La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Fotografía.




Aprendiendo a escribir con luz.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Balance de la cursada

Llegué tarde a la primera clase. Había cursado metodología, bajé para saludar a Esteban y cuando volví al aula ya estaban adentro.

Me senté atrás de todo, pero no por mucho. Claudia nos hizo armar una ronda. No era lo “correcto” o “común” en una clase, y eso lo hacía todavía más divertido.

Las voces empezaron a sonar en el aula, los nombres, qué hacíamos ahí, por qué, cómo nos llevábamos con la escritura y la lectura. Debo admitir que no me gustó mucho hablar esa vez. No me sentía cómoda, a veces soy medio rara. Igual, con el correr del tiempo me solté (un poco). Hablar se me hizo menos difícil. Y mi escribir fue cambiando. Muchas veces revolví en lugares que no quería, toqué algunas cosas que me
dolían, pero seguí escribiendo.

Aprendí a hablar con mis compañeros, cosa que no suelo hacer. Es más fácil quedarme sentada en un rincón tomando apuntes.

Me amigué con la tecnología, y me hice un blog. Me encariñé con él, y ahora quiero seguir usándolo. Aunque quizás ya nadie me lea, me gusta que esté ahí, preguntándome cada vez que lo abro “Nin ¿a dónde vas?” (Nin me dicen en casa)

Me tolero un poco más (jajaja) lo digo en referencia a equivocarme (a veces me gusta) encontrándole el gusto a la reescritura.

Taller fue mi espacio de responsabilidad divertida. Me gustaba sentarme a escribir y saber que no perdía tiempo, era lo que tenía que hacer. Y me encantaba hacerlo. Tanto así que en momentos difíciles que tuve en el año, mi escala de prioridades era: 1) dormir 2) jugar en la parro con los chicos 3) escribir para Taller. No quería saber nada más con nada.

A veces me sentí ñoña, porque por ahí el mismo martes escribía en casa, pero tardaba un poco en publicar. Me daba vergüenza. No quería ser ésa otra vez.

Escribí ensayos, cartas argumentativas, notas con “tono ensayístico” (esas no muy bien), y son cosas que nunca había intentado, que no sabía que podía hacer.

Yo quiero a la facultad, aunque a veces me enoje. Con taller me encontré descubriéndola desde otro lugar. Hablando entre pares, no con gente arriba de tarimas invisibles a los ojos, pero reales en el ego.

No se si es el lugar de decirlo, pero la verdad es que sentía una diferencia gigante entre mi interés en los martes y en los jueves. No terminé de encontrarme en los teóricos. A veces me concentraba un poco más pero era difícil. Ya hablamos una vez del hecho de que a veces se enquilombaba un poco el aula y eso no colaboraba.

Da nostalgia un poco. Uno se lleva más que una nota aprobada. Era más que obligación.

Con respecto a las lecturas de mis compañeros, me acuerdo primero del cuento que leyó Gabi en clase. Lo dicho sin decir fue algo que me gustó mucho y de lo cual intenté aprender.

También, cuando hicimos el la crónica cultural, leer a mis compañeras (Antonela, Brenda y Romina) me generó algo raro, porque las cuatro habíamos ido juntas, pero saber que habíamos visto y sentido cosas distintas me recordó lo libres que somos.

Con respecto a las devoluciones, puedo decir que me sentí siempre muy acompañada, ya sea por Claudia, Emilia y Lisandro, como por mis compañeros. Que se hayan hecho los círculos de lectura en clase, o las devoluciones escritas creo que nos permitió a todos mirar cosas a las cuales muchas veces no les habíamos prestado atención, o mismo saber como podía interpretarse de tantas maneras distintas algo que para uno quizás era único.

Siempre sentí que las devoluciones eran muy respetuosas, con ánimos de ayudarnos a crecer. A veces, las cosas dichas de mala manera pueden marcarnos por mucho tiempo, y no hacernos bien.

Cuando el otro día Claudia decía que ella creía en que se puede enseñar de otra manera, me di cuenta que esa es también una de mis expectativas, tener la posibilidad de cambiar yo y de mostrarle a los demás que es posible, algún día tener alumnos y poder compartir de la manera que compartimos nosotros este año.

Me llevo muchas ganas de seguir escribiendo (sí, ya sé, eso no es nuevo) pero lo que sí es nuevo quizás son mis ganas de innovar. De cambiar, de seguir creciendo.

No sé, es difícil cerrar con Taller. Ojalá no lo hiciéramos.

Gracias a todos.
ana.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Pearl Jam - "Come Back" (Live in Italy 9.20.2006)



Cuatro otra vez, diciembre otra vez...

jueves, 2 de diciembre de 2010

Instrucciones para hacer una nota (*)

I

Antes que nada, decidir sobre qué texto desea escribir (a menos que haya sido designado) en tal caso, uno deberá encomendarse a su dios de turno para pedir que no le den un texto muy aburrido.

II

Proveerse de dicho texto, puede ser en su versión original, fotocopias, o incluso algunas veces puede encontrarse internet. Si no llegara a conseguirlo de los modos previamente mencionados pero supiera de su existencia en otro lugar, recomiendo contactarse con su paloma mensajera de confianza (siempre y cuando la tenga en blanco)

III

Una vez en su poder, buscar un lugar cómodo donde sentarse a leer. Si optara por un lugar al aire libre, no olvide su paraguas por si llueve, saco por si hace frío, anteojos de sol, o cualquier otro articulo que el Servicio Meteorológico aconseje NO llevar ese día. Puede serle de utilidad el tener cerca un lápiz o lapicera, en caso de que quisiera hacer anotaciones al margen del texto. Si se tratara de una versión digital, procure al hacer sus anotaciones en el monitor que no se trate de fibron indeleble.

IV

Empezar a leer (si los necesita, póngase sus anteojos)

V

Buscar en el texto las ideas que nos parecen importantes, de las cuales nos gustaría hablar. Ir en nuestra cabeza relacionándolas con otros textos, para enriquecer así nuestra escritura. Si se tratara de un texto realmente aburrido del cual no puede rescatarse nada, pero del cual igualmente debe escribir, concéntrese en la idea que más o menos le parece rescatable y provéase de muchos textos auxiliares para poder aumentar así su posterior blablabla.

VI

Una vez terminado el texto, armar un esquema de lo que queremos contar, viendo cómo queremos hacerlo. De qué manera escribir lo que tanto nos interesó. Buscar bibliografía complementaria que pudiera servirnos (se puede hacer del mismo modo mencionado en el punto II)

VII

Sentarnos frente al dispositivo que usaremos para escribir (ya sea computadora, cuaderno, máquina de escribir, arena, etc)

VIII

Comenzar a desarrollar nuestras ideas principales, basándonos en el texto original, pero teniendo en cuenta datos del autor, como lugar de residencia, ideología política, color predilecto y helado favorito (sólo por nombrar algunos de los más importantes) y estableciendo una relación con artículos de otros autores (o podrían ser del mismo, por qué no)

IX

Una vez terminada nuestra nota, asegurarnos de hacer una lectura de corrección para limpiar cualquier impureza que pudiera encontrarse presente. Asegurarnos que cualquier tipo de insurrección lingüística sea eficientemente eliminada.

