mis amigos, no podría leer el diario al sol. Y significaría que me quede sin ir a Europa, sin conocer Ushuaia, sin mi fiesta por los 60 años, sin cambiar el auto, sin gastar todo el dinero que tengo ahorrado, sin probar algunas mujeres… significaría que de ahora en más hasta un paté sería mas activo que yo. Pero como todo esto que estoy pensando no va a pasar porque yo no me morí, me quedo tranquilo.

En el hipotético caso en que algún santo se haya equivocado y venido a buscar antes de tiempo o un ángel o la parca ¿no podría arreglarse un retorno? A ver, a Víctor Sueiro le dieron varias chances ¿Qué tiene él que no tenga yo?
Siento que me mueven, ¿A dónde me llevan? No quiero que me muevan sin que yo decida a dónde. ¡Alguien puede hacerme caso! Es Rubén Juárez el que les habla, carajo. ¡Ábranme los ojos de una vez!

-Es el muerto del aeropuerto, gringo nomás. Se llama Rubén Juárez. (portugués)
Pero, cómo… ¿el muerto, era yo?
Yo no me quería morir, no puede ser ¿Quién decide quién si y quién no? ¿Tantos viejos dando vuelta y me matan a mi? No quiero estar acá, me quiero ir, llévenme a Argentina, a mi casa, este no es mi país, ¡yo no quiero estar acá!

Claramente no puedo ver mi reloj, capaz ya ni lo tengo, así que no sé cuánto tiempo pasó. Escucho voces en portugués, asumo que sigo en Brasil. Los médicos hablan entre ellos. Parece que no soy un tema fácil. Mi familia me quiere llevar de vuelta, pero la burocracia tiene que hacer lo suyo. Esto de tener que llevarme, va a estar complicado. Van a venir de la Embajada para hacer el papelerío correspondiente, pero si es tan riguroso el control que les hacen a las valijas, no quiero ser yo cuando tenga que pasar por la PSA.
Me siento más manoseado que en la línea C a las ocho de la mañana. Menos mal que no veo qué es lo que hacen, porque con sentir me alcanza. Palo y a la bolsa dicen. Esto es bolsa y a la heladera.
Creo que ya es otro día, porque pasaron muchas (supongo que horas) en silencio, y de repente las personas se dicen “bom dia”. Hablan de la esposa del gringo, así que supongo que la esposa es Cármen y el gringo soy yo. Dicen que ella se queja, que se quiere ir y que quiere que yo me vaya también. Ellos se ríen, no depende de ellos. Depende del papeleo.
Otra vez silencio. Solo me escucho a mí hablando sin parar. De a ratos entra gente, pero la mayoría del tiempo, hay silencio. Definitivamente las morgues (si donde estoy es una morgue) son lugares tranquilos.

Alguno de los que esta allá arriba, me va a decir qué van a hacer conmigo. Porque me tienen acá, hablando como un loco sin un destino sin saber qué va a pasar conmigo ¿Por qué no me mandaron al cielo? Yo tengo la conciencia tranquila, no fui mal tipo, es verdad que embromé a dos o tres personas, y que hombre de una sola mujer no fui, ¿pero qué tiene de malo ser egoísta, manipulador, tacaño? Yo no soy ningún cualquiera al cual pasar por encima, antes, te aplasto yo. Es la ley de la selva, y yo la respeto.


El silencio se quebró. Escucho llantos ¿por qué habrían de llorar los médicos?
-Eu não sou um médico.
- Quem é você?
-Me llamo Carlos y estoy esperando que me vengan a buscar. (en portugués)
-¿Qué te busquen de dónde? (en portugués)
-De acá, de la morgue. (en portugués)
-¿Vos estás muerto también? (en portugués)
-Sí. Desde hace un rato. Me suicidé. (en portugués)
-¿En serio? ¿Y por qué? (en portugués)
-Porque sí. No quería seguir más allá. No la estaba pasando bien. (en portugués)
-¿Y por qué llorás? (en portugués)
- Porque me di cuenta que voy a extrañar a mi nieta. Su risa, verla dormir, llevarla a la plaza…
Me pregunto si la volveré a ver. (en portugués)
No quise seguir hablando. Preferí dejarlo reflexionar tranquilo. Mientras tanto, yo pensé en mi nieto. ¡Qué lindas las maestras del jardín! Sí que daba placer ir a los actos, salvo por el ruido de los mocositos pero sino ¡mamita qué mujeres! Decí que no podía arriesgarme, era muy peligroso, Cármen podía enterarse… ¡Como cuando me encontró con la morocha de la oficina! Que minón ¡por dios! No sé cómo aguanté tanto tiempo, porque a la tercera semana que apareció con esas polleritas cortas, me tuve que poner en acción. Ese día Cármen sí que me gritó…

Silencio otra vez. Me imagino que hará frio, en las morgues siempre hace frio, si nos tienen como freezados. Estoy empezando a tener algunas dudas, y ningún ser celestial parece querer contestarme ¿Desaparecerá mi capacidad de sentir? ¿Dejaré algún día de amar, o de tener miedo? Si ahora escuchara un cd de los Beatles, ¿me haría sentir algo, una mínima emoción? ¿Me calentaría si la viera a la morocha otra vez?
-Gringo, me vinieron a buscar. Quizás algún día nos volvamos a cruzar. (en portugués)
-Nunca se sabe Carlos, nunca se sabe. (en portugués)
No sé si volveré a cruzarme a Carlos o no, o de hacerlo donde será, pero bueno, si acá pudimos hablarnos, quizás en otros lugares también.

