Según tengo entendido, no es necesario haber terminado el colegio, ni mucho menos estudiar una carrera universitaria. Se supone que es algo natural, adquirido casi al nacer, no es un don (aunque a algunos nos cueste) ni requiere de un manual de instrucciones.
Casi me animo a decir que no es posible equivocarse o fallar. Cuando aprendemos a andar en bicicleta, es muy factible que nos caigamos un par de veces. Sin embargo, creo imposible que eso nos suceda cuando aprendemos a abrazar (¿aprendemos o simplemente satisfacemos una necesidad?). Como les decía, no consideraría al abrazo una ciencia, aunque por qué no, sí un arte.
Podríamos enumerar sus pasos de la siguiente manera:
1) Estar a una distancia considerable de la susodicha/o a abrazar.
2) Separar los brazos del costado del cuerpo.
3) Elevarlos en dirección al ya mencionado susodicho/a.
4) Rodear a la persona en cuestión, puede ser a la altura del cuello, pecho o cintura.
5) Atraer el cuerpo hacia el de uno mismo.
6) Ejercer cierta presión.
7) Reposar unos minutos en esa posición.
Hay quienes finalizan los mismos con besos (cuello, mejilla, boca), palmadas (odiosas) o distanciándose para mirar a los ojos por unos instantes (a veces esto se acompaña con un apretón de manos).
Claramente, estos son sólo algunos de los métodos, ya que también puede uno recibir un abrazo sorpresivo por la espalda, o mientras duerme, estar sentado junto a alguien que extiende su brazo y lo envuelve y por qué no el abrazo garrapata, tan común en los niños pequeños hacia sus padres cuando estos parten rumbo al trabajo.
Ahora bien, una vez expuesta mi teoría sobre los abrazos, me gustaría pasar a otra parte no menos importante, ya que se trata del otro 50% del abrazo, o como lo llamaremos “el abrazado”.
Luego de exhaustivas investigaciones teórico-prácticas pude determinar que hay varias clases de “abrazados”:
a) Devolvedores: Son aquellos que responden felizmente y con tal entusiasmo que se genera el conocido “abrazo de oso”.
b) Lo acepto, hasta ahí: Aquellos que aceptan el abrazo, y lo devuelven, pero sin mucha emoción (esto no es cuantitativamente proporcional al cariño, sino una cuestión de cuán arisco se es).
c) Los Palmadores: Se los conoce así a quienes cuya devolución se basa en un clap clap sobre la espalda, para luego bajar los brazos.
d) Yo ya me solté, y tu no, ¿por qué?: En este caso se trata de quienes se limitan a eso, a ser abrazados sin siquiera mover un músculo de su cuerpo, sin entender por qué están en esa incómoda situación mientras que el abrazador parece disfrutarlo.
e) Casi físicamente incapacitados, pero no emocionalmente: He aquí la especie más extraña de detectar, ya que podría confundirse a simple vista con el tipo “d” pero esconden una gran diferencia… Ellos sí quieren (y necesitan) ser abrazados, lo disfrutan debajo de su cara de nada, y muchas veces se sienten incapacitados de decir “¿me abrazás?” “gracias por el abrazo, lo necesitaba” e incluso de generar un abrazo por ellos mismos.
Teniendo en cuenta lo expuesto recién, creo necesario hacer una pequeña apreciación personal (por si les quedaban dudas, todo lo anterior fue científicamente probado)
La amiga de una amiga, a quien casi no veo ni conozco, y por cuestiones de ética llamaremos N.N. es una fiel representante de la clase “e” de abrazados. Si bien mantenemos cierta distancia, puedo asegurar que tiene sentimientos debajo de sus fríos modos, y que está en búsqueda de mejorar su condición, ya que muchas veces sólo consigue alejar a la gente cuando no es eso lo que busca. Me animo a decir incluso que agradece ampliamente cada abrazo recibido. Lo único que intento decir es que les tengan paciencia a los deformes del grupo “e”, no lo sé por experiencia personal, obvio, pero creo que lamentan su incapacidad.
Reitero, por si quedan dudas, es una apreciación personal esta última parte, y cualquier similitud con la realidad, es mera coincidencia.
Espero con este breve texto aclarar dudas sobre sus allegados, y que a partir de ahora puedan diferenciar a qué tipo de persona están abrazando. Yo por mi parte, seguiré practicando.
Saludos terrícolas,
nin.
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