X

Publicar.


(*) En caso de que estas instrucciones no funcionaran, la autora recomienda al momento de escribir, simplemente, dejarse llevar.


-Dedicado a Gabi-

martes, 30 de noviembre de 2010

Día mundial de la lucha contra el SIDA.




"Pero hoy también es un día especial: en cada noticiero de TV, en cada emisión de radio, en cada diario vas a escuchar hablar sobre VIH/sida. Entonces hoy podría ser un buen día para que las cosas cambien.

Tal vez un día como hoy no tengamos que hablar más de VIH/sida. Tal vez un día como hoy no exista más un Día Mundial del Sida. Tal vez un día como hoy sea mejor que cualquier otro día."

Pedro Cahn
Presidente de Fundación Huésped
1/12/2009

(todavía no me llegó el nuevo comunicado)

lunes, 29 de noviembre de 2010

"La resaca de la colección" Notas Calvino.

Cuando era chica intenté coleccionar sobres de azúcar, de esos que dan en los bares. Mi mamá tenía pánico de que mi habitación se llenara de hormigas, así que opté por vaciarlos y pegar en hojas. Debo admitir que el sentimiento de coleccionista en sí, no duró mucho, pero, cada vez que voy a un bar, miro a ver si los que están los tengo o no. Y madre de vez en cuando se aparece con uno nuevo.

El ensayo de Calvino por momentos me parece de una fantasía inexplicable. Como ésos frasquitos de arena son tanto y tan poco a la vez, como ése recorrido por el mundo puede ser tan real mientras uno se encuentra quieto.

Me gustaría tener como en Harry Potter, frasquitos con recuerdos. Muchas veces tengo miedo de perderlos, se que los estoy perdiendo. Me voy olvidando de algunos sonidos, de su voz. Quiero tenerlo presente, quiero tenerlo conmigo, pero no puedo, no podemos. Y encima otra vez es diciembre…

Esta fijación que tienen los coleccionistas (quizás un poco envidiable) de querer adueñarse tanto de algo, de querer que sea suyo. En un frasquito guarda toda una playa, en un recorte toda una tarde.

No termino de entender lo que hacen. La paciencia de guardar granito por granito y saber que cada uno de ellos tiene una historia, que quizás algún día pierdan. Que se pueden mezclar, se pueden perder, se pueden romper. Y sin embargo en cada playa siguen agachándose a juntar un poquito más.

Siento que debería aplaudirlos, por no darse por vencidos, por llenar, muy despacio y con sacrificio esos lugares vacíos que tenemos adentro, y que algo tan simple como un recorte puede darle vida otra vez.

Porque los imagino ansiando cada viaje, cada objeto nuevo. Porque los envidio, su búsqueda nunca termina, no tiene límite, y sin embargo siguen. Porque comparten su magia con nosotros, los demás, corriendo el riesgo de que no los entendamos.
Este ensayo tiene un recorrido muy interno, muy personal, pero lo raro es que es de él, de Calvino y de cada uno de los que expuso en esa muestra.

Sé que esta nota no es como debe ser, sé que debería tener un tono ensayístico que todavía no desarrollé. Se que termina el año, sé que estamos en cuenta regresiva.

Y encima de todo, otra vez es cuatro, otra vez es diciembre.

“Esclavos del siglo XXI” Notas Swift

“Oíd Mortales, el grito sagrado:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”
(Himno Nacional Argentino)

Leer “la modesta proposición” de Jonathan Swift deja a cualquiera (o casi a cualquiera, más que nada a los que lo entiendan) con muchas cosas dando vueltas en la cabeza. La que particularmente más ruido hace en mi, es la idea de que haya gente que realmente lucra con el cuerpo y alma de los chicos. Y yo como ingenua que soy, me sorprendo ¿de qué?

Quizás, de que haya gente gritando en el medio de la plaza Miserere a los pibes en situación de calle que deberían encerrarlos, o matarlos en su defecto. O de las acusaciones en torno a bajar la edad de imputabilidad, si hay chicos de 14 años armados, es porque algo esta muy mal, no porque son grandes y responsables. Es un manotazo de ahogado.

Paradójicamente, estamos hablando de miles de personas, que son tantas pero tantas, que pasan desapercibidas y de las cuales nadie se hace cargo. J.S. intentó despertar un poco el imaginario social con su “modesta proposición”, y creo que un poco lo logró. Y fue investigando sobre su vida que hoy estoy acá.

"Aquí yace el cuerpo de Jonathan Swift, D., deán de esta catedral, en un lugar en que la ardiente indignación no puede ya lacerar su corazón. Ve, viajero, e intenta imitar a un hombre que fue un irreductible defensor de la libertad". (epitafio de Swift, escrito por él mismo)

Algunos datos a tener en cuenta:

-Libertad: “Estado o condición de quien no es esclavo”;

-En la Constitución Nacional Argentina sancionada en 1853 quedó abolida la
esclavitud;

-Trata de personas: “es el comercio de seres humanos captados por violencia, engaño o abuso de un estado de desamparo o miseria, con el propósito de reducir a esas personas a la servidumbre o esclavitud y obtener de ellos ganancias, ya sea explotándolos sexualmente en la prostitución ajena, en formas diversas de trabajo esclavo o para la extracción de órganos destinados a trasplantes”;

-El 90 por ciento de las personas víctimas de la trata son mujeres y niños;

-Cerca del 30 por ciento de las mujeres en situación de trata son menores de edad;

-En América Latina, 2 millones de niños y niñas y adolescentes de uno y otro sexo son víctimas de explotación sexual o laboral como la mendicidad;

-En Argentina, cerca de 450 mil mujeres y niñas padecen esta situación;

-La trata con fines de explotación, según las últimas cifras de la Organización Internacional de Migraciones, constituye el segundo delito más lucrativo y genera ingresos anuales por alrededor de 40 mil millones de dólares.

¡Ay Jonathan! Alguien leyó demasiado en serio tu ensayo. Alguien decidió que toda esa genta por la que nadie lucha, a la que nadie tiene en cuenta, debería ser utilizada para algo más que ocupar espacio, o consumir. Alguien creyó que podía ser dueño del cuerpo y del alma de las personas.

Y lamentablemente, creyó bien. Porque todos saben quiénes son, pero los que tienen que hacer algo, justo justo, se olvidan.

domingo, 28 de noviembre de 2010

“Ahh ¿vos también sos de por acá?”, TP teóricos. Segunda versión.

“Para nosotros,
para nuestra posteridad,
y para todos los hombres del mundo
que quieran habitar en el suelo argentino”

Preámbulo de la Constitución Nacional Argentina


A veces uno está teniendo un día común y corriente, uno de ésos en los que no reflexiona mucho, donde se limita a seguir con lo rutinariamente normal. Particularmente, sé que cuando subo por la escalera mecánica del subte, y veo enfrente mío las cabezas que avanzan, la luz de tubo, ese túnel que no hace más que llevarme a más personas, más calor, más amontonamiento, es mi momento alienado del día, lo definí así el año pasado y me pareció acertado, pero sólo a veces dejo que me afecte, otras lo naturalizo. Y no está mal, no es grave, no es pecado ni ilegal hacerlo.