El silencio se quebró. Escucho a Carmen, a médicos y ruido a metal. Alguien abre este lugar donde estoy.
-Rubén, yo me voy para Argentina. Mi vuelo sale esta noche. A vos no te queda mucho más tiempo acá, ya vas a estar en casa. Te lo prometo.
Sentí en mi frente un beso, o creo que eso fue un beso, o vaya uno a saber qué. Escucharla a Cármen me hizo pensar en que la hice llorar varias veces… Pero ella sabía como era yo, y si tanto le hubiera molestado, me podría haber dejado. Igual, yo siempre fui muy respetuoso, nunca me involucré con sus amigas ni con gente conocida, más que nada porque pueblo chico-infierno grande. Y eso que encima de todo la hermana de Cármen era la Marilyn Monroe de José Mármol y yo de piedra nunca intenté nada, todo un caballero la verdad.
Entre tanto silencio y pensar y repensar en lo que hice y dejéde hacer, me di cuenta que ya no duermo. Parece que cuando uno muere ya no necesita dormir más. ¿Para qué dicen “descanse en paz” si no descanso? No hago otra cosa que pensar y pensar y más pensar en vaya uno a saber cuántas cosas. No se descansa así, uno no está tranquilo, no está en paz. Lo único gratificante, es el silencio. Nunca soporté la capital, realmente. El poco tiempo que viví allá fue una tortura, el ruido, la gente, los autos, protestas, TODO me molestaba. Pero ahora, el silencio me hace acordar al de casa. Al de los domingos a la tarde, o alguna que otra noche de verano, pero más aún las solitarias noches de invierno. La calle vacía, la niebla cubriendo todo, de vez en cuando algún ruido, pero nada más que eso. Eso es lo que voy a aprovechar de estar muerto, el silencio, aunque debe haber otras cosas también. No tener que festejar más Navidad, porque realmente me cae mal. Muchos compromisos, que hay que ir a tal lugar, llevar tal cosa, llamar a todos los que no llamás durante el año y encima de todo ir a Misa. La tecnología, que todos los días avanza y yo estoy atascado. La inseguridad, no poder salir tranquilo a la calle, sino que mirando a todos lados. Los shoppings, los compre ya. Los vendedores de música en el tren, como me irritan. Realmente insoportables. Cómo olvidarme del trabajo, que bueno no madrugar más (aunque ahora no pueda dormir tampoco) no escuchar quejas estúpidas ni tener que rebajarme ante estúpidos. Eso sí que trae paz. Si estar muerto significa no tener más compromisos con nadie y hacer lo que se me cante, definitivamente, morirse no seria tan grave.

Ya no se cuánto tiempo hace que estoy acá, creo que algunos días ya pasaron desde la vez que Cármen me dijo que se iba ¿Qué tan difícil es llevar un muerto desde Florianópolis hasta Buenos Aires? Llevan vivos todos los días, llevan perros, valijas, muebles, autos, droga y mil cosas más. Pero parece que los muertos somos mas difíciles. Ni siquiera sé por qué, no nos quejamos como los vivos, no llamamos a la azafata cada dos por tres, no nos molesta dónde nos pongan, porque aunque nos moleste no hay nada que podamos decir. Ahora que me doy cuenta, todavía puedo sentir, siento enojo, siento odio quizás, siento ganas de estar en casa. Tanto Tango 01 para el presidente y si un simple ciudadano se muere acá nomás, ni siquiera en otro continente está varado por días.
Los médicos apenas hablan de mí, se preguntan lo mismo que yo ¿Cuándo se va el gringo?

Hoy, sin saber cómo ni por qué, alguien vino y abrió mi puerta. Me sacaron me manosearon un poco y supe que iba a pasar. Iban a guardarme en un cajón para llevarme. Pensé en éste momento también. Llegar a casa significa llegar en un cajón de madera. Significa que voy a tener un velorio, un entierro y que ahí me voy a quedar. No puedo hacer nada al respecto, sólo pensar.
Me sacaron la bolsa en la que estába metido. Siento algo raro en la piel, ni fría ni caliente, la siento… ¿la siento? Momento de confusión. No sé qué me espera, si sé en realidad, no se cómo lo voy a tomar. De la única manera que tengo en realidad, en silencio.
Me levantaron, hicieron falta varias personas. La verdad que un cuerpo de 80 kilogramos de peso muerto (realmente muerto) y totalmente tieso, es difícil de mover. Me llevaron en camilla hasta una ambulancia. El viaje de vuelta empezó.
Cuando se detuvo me pareció raro no escuchar el ruido de los aviones despegando, supongo que en avión me llevarán.
Camilla otra vez. Dudo de saber a dónde me están llevando.
-¿Qué le hacemos? (en portugués)
-Lo mínimo, lo mandamos hoy a Buenos Aires. (en portugués)
-¿Maquillaje? (en portugués)
-No no, con la ropa y que lo retoquen un poco está bien. (en portugués)
Ya se dónde estoy: En una funeraria. Tonto Rubén ¿creíste que ibas a viajar desnudo? ¿Y de dónde pretendías que sacaran el cajón?
Manoseos otra vez. Espero por lo menos hagan que me vea bien. Un tipo pintón como yo no puede estar el día de su velorio hecho un desastre.
-Ya terminamos, lo guardamos en el cajón y listo. (en portugués)
Esa frase me recuerda a mi mamá: “Guardá tus juguetes en el cajón” “Guardá tu ropa en el cajón” “Sacá dinero del cajón” Toda una vida poniendo y sacando cosas de cajones y ahora soy yo al que van a guardar y vaya uno a saber por cuánto tiempo.
Otra vez me levantan. Otra vez me guardan. Incluso me ponen tapa. Ya no escucho nada de nada. Este es el silencio real. Ya no sé que va a pasar conmigo, no me voy a enterar de nada. ¿Volveré a escuchar una voz alguna vez?
Me mueven, me muevo, siento que me tambaleo. Quizás sienta el despegar del avión en el estómago. O quizás solo se siente cuando el estómago funciona.
El silencio grita en estas paredes de madera. Ya no quiero escucharme, un rato está bien, reflexiono mientras tanto, pero ya llevo días así y no sé cuánto tiempo más quiera pensar. Si me morí, por qué no me muero de una vez. Que mi cerebro deje de funcionar, no sé cuánto tiempo más aguante… Yo algunas cosas me acuerdo de cuando tomé la primera Comunión, como el Padrenuestro y otras giladas, como que existe el cielo, y como existe el cielo, existe el infierno. Mi catequista nos torturaba con el eterno rechinar de dientes que no se lo que es, pero me imagino que toda la vida rechinando los dientes me va a doler. Igual, por que habría de ir al infierno, si fui un tipo como cualquier otro, ni más ni menos.
Me vuelven a mover. Sigo sin saber en dónde estoy. Nunca me dí cuenta si subí o no al avión, así que quizás siga en Brasil. Están abriendo la tapa o al menos eso creo escuchar, ¿qué pasa?
-Uh, éste señor lleva días muerto
Estoy en Argentina, llegué de una vez por todas.
-¿La familia querrá cajón abierto o cerrado? Para que sea abierto el velorio tiene que ser ya. ¿Sabés si ya tienen lugar para el entierro?
-La viuda está por llegar y nos dice que decidió la familia.
-Recién hablé con la señora Juárez, dijo que ya tienen dónde enterrarlo y que el velorio va a ser de medio día nada más.
-Bueno, empecemos entonces.
Otra vez el manoseo. Por un segundo me abrieron los ojos, no pude ver, pero sentí luz. Hacía tanto que no la sentía, cuando morís la oscuridad es abrumadora. Como el silencio.

Ya estoy vestido, con bolsas de café alrededor, flores en las manos y maquillado. O al menos eso supongo, creo que es el combo mínimo de las funerarias. Me sacan de donde estoy acostado, supongo que para guardarme en el cajón definitivo.
Me mueven, no lo siento mucho, pero lo sé. Lo que no sé es cómo explicar las cosas, realmente si son por sextos sentidos o qué, pero sé las cosas sin verlas, sin sentirlas y a veces sin escucharlas. No lo dudo, estoy ya en la sala de velatorios.
-Rubén, por fin te vuelvo a ver. Estás tan lindo, si te levantaras, me casaría de vuelta con vos.
-Cármen, acá estoy. Te extrañé yo también.
-Yo se que no estás acá, o que estás en otro lugar mejor. Pero quiero que sepas que te amo mucho, y que te voy a extrañar muchísimo.
-La verdad que tus ravioles no se comparan con nada, como voy a extrañar que me cocines, que me planches la ropa, el desayuno en la cama.
-Para mi fuiste un gran marido, padre y abuelo. Siempre estuviste cuando te necesitamos y trabajaste para darnos lo mejor. No lo olvides nunca eso.
-Tenés razón, que gran marido, padre y abuelo. QuÉ afortunados fueron, se que fui un gran ejemplo para todos.
-Ya nos volveremos a encontrar Rubén, algún día, en algún lugar.
Ahora hay mucho ruido. Acostumbrado al silencio, el ruido me duele. Las voces se mezclan, no reconozco ninguna. Quizás cuando se acerquen sí lo haga.
-Papá ¿Qué hiciste? Sólo a vos se te ocurre morirte en Brasil. Ya tan cerca de tomar el avión. Que tipo jodido eh, vos no vas con vueltas fáciles. Te voy a extrañar papá, no quería que te fueras tanto tiempo antes. Fuiste muy bueno conmigo, me ayudaste muchísimo y parte de la mujer que soy, es por vos. Todavía no sé si lo voy a traer a Lucas, es chiquito el. Pero no sabés cómo te extraña también. Te quiere muchísimo. Cuidate mucho papá. Y cuidanos a nosotros desde arriba.
Mi chiquita, que linda. Ya está hecha una mujer. No puedo creer que ya no la vea más, y no puedo creer que el imbécil de su marido seguramente se lleve todas mis herramientas… Si dios se apiada de este pobre viejo, y me deja ir para arriba voy a cuidarte como me pedís y si puedo hacer algún tipo brujería para que el tipo ese no se afane mis cosas, mejor todavía.

Algunos se acercan y puedo reconocerlos, está Don Juan el vecino de la vuelta, Sebastián mi amigo de la vida, desde la primaria juntos. Escucho que mi jefe me mandó una corona. Esa voz, me suena… ¡El hijo de puta de Pedro vino también! ¿Después de haberme estafado tiene la cara venir acá? Si pudiera, me reventaría a molerlo a golpes. ¡Vino la morocha! ¿habrá traído su pollera?
¿Qué van a hacer qué? ¿A rezar un decenario? ¿Por mi alma? Si estoy condenado a éste cajón, a hablarme sin parar durante toda la eternidad. Dios me jodió a mí, no le caigo bien y me encerró acá ¿Qué hacer cuando no hay nada para hacer? Todo muy lindo con no ir a trabajar ni a lo de la mamá de Cármen otra vez, pero ya no puedo más. Y aunque no pueda, no sirve de nada, si total, es todo lo mismo. Monotonía del más allá.
Ya me cansé, no sé si los muertos se cansan pero me cansé. No quiero rezos, no quiero saludos, no quiero el pésame de nadie, me quiero ir, me quiero ir a cualquier lugar, pero me quiero ir. No aguanto más. Por favor, ya no quiero estar acá…
La dinámica está cambiando, se está haciendo silencio, algo importante va a pasar. La gente murmura que nos vamos ¿será verdad? ¿Ya llegó el momento del entierro? Yo no sé nada, no tengo reloj, no entiendo los tiempos, creo que me morí hace meses, que llegué a la Argentina hace semanas y que mi velorio duró días. Pero debo ser yo, que exagero.
Otra vez no escucho nada. Deben haber cerrado el cajón. Ni siquiera sé dónde voy a estar enterrado, si es un lindo día o qué. Me mueven, pero no sé si estoy en un auto o si estoy bajando al pozo que será mi hogar de acá en adelante.
Por favor, la desesperación me está matando, no quiero estar más acá, no puedo más, no sé a quién rezarle, no se a quién pedirle ¿acaso nadie se apiada de las almas? Por favor, si hay alguien ahí arriba, ahí abajo, quién sea, que me lleve, no puedo soportarme una eternidad hablándome a oscuras, sintiendo quizás a los gusanos entrar. No puedo, no quiero, por favor sáquenme sáquenme. Yo no soy mal tipo, yo no quiero estar acá, no puedo concebir una eternidad despierto.
Buda, Dios, Cristo, María, Satán… ¿alguno me escucha?






lunes, 16 de agosto de 2010

Anexo del proceso

Te miro.

Pero ya no como antes. No sé leerte, no puedo encontrarte, este olor me marea. La gente va y viene, se queda, saluda, te mira también. Pero ellos no lo hacen como yo, o la mayoría, por lo menos, no lo hace.

Salgo.

Me siento en uno de esos horribles sillones marrones, buscando una comodidad imposible. El sueño hace estragos en mi cuerpo. Pero más aún lo hace la incertidumbre.

Vuelvo a entrar, te busco, no te encuentro. ¿En dónde estás? ¿No era ése tu lugar? Yo saludo, no me saludan. Pero otra vez, están ellos, los que miran sin mirar. Me pierdo, y más cuando no te encuentro. Recorro estas baldosas, que sé ya caminé, fueron mías. Por un rato al menos. Todo fue mío.

Miraba, me saludaban, decidía.

Siento a lo lejos, ecos de alguna conversación. Pero algo me impide escucharlos, es como si una gran pared nos separara, a mí de ellos, los que miran sin mirar y hablan sin sentir. Quizás, es porque lo que dicen, ya lo escuché una, dos, mil veces y llega un momento en que simplemente, me saturo.

Las horas pasan, perduran esas palabras, siempre las mismas. Y ese olor.

Me encuentro ahora, escuchando esas frases tan armadas, pero ya no son para mí. Hay alguien más. Las personas pasan y de la misma manera que miran a un mozo en un bar, y le dicen “Un cortado por favor” lo miran a uno y largan esas tres detestables palabras. Peor aún que la situación del café, porque lo hacen con una mirada de compasión tan horrible, que creo, hasta pesadillas me causó. ¿Creerán acaso que las lágrimas enceguecen, y me ocultan sus ojos?