Pero, a veces también, existen los despertadores, que nos sacuden, nos levantan de lo llano de nuestro día a día. Y en este caso mi despertador tiene nombre y apellido: Sylvia Iparraguirre. Era una noche normal, no tenía en mi cabeza otra cosa que no fuera Semiótica, pero ahí llegó ella, con “El dueño del fuego”. Y ahí salió mi tercermundista a querer dar cátedra (a mí en primer lugar) de algo que es tan de todos y tan de nadie.

Nosotros nos olvidamos, de nuestros indios, de nuestra gente. Los miramos como si fueran otros tan lejanos, jugamos a ser Geertz

¿Quién nos creemos que somos? El granero del mundo, el gerente de un banco, el dueño de un local, la estudiante de la UBA… ¿quiénes somos?
Cuando apartamos la mirada por el dolor, cuando no queremos ver a los chicos en situación de calle, cuando pensamos día y noche cómo hacer para darles algo, por chiquito que sea. Incluso ahí, nos olvidamos.

Cuando no escuchamos las voces de la tierra, de los ancestros, de nuestras raíces. Cuando los vemos que los despojan de lo poco que tienen y no se nos mueve un pelo. Nosotros todavía tenemos nuestra casa.

La constitución nos dice: “Art. 15.- En la Nación Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy existen quedan libres desde la jura de esta Constitución; y una ley especial reglará las indemnizaciones a que dé lugar esta declaración. Todo contrato de compra y venta de personas es un crimen de que serán responsables los que lo celebrasen, y el escribano o funcionario que lo autorice. Y los esclavos que de cualquier modo se introduzcan quedan libres por el solo hecho de pisar el territorio de la República.” Y sabemos que miente. Como nos mienten siempre, cada cuatro años. ¿Y qué podemos hacer? Obvio que quedarnos sentados, es mucho más cómodo.
Juzgamos al otro, lo miramos mal, ese tarado tecnología-dependiente, o el que muere por ser del primer mundo, ése tan lindo y moderno. ¡Qué nabo que sos! ¿No aprendiste nada en estos 200 años?

Y a veces pienso, qué pasaría si nos bajamos un poco del pedestal (no quiero que se lea como que no me incluyo en lo que digo). Qué pasa si descubrimos que en realidad, todos somos Próspero, en cada uno de nosotros, cada vez que miramos al otro con una otredad casi desagradable. Jugamos a ser progre, pero nuestro imaginario se parece al aula de la doctora Dusseldorff.

El otro está tan lejos, sus problemas son tan suyos y tan poco míos, mejor, me limito a explotarlo un rato. Y ojito con intentar agarrar tu arco y tu flecha y mirarme desafiante.

Que somos argentinos, no nos olvidamos. De lo que sí, es de que ese indio también.

lunes, 22 de noviembre de 2010

"Ahh ¿vos también sos de por acá?" TP segundo cuatrimetres

Nosotros nos olvidamos, de nuestros indios, de nuestra gente. Los miramos como si fueran otros tan lejanos, jugamos a ser Geertz

¿Quién nos creemos que somos? El granero del mundo, el gerente de un banco, el dueño de un local, la estudiante de la UBA… ¿quiénes somos?

Cuando apartamos la mirada por el dolor, cuando no queremos ver a los chicos en situación de calle, cuando pensamos día y noche cómo hacer para darles algo, por chiquito que sea. Incluso ahí, nos olvidamos.

Cuando no escuchamos las voces de la tierra, de los ancestros, de nuestras raíces. Cuando los vemos que los despojan de lo poco que tienen y no se nos mueve un pelo. Nosotros todavía tenemos nuestra casa.

La constitución nos dice: “Art. 15.- En la Nación Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy existen quedan libres desde la jura de esta Constitución; y una ley especial reglará las indemnizaciones a que dé lugar esta declaración. Todo contrato de compra y venta de personas es un crimen de que serán responsables los que lo celebrasen, y el escribano o funcionario que lo autorice. Y los esclavos que de cualquier modo se introduzcan quedan libres por el solo hecho de pisar el territorio de la República.” Y sabemos que miente. Como nos mienten siempre, cada cuatro años. ¿Y qué podemos hacer? Obvio que quedarnos sentados, es mucho más cómodo.

Juzgamos al otro, lo miramos mal, ese tarado tecnología-dependiente, o el que muere por ser del primer mundo, ese tan lindo y moderno. ¡Qué nabo que sos! ¿No aprendiste nada en estos 200 años?

Y a veces pienso, que pasaría si nos bajamos un poco del pedestal (no quiero que se lea como que no me incluyo en lo que digo). Qué pasa si descubrimos que en realidad, todos somos Próspero, en cada uno de nosotros, cada vez que miramos al otro con una otredad casi desagradable. Jugamos a ser progre, pero nuestro imaginario se parece al aula de la doctora Dusseldorff.

El otro está tan lejos, sus problemas son tan suyos y tan poco míos, mejor, me limito a explotarlo un rato. Y ojito con intentar agarrar tu arco y tu flecha y mirarme desafiante.

Que somos argentinos, no nos olvidamos. De lo que sí, es de que ese indio también.

martes, 9 de noviembre de 2010

"Torturas.com" Ensayo final, cuarta versión

Quizás sea prudente partir de la base de que amo la fotografía. Está en mi genética, desde el lado materno e incluso el paterno. Suelo frenar mi aceleración personal, para acomodarme, tirarme al piso, ponerme de cabeza, cambiar de ángulo, sólo para poder captar la esencia de algo. No me considero una fotógrafa profesional ni mucho menos, simplemente para mi va más allá que apretar el disparador en cualquier modo de la cámara digital. Hay que tener en cuenta si sería prudente usar flash, o no, macro, cambiar la sensibilidad, cuánto zoom es necesario, hay que saber mirar, buscar los detalles que embellecen la cotidianeidad y eternizarlos en papel, dejarnos llevar, jugar con la cámara y sentir la magia que puede transmitir un clic.

Es por eso que siento que sacar fotos perdió un poco su esencia, o su meta principal, y si bien podría hablar de cómo ahora las fotos inundan cualquier red social, donde nuestra vida queda más que expuesta, el tema que me trae hoy acá es otro, pero que en algún punto se toca con lo anteriormente mencionado.

Es necesario para seguir que retroceda un poco en el tiempo: Corría el año 2003 cuando EEUU decide poner el pecho ante una situación inadmisible. Parece que los villanos que habían derribado el WTC tenían en su poder armas de destrucción masiva. Y ahí fueron los Marines no sólo a defender a su país, al pueblo estadounidense, incluso al mundo entero sino que también fueron a enseñarle a los pobres orientales una palabra que desconocían: Democracia.

Ya contextualizados puedo avanzar con lo que me interesa. Un año después de la invasión a Irak un grupo de soldados mientras custodiaba el turno noche en la prisión Abu Ghraib, decidió divertirse un rato, y como parece que en el desierto no hay cartas, dados o revistas, no tuvieron mejor idea que fotografiarse tanto a ellos, como a los prisioneros en situaciones intolerables para (lo que suponía) la mayoría de los seres humanos. Y así la noche pasó.