A veces llego a pensar, que parece una fiesta. Se reúnen todos, los de lejos, los de cerca. Los que no saben ni por qué están ahí, y los que creen que “deben” estar ahí.

Pero hay un selecto grupo, el más pequeño, que tristemente es el anfitrión, sin quererlo, sin entenderlo, solo siéndolo.

Te encuentro, otra vez. En realidad, no a vos, a él. No son lo mismo. Nunca va a volver a ser lo mismo. En un rincón me acomodo para mirarlo. Cuan parecido es a lo que fuiste, salvo que no es vos. ¿Qué buscás tan lejos? Ya no te puedo escuchar, no te puedo sentir. No puedo hacer nada, más que mirarlo.

Y ahora no es mío el rincón, hay alguien mas ahí. No entiendo cómo, sólo creo que no fue ocupado por un simple mirador, es de los que también sienten. ¿Pensará lo mismo que yo pensé sobre esas paredes? ¿Sentirá el frío, la soledad, el olor? ¿Sentirá…? Sé que como la miro yo, me miraban a mí. Y creo que lo que dicen de ella, lo dijeron de mí. Como si me conocieran, como si la conocieran. Aún cuando no saben ni su nombre, solo el título que llevan, el lugar que ocupa.

Ahora, soy yo la que no se encuentra. ¿Sos vos el que me busca entonces? No entiendo los tiempos, los espacios. No te entiendo, te fuiste. No la entiendo a ella, la del rincón, que mira desde lo que fue mi sostén alguna vez.

Ese lugar fue mío. Miraba, me saludaban, decidía. Y no como algo superficial, yo lloré en él, me desmoroné. Casi me desmayo del dolor. Sentí el vacío, supe que no estabas. Los vi guardarlo. Encerrarlo. A él, que aunque no quiera, sos vos. Vacío. Dormido. Apagado.

Y al igual que una fiesta al terminar, todos nos vamos, incluyendo los anfitriones. Para que cada vez que volvamos, los recuerdos jueguen a las escondidas, y nosotros nos perdamos en el ayer, y nos desorientemos con el hoy.
Porque esas habitaciones, esos sillones, hasta ese rincón, son tan míos, como de los demás.

Porque para quererte tuve tiempo y millones de paisajes, nuestros.

Pero para despedirte, solo una noche en vela, en ese lugar tan mío como de otros.

Proceso de escritura


El proyecto narrativo empezó a dar vueltas en mi cabeza desde el primer día de clases cuando nos hablaron de él.

Lo primero que pensé, al escuchar que la temática iba a ser el viaje fue que iba a escribir sobre “el viaje” realizado por una persona al drogarse. Pero después me di cuenta que estaba en un problema, porque realmente no sabía cómo era la experiencia de drogarse. Pensé a qué amigos podía entrevistar para que me contaran todo, desde cómo conseguirla, en que momentos preferencialmente consumen y finalmente qué sienten durante y después de haber consumido.

Esta idea siempre me interesó, pero realmente, no tenía ganas de escribir sobre ella. Creo que tengo algunas heridas con respecto a ver a personas que quiero mucho en estados bastante complicados y preferí dar un paso al costado.

Mis ideas quedaron en stand by, y me dí un tiempo de descanso. Hasta que un día en un teórico, el de crónica más precisamente, empecé a ordenar el lío que tenía en la cabeza. Agarré mi cuadernito (ese que nos recomendaron que tuviéramos encima siempre) e hice mi lista de temas:

-Viaje a la infidelidad escapando de un matrimonio conflictivo o aburrido.

-La espera de alguien que está de viaje por obligación de las FFAA.

-Escapar de una familia por una historia que duele.

-El recorrido de alguien desde que muere, por donde va, cielo, infierno, hospital, velorio.

Esta idea es la que aparece remarcada. Tiene flechas que dicen “Rúben, Brasil, días dando vueltas. Creo que es la que más me gusta, por la facilidad de hablar del tema”
Ese día cuando volvía en el tren empecé a trabajar en el personaje. Quería que tuviera cosas de mi tío abuelo pero no que fuera él, así tenía más libertad de agregarle características al personaje y sacarle otras.

Igualmente, un pequeño miedo me rondaba: No quería herir susceptibilidades. Mi manera de decir las cosas, bruta, dura, quizás no era compartida por todos los demás. Mismo como hablo a veces de algunos familiares que fallecieron en mi casa, es festejado por mi hermana más grande, pero mis otros dos hermanos se enojan, les parece irrespetuoso… Es mi corazón coraza, el humor negro me rescata en situaciones difíciles.

El día que en clase hablamos todos de cuales eran nuestras ideas, a medida que escuchaba lo que proponían los chicos, sentí que mi proyecto iba a ser, no se, malísimo (por decir algo) Todos tenían unas ideas copadas y originales y yo aparecí con un muerto que habla. Pero bueno, la verdad es que en ése espacio me sentía cómoda escribiendo y decidí darle para adelante.

Empezamos el receso de clases, y en el medio de la organización de una actividad demasiado grande que tengo a cargo tuve que hacerme tiempos para escribir, los cuales se me hicieron casi imposibles.

Intenté mantener una regularidad en el blog con las notas, con mi trabajo, pero a veces realmente me colgaba y me frustraba mucho conmigo misma. Sin embargo en éste período algo cambió: Mi relación caótica con las notas de lectura, las cuales no entendía, no sabía como hacerlas, me resultaron liberadoras.

(Todo el material subido al blog está adjunto)

Finalmente el día del niño pasó y el receso también, así que tuve que sentarme a escribir sin excusas.

Teniendo como base una primera parte que ya había subido al blog, retomé y escribí y escribí y escribí. Le dije a mi mamá en chiste que a mi tío abuelo no le gustaba el hecho de que escribiera sobre él y había invadido no sólo mi computadora (la cual se me tildó y tardó mucho en volver a su estado normal) sino también la notebook de mi hermano, la cual nunca se traba pero que justo ese día mientras escribía se tildó, se apagó la pantalla pero la música que estaba escuchando, siguió sonando. Claramente fueron fallas técnicas, pero es más divertido decir que tengo a los espíritus chocarreros atascados en el monitor.