“Así, pues, ¿la cuestión central no son las propias fotografías sino la revelación de lo ocurrido a los "sospechosos" arrestados por Estados Unidos? No: el horror mostrado en las fotografías no puede aislarse del horror del acto de fotografiar, mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a sus cautivos indefensos. Los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial fotografiaron las atrocidades cometidas en Polonia y Rusia, pero las instantáneas en que los verdugos se colocan junto a las víctimas son muy infrecuentes”

Yo no quiero horrorizar, no quiero que dejen de leerme o que salteen párrafos, sólo quiero que cuando mencione las fotos de Abu Ghraib, todos masomenos tengamos una idea similar.

Existe la idea de que las mujeres somos más débiles que los hombres, que somos más impresionables, que somos más miedosas… Por lo tanto asumo que si ustedes tuvieran que imaginarse el pasillo gris de una cárcel, donde aproximadamente siete personas desnudas están apiladas entre sí, con capuchas en la cabeza, el inconsciente colectivo nos haría pensar que quien pudiera estar parado detrás de la pirámide humana, sonriendo, sería un soldado, y uno bien macho. Pero no, una joven rubia, de ojos muy claros, con guantes verdes descartables y uniforme nos sonríe asumo que orgullosa de lo que tiene frente a ella. Y qué hay de la imagen donde junto a un cuerpo ya sin vida, guardado en una bolsa la cual está abierta a la altura de la cabeza, hay otra joven rubia, quizás es la misma, no lo sé, mostrando una amplia y hermosa sonrisa y su mano envuelta en guantes de latex posan con los pulgares arriba. Me imagino la chimenea de una casa, fotos de Navidades pasadas, del baile de graduación, del primer verano en la playa ¿Pondrían los padres de estas chicas las fotos en su living también?

“Vivir "es ser fotografiado", poseer el registro de la propia vida, y, por lo tanto, seguir viviendo, sin reparar, o aseverando que no se repara, en las continuas cortesías de la cámara; o detenerse y posar. Actuar es participar en la comunidad de las acciones registradas como imágenes. La expresión de complacencia ante las torturas infligidas a víctimas indefensas, atadas y desnudas, es sólo parte de la historia. Hay una complacencia primordial en ser fotografiado, a lo cual no se tiende a reaccionar hoy día con una mirada fija, directa y austera (como antaño), sino con regocijo. Los hechos están en parte concebidos para ser fotografiados. La sonrisa es una sonrisa dedicada a la cámara. Algo faltaría si, tras apilar a hombres desnudos, no se les pudiera hacer una foto.”

¿Podría mi cámara, la misma con la que grabo cielos y miradas ser responsable de esto? ¿Cuándo la fotografía se convirtió en picana? ¿Cómo pudieron hacerle esto al arte?

Muchas preguntas me surgen, y me imagino que ustedes podrán tener una para mi ¿Por qué te quejás de estas fotos y no de las periodísticas donde también se muestran muchas veces imágenes dolorosas? Creo que puedo responder en varios puntos esa pregunta:

1- Por un lado, por el contexto en que las fotos son tomadas, ya que en el caso de las fotografías periodísticas se trata del trabajo de alguien que viaja para traer esas imágenes particulares. Pero eso no determina que esté de acuerdo con lo que le toca retratar, o que le cause placer. Es una obligación, le pagan por eso.

2- Todavía no tuve la (mala) suerte de ver a alguien como Steve McCurry sonriendo y con los pulgares arriba junto a cualquiera de las personas en situaciones dolorosas que le tocó fotografiar en su carrera.

3- Lo fotógrafos periodísticos no crean escenarios, se apropian de ellos y trabajan con lo que ven. No torturarían gente sólo por una buena toma.

4- Las fotos de Abu Ghraib se dieron a conocer cuando los soldados estaodunidenses las enviaron por mail a sus familiares y de esta manera se filtraron en la web, mientras que en el otro caso, se trata de una difusión “controlada”, en un contexto dado, con características específicas.

De estos puntos que menciono, hay uno que resuena en mi cabeza. Si las imágenes están en Internet, están al alcance de todos, a sólo un click de distancia. Entonces ¿Qué causará en cada uno de los internautas traer hasta el medio de su habitación o living estas imágenes? Me imagino que a unos cuantos como a mi, les habrá causado repulsión, dolor, tristeza, a otros quizás orgullo, ya que sienten que alguien está haciendo justicia (si pudiera llamarse así). También podrían considerarse una enseñanza de lo que no se debe hacer, aunque, qué no se debe hacer ¿torturar a las personas o meterse con los yankees? Y por ultimo pienso en aquellos a quienes quizás no les causo nada, o quizás solo un poco de impresión, ya que sólo es otra muestra de brutalidad en Internet, nada más.

Creo que es un buen momento para que empecemos a reflexionar sobre algunas cosas, qué vemos en online, por qué lo vemos ¿Dónde están los límites? ¿Quién los pone? ¿Quién es juez? La gran mayoría de las personas tienen en su poder un arma y quizás no lo saben, porque no es necesario un permiso de portación: que levante la mano quien no tenga una cámara de fotos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

"Torturas.com" Ensayo final, tercera versión.

Quizás sea prudente partir de la base de que amo la fotografía. Está en mi genética, desde el lado materno e incluso el paterno. Suelo frenar mi aceleración personal, para acomodarme, tirarme al piso, ponerme de cabeza, cambiar de ángulo, sólo para poder captar la esencia de algo. No me considero una fotógrafa profesional ni mucho menos, simplemente para mi va más allá que apretar el disparador en cualquier modo de la cámara digital. Hay que tener en cuenta si sería prudente usar flash, o no, macro, cambiar la sensibilidad, cuánto zoom es necesario, hay que saber mirar, buscar los detalles que embellecen la cotidianeidad y eternizarlos en papel, dejarnos llevar, jugar con la cámara y sentir la magia que puede transmitir un clic.

Es por eso que siento que sacar fotos perdió un poco su esencia, o su meta principal, ahora es más bien, sacarse una foto atrás de otra, siendo casi iguales, pero en una no estás sacando la lengua y en la otra sí. Creo también que el combo de las infinitas fotos, viene de la mano con otra cosa: la necesidad de publicar nuestra vida en Internet. En cualquier red social, de todos los tamaños o colores. Tiene que quedar registrado en los ojos de todos, primero que nada, que posees una cámara digital, segundo que estás conectado con el mundo, y tercero, que quede asentado qué cosas hiciste y cuáles no. Ni hablar de la satisfactoria sensación de incluso llegar a ser envidiado por otro debido a lo mostrado en tu perfil. En esos términos, podría llegar a creer que el alma va desapareciendo con cada flash.

Este cúmulo de ideas dio muchas vueltas por mi cabeza, intentando ordenarse, pero creo que mezcladas es cuando mejor se entienden: tengo por un lado el abuso de la fotografía y por el otro su difusión mediática, lo cual, si esto fuera matemática, me daría como resultado las fotografías tomadas por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, Irak.

Luego de la invasión en el año 2003, la mencionada prisión pasó de estar bajo el mando de Saddam al de Estados Unidos. Y fue en el contexto de esa guerra en el que surgió la necesidad de crear la Comisión de Investigación sobre los abusos en Abu Ghraib en mayo de 2004 encabezada por el secretario de defensa Donald Rumsfeld y fue presidida por James Schlesinger, a su vez ex secretario de defensa.

Esta comisión se encargó de investigar las impactantes fotografías sacadas por un grupo de soldados que mientras custodiaba el turno noche en la prisión, decidieron divertirse un rato, y como parece que en el desierto no hay cartas, dados o revistas, no tuvieron mejor idea que fotografiarse tanto a ellos, como a los prisioneros en situaciones intolerables para (lo que suponía) la mayoría de los seres humanos. Y así la noche pasó, flash va, flash viene mientras torturaban gente, o veían cómo perros a los presos, o incluso junto a cadáveres.

La situación se les fué de las manos (como si eso no hubiera pasado ya) cuando las fotos las enviaron por correo electrónico a sus familias y de esta manera, circulando por la red, se hicieron públicas y menos mal, controversiales también.
Es en repudio a estos hechos que Susan Sontag escribe un artículo titulado “Fotografía y sociedad, Imágenes torturadas” sobre el cual voy a basarme para llevar adelante la escritura de este ensayo.

La autora estadounidense, nacida en New York en 1933 y fallecida poco tiempo después de escribir el artículo ya mencionado, fue siempre firme a sus convicciones, no se calló nada ni temió a nadie, y si bien por sus declaraciones empezó a recibir serias amenazas, a Sontag no le preocupó lo que podía sucederle. Lo único que la desvelaba eran los cambios que se estaban produciendo en su país.

“Así, pues, ¿la cuestión central no son las propias fotografías sino la revelación de lo ocurrido a los "sospechosos" arrestados por Estados Unidos? No: el horror mostrado en las fotografías no puede aislarse del horror del acto de fotografiar, mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a sus cautivos indefensos. Los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial fotografiaron las atrocidades cometidas en Polonia y Rusia, pero las instantáneas en que los verdugos se colocan junto a las víctimas son muy infrecuentes”

Creo que la principal diferencia entre los dos tipos de fotografías mencionadas por Sontag es la existencia de Internet. Claramente, en todas las guerras existieron los determinados “trofeos”, pero quedaban guardados en “libros negros”, en cambio ahora, la necesidad de exponernos y “comunicar” (si fuera eso lo que hacemos) terminó dejando al descubierto las atrocidades de los soldados.

Esto se traslada directamente a cualquier ser humano con cuenta en Facebook, MySpace, Fotolog o alguna de las tantas otras. Mi mamá intenta explicarle a mi hermana de quince años que a ella le da miedo que publique su vida en Internet, siente que corre muchos riesgos. Pero es la maldita necesidad de estar contando siempre lo que hacemos, esa adicción a estar conectados a vaya uno a saber qué, a sentir que si no lo ven todos, quizás incluso no sucedió. Debemos tener un registro fotográfico de cada uno de nuestros días, por si mañana llegáramos a olvidarnos de algo, o por si alguien no nos vio con el nuevo par de zapatos que nos compramos. Es curioso, incluso en los noticieros hoy día, entre muertes y deportes, en el segmento de tecnología uno puede leer que distintas organizaciones intentan generar conciencia de la exposición que se vive internet, ya que a veces estamos equivocados cuando creemos que las cosas publicadas solo las ven “nuestros amigos”.

“Vivir "es ser fotografiado", poseer el registro de la propia vida, y, por lo tanto, seguir viviendo, sin reparar, o aseverando que no se repara, en las continuas cortesías de la cámara; o detenerse y posar. Actuar es participar en la comunidad de las acciones registradas como imágenes. La expresión de complacencia ante las torturas infligidas a víctimas indefensas, atadas y desnudas, es sólo parte de la historia. Hay una complacencia primordial en ser fotografiado, a lo cual no se tiende a reaccionar hoy día con una mirada fija, directa y austera (como antaño), sino con regocijo. Los hechos están en parte concebidos para ser fotografiados. La sonrisa es una sonrisa dedicada a la cámara. Algo faltaría si, tras apilar a hombres desnudos, no se les pudiera hacer una foto.”


Creo que el ejemplo retratado por Sontag en su artículo es más que claro: La privacidad corre peligro e incluso las cosas que más querríamos ocultar terminan saliendo a la luz. Todavía nos cuesta acostumbrarnos a la necesidad de mostrar a todos las fotos de unas vacaciones, de un cumpleaños, aniversario, pero lo que no comprendo es la necesidad de los soldados de mostrarse (y peor aún, orgulloso) junto a otros seres humanos, iguales a ellos, a mi, a ustedes, ejerciéndoles una violencia sin límite. No entiendo cómo en ese primer mundo en el cual se jactan de ser los mejores en materia económica, en tecnología, puedan carecer de tantos valores y no dudar en demostrarlo.

Y me decepciono y me duele cuando pienso que eso que me genera tanto placer y tanta felicidad pueda estar tan corrido de su eje. El alma, la esencia está perdida, las miradas apagadas o incluso encapuchadas. No puedo concebir que se haya utilizado una cámara como método de tortura, no quiero poder hacerlo. Igual, creo que lo que más me asusta es que dentro de la escala de valores, sea correcto hacer lo que hacen, si total la Doctrina de Seguridad Nacional lo avala, significa que para el Tío Sam está bien.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Proceso de Escritura

El ensayo me tomó mucho más por sorpresa que lo que fue el proyecto narrativo. Durante todo el primer cuatrimestre estuve concentrada en encontrar un tema, un modo de escribir, en ver qué quería contar y cómo. Cosa que no me sucedió durante el segundo.

Debo admitir que fue un cuatrimestre bastante fuera de lo común, la toma, mi viaje a Disney, algunos temitas personales… Creo que estuve un poco desconectada de muchas cosas, el mejor (y peor a la vez) ejemplo que tengo de todo esto es haber perdido mi parcial de Taller. Es el día de hoy que lo sigo buscando, y sigo sin encontrarlo. A veces siento que la que está hoy, no soy yo del todo.

Y fue así, en este clima raro que me encontré frente al ensayo sin saber qué hacer con él, o peor aún, sin saber qué era. Las notas sobre los ensayos me costaron mucho, y eso me hizo temerle un poco a mi futuro proyecto.

Detalle no menor: Mi compu se rompió y andar dependiendo de cuándo mi hermano no usa la suya me limita bastante. Creo que todo esto puede servir como introducción para leer “Torturas.com”. Pero no se pongan ansiosos, todavía hay más…

Claramente, necesitaba un tema, y como nos propuso Claudia, empecé a buscar en mis notas anteriores, en las cuales había aparecido un par de veces el comentario “germen de ensayo” y me topé con “Photoholic”, término que quizás inventé para intentar conceptualizar el abuso de las fotografías.

No voy a mentir, intenté hacer un plan de escritura, el cual creo que a veces seguí y otras no, porque mientras más escribía, sentía que el tema más se abría. Mi musa vendría desde el lado del ensayo de María Negroni. Por ese recorrido tan personal y a la vez distante que sentí al leerla, hablando del algo tan suyo donde a veces te dejaba entrar en su espíritu, y en otras marcaba un poco más una distancia, creo yo para que su trabajo no perdiera su verosimilitud (libre interpretación, claramente)
Me considero un “sujeto” con legitimidad para tomar la palabra, es por esto que empiezo por lo que es la fotografía para mí. Quiero que quede claro el respeto, el amor que le tengo, y que cuando hablo de ella, lo hago desde un lugar particular, no como si fue un tema “x” que se me planteó analizar, sino desde una verdadera preocupación que me nace. Aquí llega la “controversia”, en esa preocupación que tiene sus fuertes, por un lado en el uso incorrecto (a mi criterio) de la fotografía, o mejor dicho, su abuso, el cual está directamente conectado con la exposición personal de cada uno en internet por medio de las fotos publicadas en las redes sociales.