Y así nació (o murió mejor dicho) Rubén. Ese hombre, tan poco hombre a veces, que me permitió jugar en un lugar en el que siempre me refugie. Se que al principio se creyó que mi proyecto sería cómico, pero no era eso lo que quería. Lo que buscaba era poder tener la libertad de decir todas las cosas con humor negro que muchos no te dejan decir porque “quedan mal”

Me acordé en éste proceso de otros cuentos míos que rondaban en el tema, donde había un muerto con mucha presencia en la historia. Y los releí y me releí, y me sentí dos personas distintas. Tan dolida y triste, respetuosa y silenciosa por un lado, y tan suelta y descontracturada por el otro, lo cual es lógico, no siento hoy el dolor que sentí al escribir mí otro cuento o ya me acostumbré a sentirlo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Proyecto Narrativo

-Papá, papá
-¿Qué?
-Alguien llame a un médico
-¿Para qué?
-¿Qué pasó? (portugués)
-Nada señora, siga caminando (portugués)
-¡Rubén, reaccioná!
-¿Que reaccione de qué? ¿Qué te pasa Cármen? Pará de llorar, querés.
-Permiso por favor. Yo soy médico. ¿Hace cuánto está así? No tiene pulso, que apuren la ambulancia (portugués)
-¿Cómo que no tengo pulso? Señor, si yo no tuviera pulso no estaría hablando. No, no, aléjese de mis ojos, ¡no me los cierre!

Tardaron en cerrarme los ojos. Me acuerdo del aeropuerto, de mi querida Cármen, de algunos médicos llevándome en una camilla. La ambulancia, algunos gritos y por último “hora de muerte 15:24” (en portugués). Es por todo ésto que yo supongo que estoy muerto. Creo que de hecho, no hay muchas opciones teniendo en cuenta lo que ya describí. A menos que todo sea un sueño y en un rato me despierte en la habitación del hotel, me asome por la ventana y vea el hermoso mar… Mmm, el tiempo pasa, y sigo igual. Creo que descarto la idea del sueño. Quizás me desmayé y ésto es lo que pienso mientras tanto, aunque de todas las otras veces que me desmayé en mi vida, no me acuerdo de nada. O quizás finalmente esté muerto y bueno, todavía no enterrado, pero cerca de estarlo.

No vi ningún túnel, ni una luz blanca, ni mucho menos a un tipo de barba en una puerta de reja… No veo nada, creo que porque tengo los ojos cerrados y nadie me los abre. Me limito a escuchar, a sentir, a oler (espero que no por mucho, porque no creo que quiera estar acá cuando me empiece a descomponer)

Escucho voces en portugués, asumo que sigo en Brasil. Los médicos hablan entre ellos. Parece que no soy un tema fácil. Mi familia me quiere ya en Argentina, pero la burocracia tiene que hacer lo suyo. Esto de tener que llevarme de vuelta, va a estar complicado. Van a venir de la Embajada para hacer el papelerío correspondiente, pero si es tan riguroso el control que les hacen a las valijas, no quiero ser yo cuando tenga que pasar por la PSA.

Me siento más manoseado que en la línea C a las ocho de la mañana. Menos mal que no veo qué es lo que hacen, porque con sentir me alcanza. Ahora que lo pienso, que bueno no volver al subte. Ni a los amontonamientos los días de calor ¡Ni a lo de mi suegra! No más escuchar a mi jefe, a mi esposa enojada, al gobierno. Estos me tienen podrido, a ver si aflojamos con las manitos que todavía estoy acá. (en portugués)
Claramente, no lo dudo más. En algunos momentos tuve una pequeña “esperanza” de que realmente no estuviera muerto. Más que nada porque no me pasó nada de lo que dicen en las películas y esas cosas. Pero bueno, lo asumo ya y dejo de fantasear: Me morí. Yo nunca me creí un santo ni estuve cerca de serlo, pero Dios, podrías haberme recibido… ¿o tenés el cupo lleno? Mirá que con un lugar chiquito me conformo, un pedazo cualquiera de nube me viene bien… Uh si pudiera verte, y después volver a la vida y vender tu imagen me haría rico. Basta Rubén, por pensamientos como ése no estás en el Cielo ahora. Bueno, por éso y por no ir casi a Misa, por haber embromado a dos o tres personas, por haber estado al borde de la infidelidad unas cuantas veces, por egoísta, manipulador, tacaño… Tenés razón Dios, yo tampoco me recibiría.

Palo y a la bolsa dicen. Esto es bolsa y a la heladera.

Creo que ya es otro día, porque pasaron muchas (supongo que horas) en silencio, y de repente las personas se dicen “bom dia”. Hablan de la esposa del gringo, así que supongo que la esposa es Cármen y el gringo soy yo. Dicen que ella se queja, que se quiere ir y que quiere que yo me vaya también. Ellos se ríen, no depende de ellos. Depende del papeleo.

Otra vez silencio. Solo me escucho a mí hablando sin parar. De a ratos entra gente, pero la mayoría del tiempo, hay silencio. Definitivamente las morgues (si donde estoy es una morgue) son lugares tranquilos.

El silencio se quebró. Escucho llantos ¿por qué habrían de llorar los médicos?

-Eu não sou um médico.
- Quem é você?
-Me llamo Carlos y estoy esperando que me vengan a buscar. (en portugués)
-¿Qué te busquen de dónde? (en portugués)
-De acá, de la morgue. (en portugués)
-¿Vos estás muerto también? (en portugués)
-Sí. Desde hace un rato. Me suicidé. (en portugués)
-¿En serio? ¿Y por qué? (en portugués)
-Porque sí. No quería seguir más allá. No la estaba pasando bien. (en portugués)
-¿Y por qué llorás? (en portugués)
- Porque me di cuenta que voy a extrañar a mi nieta. Su risa, verla dormir, llevarla a la plaza… Me pregunto si la volveré a ver. (en portugués)

No quise seguir hablando. Preferí dejarlo reflexionando tranquilo. Mientras tanto, yo pensé en mi nieto. Me dí cuenta que yo también iba a extrañarlo y descubrí que el tiempo que creí que había pasado con el, no fue suficiente. Cuando venía a casa, a veces me quedaba durmiendo, o trabajando y apenas lo saludaba. Me perdí algunos actos del jardín también. Me gustaría abrazarlo por lo menos una vez más.

Silencio otra vez. Me imagino que hará frio, en las morgues siempre hace frio, si nos tienen como freezados. ¿Desaparecerá también mi capacidad de sentir otras cosas? ¿Dejare algún día de amar, o de tener miedo? Si ahora escuchara un cd de los Beatles, ¿me haría sentir algo, una mínima emoción? Rubén, dejáte de decir pavadas. Vos no sos ningún sentimental como para andar pensando en estas cosas.