Y ahí llega Sontag, a quien descubrí y leí en Semiología, texto que me cautivó desde un primer momento, que me pareció tan cierto que a veces sonreía mientras asentía con la cabeza y otras me revolvía el estomago ¿Qué mejor ejemplo del abuso de la fotografía y de su exposición en Internet que el caso Abu Ghraib?

Creo que parte de la legitimidad que reciba como “sujeto” parte del estudio que haya hecho del tema, más allá de que me guste o no la fotografía, debía encontrar alguien (y qué alguien) que respaldara mi “discurso”.

Creo que donde más me perdí, fue en el “auditorio” y en la “finalidad” al cual intenté referirme: De a ratos sentía que debía hablarle a todos aquellos que usan indiscriminadamente Internet, a modo de advertirles de los riesgos que pueden llegar a correr, por otros sentía que era hora de hablar con los padres de tantos chicos que se pasan horas y horas frente a la compu sin prestarles atención, pero creo que lo que más me costaba era tratar de entender yo para poder hacer entender a los demás, que el arte y el amor que tengo por la fotografía, podían causar repugnancia, como me pasó cuando me encontré con los soldados en Irak.

Creo que mi ensayo es una búsqueda desesperada de generar conciencia en varios aspectos, porque cuando miro la tele, leo distintas cosas en la Internet y observo a la gente todos los días, y siento que muchas cosas se nos están yendo de las manos, y quiero creer que no estoy dormida y que quizás, puedo despertar a algunos más.


Les dejo el link del artículo de Sontag para los que no lo conocen: http://www.robertexto.com/archivo1/torturas_sontag.htm
La verdad es que pensé en poner algunas de las fotos de Abu Ghraib, pero no puedo... Es más fuerte que yo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Torturas.com" Ensayo Final, segunda versión

Quizás sea prudente partir de la base de que amo la fotografía. Está en mi genética, desde el lado materno e incluso el paterno. Suelo frenar mi aceleración personal, para acomodarme, tirarme al piso, ponerme de cabeza, cambiar de ángulo, sólo para poder captar la esencia de algo. No me considero una fotógrafa profesional ni mucho menos, simplemente para mi va más allá que apretar el disparador en cualquier modo de la cámara digital. Hay que tener en cuenta si sería prudente usar flash, o no, macro, cambiar la sensibilidad, cuánto zoom es necesario…

Es por eso que siento que sacar fotos perdió un poco su esencia, o su meta principal, ahora es más bien, sacarse una foto atrás de otra, siendo casi iguales, pero en una no estás sacando la lengua y en la otra sí. Igualmente, creo que el combo de la masividad de las fotos, viene aparejado con otra cosa: la necesidad de publicar nuestra vida en Internet. En cualquier red social, de todos los tamaños o colores. Tiene que quedar registrado en los ojos de todos, primero que nada, que posees una cámara digital, segundo que estás conectado con el mundo, y tercero, que quede asentado qué cosas hiciste y cuáles no. Ni hablar de la satisfactoria sensación de incluso llegar a ser envidiado por otro debido a lo mostrado en tu perfil.

Teniendo en cuenta estos disparadores, la fotografía por un lado y su difusión mediática por el otro, es que quiero mencionar uno de los temas de mayor controversia con respecto a esta enferma necesidad de exponernos: las fotografías tomadas por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, Irak.

Luego de la invasión en el año 2003, la mencionada prisión pasó de estar bajo el mando de Saddam al de Estados Unidos. Y fue en el contexto de esa guerra en el que surgió la necesidad de crear la Comisión de Investigación sobre los abusos en Abu Ghraib en mayo de 2004 encabezada por el secretario de defensa Donald Rumsfeld y fue presidida por James Schlesinger, a su vez ex secretario de defensa.

Esta comisión se encargó de investigar las impactantes fotografías sacadas por un grupo de soldados que mientras custodiaba el turno noche en la prisión, decidieron divertirse un rato, y como parece que en el desierto no hay cartas, dados o revistas, no tuvieron mejor idea que fotografiarse tanto a ellos, como a los prisioneros en situaciones intolerables para (lo que suponía) la mayoría de los seres humanos. Y así la noche pasó, flash va, flash viene mientras torturaban gente, o veían cómo perros a los presos, o incluso junto a cadáveres.

La situación se les fué de las manos (como si eso no hubiera pasado ya) cuando las fotos las enviaron por correo electrónico a sus familias y de esta manera, circulando por la red, se hicieron públicas y menos mal, controversiales también.
Es en repudio a estos hechos que Susan Sontag escribe un artículo titulado “Fotografía y sociedad, Imágenes torturadas” sobre el cual voy a basarme para llevar adelante la escritura de este ensayo.

La autora estadounidense, nacida en New York en 1933 y fallecida poco tiempo después de escribir el artículo ya mencionado, fue siempre firme a sus convicciones, no se calló nada ni temió a nadie, y si bien por sus declaraciones empezó a recibir serias amenazas, a Sontag no le preocupó lo que podía sucederle. Lo único que la desvelaba eran los cambios que se estaban produciendo en su país.

“Así, pues, ¿la cuestión central no son las propias fotografías sino la revelación de lo ocurrido a los "sospechosos" arrestados por Estados Unidos? No: el horror mostrado en las fotografías no puede aislarse del horror del acto de fotografiar, mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a sus cautivos indefensos. Los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial fotografiaron las atrocidades cometidas en Polonia y Rusia, pero las instantáneas en que los verdugos se colocan junto a las víctimas son muy infrecuentes”

Creo que la principal diferencia entre los dos tipos de fotografías mencionadas por Sontag es la existencia de Internet. Claramente, en todas las guerras existieron los determinados “trofeos”, pero quedaban guardados en “libros negros”, en cambio ahora, la necesidad de exponernos y “comunicar” (si fuera eso lo que hacemos) terminó dejando al descubierto las atrocidades de los soldados.

Esto se traslada directamente a cualquier ser humano con cuenta en Facebook, MySpace, Fotolog o alguna de las tantas otras. Mi mamá intenta explicarle a mi hermana de quince años que a ella le da miedo que publique su vida en Internet, siente que corre muchos riesgos. Pero es la maldita necesidad de estar contando siempre lo que hacemos, esa adicción a estar conectados a vaya uno a saber qué, a sentir que si no lo ven todos, quizás incluso no sucedió. Debemos tener un registro fotográfico de cada uno de nuestros días, por si mañana llegáramos a olvidarnos de algo, o por si alguien no nos vio con el nuevo par de zapatos que nos compramos. Es curioso, incluso en los noticieros hoy día, entre muertes y deportes, en el segmento de tecnología uno puede leer que distintas organizaciones intentan generar conciencia de la exposición que se vive internet, ya que a veces estamos equivocados cuando creemos que las cosas publicadas solo las ven “nuestros amigos”

“Vivir "es ser fotografiado", poseer el registro de la propia vida, y, por lo tanto, seguir viviendo, sin reparar, o aseverando que no se repara, en las continuas cortesías de la cámara; o detenerse y posar. Actuar es participar en la comunidad de las acciones registradas como imágenes. La expresión de complacencia ante las torturas infligidas a víctimas indefensas, atadas y desnudas, es sólo parte de la historia. Hay una complacencia primordial en ser fotografiado, a lo cual no se tiende a reaccionar hoy día con una mirada fija, directa y austera (como antaño), sino con regocijo. Los hechos están en parte concebidos para ser fotografiados. La sonrisa es una sonrisa dedicada a la cámara. Algo faltaría si, tras apilar a hombres desnudos, no se les pudiera hacer una foto.”

Creo que el ejemplo retratado por Sontag en su artículo es más que claro: La privacidad corre peligro e incluso las cosas que más querríamos ocultar terminan saliendo a la luz. Todavía nos cuesta acostumbrarnos a la necesidad de mostrar a todos las fotos de unas vacaciones, de un cumpleaños, aniversario, pero lo que no comprendo es la necesidad de los soldados de mostrarse (y peor aún, orgulloso) junto a otros seres humanos, iguales a ellos, a mi, a ustedes, ejerciéndoles una violencia sin límite. No entiendo cómo en ese primer mundo en el cual se jactan de ser los mejores en materia económica, en tecnología, puedan carecer de tantos valores y no dudar en demostrarlo.

Igual, lo que más me asusta es que dentro de su escala de valores, sea correcto hacer lo que hacen, si total la Doctrina de Seguridad Nacional lo avala, significa que para el Tío Sam está bien.

lunes, 1 de noviembre de 2010

"Torturas.com" Ensayo final, primera versión.

Quizás sea prudente partir de la base de que amo la fotografía. Está en mi genética, desde el lado materno e incluso el paterno. Suelo frenar mi aceleración personal, para acomodarme, tirarme al piso, ponerme de cabeza, cambiar de ángulo, sólo para poder captar la esencia de algo. No me considero una fotógrafa profesional ni mucho menos, simplemente para mi va mas allá que apretar el disparador en cualquier modo de la cámara digital. Hay que tener en cuenta si sería prudente usar flash, o no, macro, cambiar la sensibilidad, cuánto zoom es necesario…

Sacar fotos perdió un poco su esencia, o su meta principal, ahora es más bien, sacarse una foto atrás de otra, siendo casi iguales, pero en una no estás sacando la lengua y en la otra sí. Pero mas allá de disparar muchas veces, creo que el problema viene por otro lado: Por la necesidad de publicar nuestra vida en internet. En cualquier red social, de todos los tamaños o colores.

Uno de los temas de mayor controversia con respecto a esta enferma necesidad de mostrarnos ante todos, fueron las fotografías tomadas por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, Irak. Luego de la invasión en el año 2003, la mencionada prisión paso a estar bajo el mando de Estados Unidos, y fue en ese contexto en el que se creó la Comisión de Investigación sobre los abusos en Abu Ghraib en mayo de 2004 por el secretario de defensa Donald Rumsfeld y fue presidida por James Schlesinger, a su vez ex secretario de defensa.

Las fotografías eran mucho más de lo que todos podíamos soportar. Un grupo de soldados que custodiaban el turno noche decidieron divertirse un rato, y como parece que en el desierto no hay cartas, dados o revistas, no tuvieron mejor idea que fotografiarse no solo torturando prisioneros, sino incluso, junto a cadáveres.
Es en repudio a esta situación que Susan Sontag escribe un artículo titulado “Fotografía y sociedad, Imágenes torturadas” sobre el cual voy a basarme para llevar adelante la escritura de este ensayo.

La autora nació en New York en 1933 y falleció poco tiempo después de escribir el artículo ya mencionado. Siempre firme a sus convicciones, no se callaba nada ni temía a nadie, y si bien por sus declaraciones empezó a recibir serias amenazas, a Sontag no le preocupaba lo que podía sucederle. Lo único que la desvelaba eran los cambios que se estaban produciendo en su país.

“Así, pues, ¿la cuestión central no son las propias fotografías sino la revelación de lo ocurrido a los "sospechosos" arrestados por Estados Unidos? No: el horror mostrado en las fotografías no puede aislarse del horror del acto de fotografiar, mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a sus cautivos indefensos. Los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial fotografiaron las atrocidades cometidas en Polonia y Rusia, pero las instantáneas en que los verdugos se colocan junto a las víctimas son muy infrecuentes”

Creo que la principal diferencia entre los dos tipos de fotografías mencionadas por Sontag es la existencia de Internet. Claramente, en todas las guerras existieron los determinados “trofeos”, pero quedaban guardados en “libros negros”, en cambio ahora, la necesidad de exponernos y “comunicar” (si fuera eso lo que hacemos) terminó dejando al descubierto las atrocidades de los soldados.

Y en menor medida esto se traslada a cualquier ser humano con cuenta en Facebook, MySpace, Fotolog o cualquiera de las tantas otras. Mi mamá intenta explicarle a mi hermana de quince años que a ella le da miedo que publique su vida en internet, siente que corre muchos riesgos. Pero es la maldita necesidad de estar contando siempre lo que hacemos, esa adicción a estar conectados a vaya uno a saber qué, a sentir que si no lo ven todos, quizás incluso no sucedió. Debemos tener un registro fotográfico de cada uno de nuestros días, por si mañana llegáramos a olvidarnos de algo, o por si alguien no nos vio con el nuevo par de zapatos que nos compramos.

“Vivir "es ser fotografiado", poseer el registro de la propia vida, y, por lo tanto, seguir viviendo, sin reparar, o aseverando que no se repara, en las continuas cortesías de la cámara; o detenerse y posar. Actuar es participar en la comunidad de las acciones registradas como imágenes. La expresión de complacencia ante las torturas infligidas a víctimas indefensas, atadas y desnudas, es sólo parte de la historia. Hay una complacencia primordial en ser fotografiado, a lo cual no se tiende a reaccionar hoy día con una mirada fija, directa y austera (como antaño), sino con regocijo. Los hechos están en parte concebidos para ser fotografiados. La sonrisa es una sonrisa dedicada a la cámara. Algo faltaría si, tras apilar a hombres desnudos, no se les pudiera hacer una foto.”

No dudo de la necesidad de mostrar a todos las fotos de unas vacaciones, de un cumpleaños, aniversario, pero aun no comprendo la necesidad de mostrarse (y peor aún, orgulloso) junto a otros seres humanos, iguales a ellos, a mi, a ustedes, ejerciéndoles una violencia sin límite. No entiendo cómo en ese primer mundo en el cual se jactan de ser los mejores en materia económica, en tecnología, pueda carecer de tantos valores y no dudar en demostrarlo. Igual, lo que más me asusta es que dentro de su escala de valores, sea correcto hacer lo que hacen, si total la Doctrina de Seguridad Nacional lo avala, significa que para el Tío Sam está bien.

lunes, 25 de octubre de 2010

"El arte de dejar de pensar" Notas sobre Benjamin

Alicia Entel el año pasado me presentó a Walter Benjamin. Si bien no fué mucho lo que leí de él, de cada línea uno puede sacar algo, exprimiéndola cual naranja. Miembro también de la ya mencionada escuela de Frankfurt, este autor vio cara a cara a los totalitarismos, siendo también perseguido y llevándolo a su (heroica según Entel) muerte, donde antes de dejarse matar por el enemigo que tanto detestaba, decidió el mismo tomar sus propias decisiones, y morir en sus manos, o en las de la morfina.