-Gringo, me vinieron a buscar. Quizás algún día nos volvamos a cruzar. (en portugués)
-Nunca se sabe Carlos, nunca se sabe. (en portugués)

No sé si volveré a cruzarme a Carlos o no, o de hacerlo donde será, pero bueno, si acá pudimos hablarnos, quizás en otros lugares también.

El silencio se quebró. Escucho a Cármen, a médicos y ruido a metal. Alguien abre este lugar donde estoy.

-Rubén, yo me voy para Argentina. Mi vuelo sale esta noche. A vos no te queda mucho más tiempo acá, ya vas a estar en casa. Te lo prometo.

Sentí en mi frente un beso, o creo que eso fue un beso, o vaya uno a saber qué. Escucharla a Cármen me hizo pensar en cómo le fallé. Mi ley de que las infidelidades en el noviazgo no cuentan, sólo en el matrimonio, casi me deja sin esposa. Pero bueno, un galán como yo difícilmente es hombre de una sola mujer.

El día de nuestro casamiento ella parecía una ángel, vestida de blanco, con una sonrisa pura y alegre. Yo por otro lado con traje negro, era la oveja mala del rebaño. ¿Será por eso que ellas están de blanco y nosotros de negro? ¿Por lo puro de su alma y lo oscuro de la nuestra?

Realmente nuestra vida de casados fue muy buena, no me puedo quejar. Ella siempre tan atenta, con la comida lista, la ropa planchada, las caricias a tiempo, las sonrisas adecuadas, ella siempre tan mía. Y yo, del pueblo. Es verdad, alguna que otra vez, algún besito he dado, bah, besito, besote, beso… de todos los tamaños y colores. Pero cuando llegaba a casa y la veía, sabía que era a ella a quien quería, pero no sé por qué no podía dejar de ansiar a otras mujeres. Fui un mal abuelo, un mal esposo, estoy empezando a dudar si algo de lo que hice estuvo bien.

Entre tanto silencio y pensar y repensar en lo que hice y deje de hacer, me di cuenta que ya no duermo. Parece que cuando uno muere ya no necesita dormir más. ¿Para qué dicen “descanse en paz” si no descanso? No hago otra cosa que pensar y pensar y más pensar en vaya uno a saber cuantas cosas. No se descansa así, uno no está tranquilo, no está en paz, está atormentándose por todo. Lo único gratificante, es el silencio.

Nunca soporté la capital, realmente. El poco tiempo que viví allá fue una tortura, el ruido, la gente, los autos, protestas, TODO me molestaba. Pero ahora, el silencio me hace acordar al de casa. Al de los domingos a la tarde, o alguna que otra noche de verano, pero más aún las solitarias noches de invierno. La calle vacía, la niebla cubriendo todo, de vez en cuando algún ruido, pero nada más que eso. Eso es lo que voy a aprovechar de estar muerto, el silencio, aunque debe haber otras cosas también. No tener que festejar más Navidad, porque realmente me cae mal. Muchos compromisos, que hay que ir a tal lugar, llevar tal cosa, llamar a todos los que no llamás durante el año y encima de todo ir a Misa. La tecnología, que todos los días avanza y yo estoy atascado. La inseguridad, no poder salir tranquilo a la calle, sino que mirando a todos lados. Los shoppings, los compre ya. Los vendedores de música en el tren, como me irritan. Realmente insoportables. Cómo olvidarme del trabajo, que bueno no madrugar más (aunque ahora no pueda dormir tampoco) no escuchar quejas estúpidas ni tener que rebajarme ante estúpidos. Eso sí que trae paz.

Ya no se cuánto tiempo hace que estoy acá, creo que algunos días ya pasaron desde la vez que Cármen me dijo que se iba ¿Qué tan difícil es llevar un muerto desde Florianópolis hasta Buenos Aires? Llevan vivos todos los días, llevan perros, valijas, muebles, autos, droga y mil cosas más. Pero parece que los muertos somos mas difíciles. Ni siquiera sé por qué, no nos quejamos como los vivos, no llamamos a la azafata cada dos por tres, no nos molesta dónde nos pongan, porque aunque nos moleste no hay nada que podamos decir. Ahora que me doy cuenta, todavía puedo sentir, siento enojo, siento odio quizás, siento ganas de estar en casa. Tanto Tango 01 para el presidente y si un simple ciudadano se muere acá nomás, ni siquiera en otro continente está varado por días.

Los médicos apenas hablan de mí, se preguntan lo mismo que yo ¿Cuándo se va el gringo?

Hoy, sin saber cómo ni por qué, alguien vino y abrió mi puerta. Me sacaron me manosearon un poco y supe que iba a pasar. Iban a guardarme en un cajón para llevarme. Pensé en éste momento también. Llegar a casa significa llegar en un cajón de madera. Significa que voy a tener un velorio, un entierro y que ahí me voy a quedar. No puedo hacer nada al respecto, apenas pienso.

Me sacaron la bolsa en la que estaba metido. Siento algo raro en la piel, ni fría ni caliente, la siento… ¿la siento? Momento de confusión. No sé qué me espera, si sé en realidad, no se cómo lo voy a tomar. De la única manera que tengo en realidad, en silencio.

Me levantaron, hicieron falta varias personas. La verdad que un cuerpo de 80 kilogramos de peso muerto (realmente muerto) y totalmente tieso, es difícil de mover. Me llevaron en camilla hasta una ambulancia. El viaje de vuelta empezó.
Cuando se detuvo me pareció raro no escuchar el ruido de los aviones despegando, supongo que en avión me llevarán.

Camilla otra vez. Dudo de saber a dónde me están llevando.

-¿Qué le hacemos? (en portugués)
-Lo mínimo, lo mandamos hoy a Buenos Aires. (en portugués)
-¿Maquillaje? (en portugués)
-No no, con la ropa y que lo retoquen un poco está bien. (en portugués)
Ya se dónde estoy: En una funeraria. Tonto Rubén ¿creíste que ibas a viajar desnudo? ¿Y de dónde pretendías que sacaran el cajón?
Manoseos otra vez. Espero por lo menos hagan que me vea bien. Un tipo pintón como yo no puede estar el día de su velorio hecho un desastre.
-Ya terminamos, lo guardamos en el cajón y listo. (en portugués)

Esa frase me recuerda a mi mamá: “Guardá tus juguetes en el cajón” “Guardá tu ropa en el cajón” “Sacá dinero del cajón” Toda una vida poniendo y sacando cosas de cajones y ahora soy yo al que van a guardar y vaya uno a saber por cuánto tiempo.

Otra vez me levantan. Otra vez me guardan. Incluso me ponen tapa. Ya no escucho nada de nada. Este es el silencio real. Ya no sé que va a pasar conmigo, no me voy a enterar de nada. ¿Volveré a escuchar una voz alguna vez?

Me mueven, me muevo, siento que me tambaleo. Quizás sienta el despegar del avión en el estómago. O quizás solo se siente cuando el estómago funciona.

El silencio grita en estas paredes de madera. Ya no quiero escucharme, un rato esta bien, reflexiono mientras tanto, pero ya llevo días así y no sé cuánto tiempo más quiera pensar. Si me morí, por qué no me muero de una vez. Que mi cerebro deje de funcionar, no sé cuánto tiempo más aguante…

Quiero llorar, si viviera mis lágrimas estarían cayendo. ¿Qué hacer cuando no hay nada para hacer? Todo muy lindo con no ir a trabajar ni a lo de la mamá de Cármen otra vez, pero ya no puedo más. Y aunque no pueda, no sirve de nada, si total, es todo lo mismo. Monotonía del más allá.

Me vuelven a mover. Sigo sin saber en dónde estoy. Nunca me dí cuenta si subí o no al avión, así que quizás siga en Brasil. Están abriendo la tapa o al menos eso creo escuhar, ¿qué pasa?

-Uh, éste señor lleva días muerto
Estoy en Argentina, llegué de una vez por todas.
-¿La familia querrá cajón abierto o cerrado? Para que sea abierto el velorio tiene que ser ya. ¿Sabés si ya tienen lugar para el entierro?
-La viuda está por llegar y nos dice que decidió la familia.
¡Cármen, viene Cármen! Quiero verla, si tan solo pudiera… Con escucharla me conformo igual. Ya me acostumbré a escuchar.
-Recién hablé con la señora Juárez, dijo que ya tienen dónde enterrarlo y que el velorio va a ser de medio día nada más.
-Bueno, empecemos entonces.

Otra vez el manoseo. Por un segundo me abrieron los ojos, no pude ver, pero sentí luz. Hacía tanto que no la sentía, cuando morís la oscuridad es abrumadora. Como el silencio.

Ya estoy vestido, con bolsas de café alrededor, flores en las manos y maquillado. O al menos eso supongo, creo que es el combo mínimo de las funerarias. Me sacan de donde estoy acostado, supongo que para guardarme en el cajón definitivo.

Me mueven, no lo siento mucho, pero lo sé. Lo que no sé es cómo explicar las cosas, realmente si son por sextos sentidos o qué, pero sé las cosas sin verlas, sin sentirlas y a veces sin escucharlas. No lo dudo, estoy ya en la sala de velatorios.

-Rubén, por fin te vuelvo a ver. Estás tan lindo, si te levantaras, me casaría de vuelta con vos.
-Cármen, acá estoy. Te extrañé. Quiero abrazarte, verte, poder tocarte.
-Yo se que no estás acá, o que estás en otro lugar mejor. Pero quiero que sepas que te amo mucho, y que te voy a extrañar muchísimo.
-Yo también Cármen, disculpáme por todo lo que te hice, de verdad, ojala hubiera sido mejor marido.
-Yo sé que vos para mi fuiste un gran marido, padre y abuelo. Siempre estuviste cuando te necesitamos y trabajaste para darnos lo mejor. No lo olvides nunca eso.
-Ojala pudiera verte, sólo una vez
-Ya nos volveremos a encontrar Rubén, algún día, en algún lugar.

Ahora hay mucho ruido. Acostumbrado al silencio, el ruido me duele. Las voces se mezclan, no reconozco ninguna. Quizás cuando se acerquen sí lo haga.

-Papá ¿Qué hiciste? Sólo a vos se te ocurre morirte en Brasil. Ya tan cerca de tomar el avión. Que tipo jodido eh, vos no vas con vueltas fáciles. Te voy a extrañar papá, no quería que te fueras tanto tiempo antes. Fuiste muy bueno conmigo, me ayudaste muchísimo y parte de la mujer que soy, es por vos. Todavía no sé si lo voy a traer a Lucas, es chiquito el. Pero no sabés cómo te extraña también. Te quiere muchísimo. Cuidate mucho papá. Y cuidanos a nosotros desde arriba.


Mi chiquita, que linda. Ya está hecha una mujer. No puedo creer que ya no la vea más. Aunque quizás, si Dios se apiada de este pobre viejo, me deje ir para arriba y pueda cuidarla, como me pide.

Algunos se acercan y puedo reconocerlos, está Don Juan el vecino de la vuelta, Sebastián mi amigo de la vida, desde la primaria juntos. Escucho que mi jefe me mandó una corona. Esa voz, me suena… ¡El hijo de puta de Pedro vino también! ¿Después de haberme estafado tiene la cara venir acá? Si pudiera, me reventaría a molerlo a golpes. Vino Susana, ésa sí que me gustaba. Si habré estado a punto de engañar a Cármen con ella. Esa morocha era mi debilidad.

¿Qué van a hacer qué? ¿A rezar un decenario? ¿Por mi alma? Si estoy condenado a éste cajón, a hablarme sin parar durante toda la eternidad. Dios me jodió a mi, no le caigo bien y me encerró acá.

Ya me cansé, no sé si los muertos se cansan pero me cansé. No quiero rezos, no quiero saludos, no quiero el pésame de nadie, me quiero ir, me quiero ir a cualquier lugar, pero me quiero ir. No aguanto más. Por favor, ya no quiero estar acá…

La dinámica está cambiando, se está haciendo silencio, algo importante va a pasar. La gente murmura que nos vamos ¿será verdad? ¿Ya llegó el momento del entierro? Yo no sé nada, no tengo reloj, no entiendo los tiempos, creo que me morí hace meses, que llegué a la Argentina hace semanas y que mi velorio duró días. Pero debo ser yo, que exagero.

Otra vez no escucho nada. Deben haber cerrado el cajón. Ni siquiera sé dónde voy a estar enterrado, si es un lindo día o qué. Me mueven, pero no sé si estoy en un auto o si estoy bajando al pozo que será mi hogar de acá en adelante.

Ni siquiera pude escuchar a Lucas, quiero volver arriba, quiero verlo. Por favor, la desesperación me está matando, no quiero estar más acá, no puedo más, no sé a quién rezarle, no se a quién pedirle ¿acaso nadie se apiada de las almas? Por favor, si hay alguien ahí arriba, ahí abajo, quién sea, que me lleve, no puedo soportarme una eternidad hablándome a oscuras, sintiendo quizás a los gusanos entrar. No puedo, no quiero, por favor sáquenme sáquenme.

Buda, Dios, Cristo, María, Satán… ¿alguno me escucha?

martes, 3 de agosto de 2010

Poe llegó a mis días, o ya había llegado y yo no sabía.

“Diremos, pues, que estoy loco. Concedo, por lo menos, que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el estado de razón lúcida, que no puede discutirse y pertenece a la memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado de sombra y duda, que pertenece al presente y a los recuerdos que constituyen la segunda era de mi existencia. Por eso, creed lo que contaré del primer período, y, a lo que pueda relatar del último, conceded tan sólo el crédito que merezca; o dudad resueltamente, y, si no podéis dudar, haced lo que Edipo ante el enigma.”
“Eleonora”, Edgar Allan Poe.

Tuve que elegir a un autor para trabajar en mi proyecto narrativo, y seguí el consejo de Claudia: leí a Edgar Allan Poe.

Busqué en mi casa un libro suyo en castellano que un par de veces había hojeado. Pero, el hada del desorden parece habérselo llevado. Así que fui a la biblioteca de mi mamá, quien es profesora de Inglés, y empecé con una antología llamada “Tales of mistery and imagination”. De ese libro, leí sólo algunos cuentos, y fueron suficientes como para entender el misticismo y la sobrenaturalidad con la que escribe o sobre la que escribe E.A.P.

Creo que, que un muerto hable en mi proyecto, es lo de menos si lo comparo con las criaturas que él hace hablar.

Igualmente, cuando busqué cuentos suyos online, me sorprendió el sentirme un poco más cerca de un escritor de su talla. Todo empezó cuando leí la corta biografía que aparecía en “Tales of mistery…” algo me quedó de él dando vueltas, pero no muy fijo. Cuando encontré en internet “Eleonora”, empecé a sentir que esa historia me sonaba. Tipee en google “Edgar Allan Poe, biografía” y ahí encontré mi respuesta.
Es él quien habla en esa historia, ése joven nacido en Boston en 1809 y que a la corta edad de 2 años, ya era huérfano. Sus padres habían muerto de Tuberculosis (ellos murieron, mi mamá tomó 9 remedios diarios por meses y se curó. ¿Qué hubiera pasado si David y Elizabeth hubieran tenido las mismas posibilidades que ella?)
A partir de ahí, vivió de la caridad de sus parientes. Un poco en cada lugar hasta finalmente mudarse con John Allan, de quien toma su apellido a pesar de tener una relación muy conflictiva.

La vida de E.A.P. está marcada por situaciones oscuras, o lo que yo considero oscuras. Fue expulsado de la Universidad de Virginia por jugador, era alcohólico, y para intentar huir de la miseria y el hambre, se unió al ejército.

Lo que más me interesa de todo esto es Virginia Clemm, su prima y esposa. Si bien, ella tenía 13 años y el 27, nada impidió su matrimonio. Por ahí leí también que ellos mantenían una relación más bien fraternal que conyugal, pero eso no quita el inmenso cariño que pudieron haberse tenido, y la tristeza que debe haber ocasionado la muerte de Clemm, también de tuberculosis, en 1847 con apenas 24 años de edad. “Vio el dedo de la muerte posado en su pecho, y supo que, como la efímera, había sido creada perfecta en su hermosura sólo para morir; pero, para ella, los terrenos de tumba se reducían a una consideración que me reveló una tarde, a la hora del crepúsculo, a orillas del Río de Silencio. Le dolía pensar que, una vez sepulta en el Valle de la Hierba Irisada, yo abandonaría para siempre aquellos felices lugares, transfiriendo el amor entonces tan apasionadamente suyo a otra doncella del mundo exterior y cotidiano. Y entonces, allí, me arrojé precipitadamente a los pies de Eleonora y juré, ante ella y ante el cielo, que nunca me uniría en matrimonio con ninguna hija de la Tierra, que en modo alguno me mostraría desleal a su querida memoria, o a la memoria del abnegado cariño cuya bendición había yo recibido.”

Y es en esta pequeñez, donde me siento cerca de E.A.P. bah, ésta es la segunda pequeñez. Primero la presencia de la TBC en nuestras familias (tan común en su época, tan incorrectamente creída erradicada en la mía) Después, el hablar de sus muertos, de sus sombras, de sus monstruos. “Vosotros los que leéis aún estáis entre los vivos; pero yo, el que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras. Pues en verdad ocurrirán muchas cosas, y se sabrán cosas secretas, y pasarán muchos siglos antes de que los hombres vean este escrito. Y, cuando lo hayan visto, habrá quienes no crean en él, y otros dudarán, mas unos pocos habrá que encuentren razones para meditar frente a los caracteres aquí grabados con un estilo de hierro.” (Fragmento de “Sombras”) y el saber que Eleonora era además familiar suyo, me hace pensar no solo en Rubén, sino en el matrimonio en sí.

Este fin de semana, al comentarle a mi prima de Corrientes sobre mi proyecto, creo que no le gustó mucho la idea. Le pregunté si le molestaba y aunque dijo que no, algo me hizo dudar.

Sin embargo, hablamos de su abuelo un rato, y algunas anécdotas salieron a la luz. Como que se casó con mi tía abuela “Chola” cuando ella tenía sólo 15 años, mientras que él le llevaba unos cuantos (otra vez, E.A.P. dando vueltas) Mi tío abuelo se sabe era machista, muy de la época de mediados de siglo, y con el plus del interior. Una vez, le preguntamos a Chola si Rubén le había sido infiel, a lo que respondió “Pero querida ¡toda la vida! Pero decime qué iba a hacer yo con tres hijos y sola. Nada.” Cuarenta años después, mi mama se enfrentó a un juicio y trabaja el doble. Ella si pudo darse el lujo de decir “basta”.

Sin embargo, todo cambió cuando Rubén murió. Ahora mi tía abuela hace Tai Chi, pilates, en agosto se va a New York dos semanas y después de haber viajado por Europa está pensando embarcarse rumbo a Jerusalén.

Quizás, para quienes me lean no tenga sentido esta absurda relación que inventé entre Edgar Allan Poe y mi proyecto y mi tío abuelo y la mar en coche, pero algo me hizo clic mientras leía y creo que eso es lo que esta bueno contar.
Después de hablar con mi prima había empezado a dudar si no sería una buena idea escribir sobre la vida de Chola también, o aparte, o en lugar de Rubén y la biografía de E.A.P. no colaboró.

Pero, paciencia me recomendaron y paciencia voy a tener. Ya todo se va a aclarar. Mientras tanto, me voy a juntar juguetes y a cumplir años.