En este ensayo uno se encuentra con el planteamiento de la ausencia del arte de narrar (teniendo como disparador el título) El autor plantea la desaparición, de la mano de los medios, de la narración, dando paso a la información neta la cual incluso, puede llegar a alienar. ¿Cómo se llegó a esto? Si alguna vez existió, como en el ejemplo citado de Herodoto ¿Por qué ahora es una especie en peligro de extinción?

Teniendo en cuenta el origen y la escuela a la cual pertenece el autor, sería lógico pensar en esta ausencia del narrar y a la vez exceso de información como un arma más. Podemos enterarnos (y cada vez más) todos los días de todo. Pero lo que no sé si podemos, es pensar, que quede a criterio nuestro cómo juzgar la noticia. Qué sentir al leer o escuchar tal o cual cosa. Uno se siente un poco dentro de "Fahrenheit 451" leyendo esto…

“Cada mañana se nos informa sobre las novedades del planeta. Y, sin embargo, somos
pobres en historias singulares. ¿A qué se debe esto? Se debe a que ya no nos llega
ningún acontecimiento que esté libre de datos explicativos.”

Esta herramienta también minimizaría las cosas, o al menos eso creo. Se habla mucho de estadísticas, pero cuando son anónimas, cuando no vemos las caras de a quienes les pasó, les prestamos menos importancia. Esos singulares, son los individuos aislados de los que también hablan Adorno y Horkheimer. De a menos es más difícil organizarse, poner ideas en común, incluso penar. Pero de a menos, es más fácil dominar también.
Benjamin escribe este ensayo desde un lugar especial: su voz la siento cambiante, empieza sonando como resignado, o sentenciando algo, y luego da paso al ejemplo, permitiéndonos abrir los ojos, los oídos, los sentidos y afilando los dedos.

Finalmente sus líneas nos invitan a intentar revertir esta situación. Cree que en la narración existe una fuerza que se está perdiendo, e intenta desde su lugar, convencernos o invitarnos a ayudarlo a que vuelva. O quizás, no tiene nada que ver con esto, y son solo suposiciones.

Deberíamos intentar hacer un ejercicio, buscar en distintos medios el arte de narrar, o su ausencia y si de verdad es el periodismo lo que queremos, desde nuestro lugar, empezar a practicar cómo hacer para que vuelva.

lunes, 18 de octubre de 2010

"Semejanzas entre los celulares y la Escuela de Frankfurt" Notas de Adorno y Horkheimer

Mi primer encuentro con Adorno y Horkheimer fue durante el primer cuatrimestre del año pasado, más precisamente en una clase de Comunicación I, cátedra Entel.

Había salido a cenar con mi familia a la casa de unos amigos por el cumple de uno de ellos, era lunes a la noche y no había leído el Prólogo a la primera edición alemana del libro “Dialéctica del Iluminismo” para la clase del día siguiente. Por lo que cuando llegué, me cambié, agarré el apunte, el lápiz y me metí en la cama.

Al mejor estilo de “¿De qué estás hablando Willy?” me pregunté ¿De qué están hablando Theodor y Max? No eran mas que palabras y palabras y palabras difíciles, mezcladas vaya uno a saber cómo y sin dar a entender a que querían apuntar con mucha claridad. Igual, me fui a dormir semi-tranquila, al menos lo había intentado, quizás al día siguiente entendería un poco más. Y así fue, cuando en clase el profesor nos empezó a hablar de la Escuela de Frankfurt quedé fascinada. Me parecía increíble como estos dos hombres (en principio, después llegaron los demás) habían presentado al mundo una critica tal de los gobiernos dictatoriales, de la industria cultural, de las masas, sus mensajes se fueron haciendo cada vez más claros para mi.

Sin embargo en “Aislamiento por comunicación” me retrotraigo a otras cosas ¿Se hubieran imaginado Theodor y Max que 66 años después estaría escribiendo en relación a su texto haciendo referencia a algo que se creó después de su muerte y que nunca conocieron? No se por qué, pero creo que sí.

Al hablar de la situación de los trabajadores, separados en cubículos o viajando separados en autos en vez de conversando en el tren (debo admitir que en este punto difiero, que tanto más feliz me hace ir a la facu en auto) no puedo dejar de pensar en los celulares. Tengo el recuerdo del cumpleaños de una amiga en el año 2004. Estábamos todos sentados en ronda en el jardín de su casa, pero de esas, supongamos 20 personas, sólo 4 o 5 tenían celular, el boom recién estaba empezando. Por lo tanto, en pequeños grupos dentro de una misma ronda la gente se concentraba para mirar una pantallita de 2cm x 2cm, casi estupidizados por luces y sonidos mágicos que salían de ellos. Se hablaba poco, y si se hacía era sobre los celulares (obviamente). No terminé de entender o quizás empecé a entender ese día la dinámica que traía de la mano ese singular aparatito.

Me cruzaba a gente caminando abrazados, cada cual con un celular en la mano, mandando mensajes, hablando o incluso, escuchando música. El colmo fue ver en una mesa de restaurant de un lado a una dama, del otro un caballero pero ninguno de los dos se hablaba o miraba… Estaban concentrados en su teléfono.

La modalidad celular-facón también me molesta e irrita. Qué tan macho sos se define por ver quién pone arriba de la mesa el mejor celular, al estilo pulpería del Martin Fierro, un gran duelo quizás sea ver quién escribe un mensaje de texto más rápido.
Se suponía que el celular nos uniría, comunicaría, acercaría… pero algunas cosas no salieron del todo bien. Las denuncias por desaparición (que resultaron erróneas) aumentaron radicalmente, lo cual es lógico, si no te atienden al segundo llamado seguro es porque están tirados en una zanja, no porque se quedaron sin batería o porque simplemente no quieren atender.

No sé si el celular debería haber sido una cosa que no fue, o si es un plan perfectamente diseñado para adiestrar cerebros. Quizás tenga más que ver con esto: “los visitantes descubren que, a través del creciente aislamiento, han llegado a asemejarse cada vez más. La comunicación procede a igualar a los hombres aislándolos.”

El “celu y la coca” ya se convirtieron en una herramienta política, increíble… creo.

domingo, 17 de octubre de 2010

"Do you speak spanish?" Notas de María Negroni

Corría el año 1985 en Argentina y estaba cargado de nuevas situaciones: Desde 1983 la democracia se había restaurado en el país, el gobierno de Alfonsín cumplía su segundo año, se produjo el terremoto en Mendoza dejando como saldo 6 muertos, 238 personas heridas y 12000 viviendas destruidas, se inició también el Juicio a las Juntas, el Plan Austral se puso en marcha, al igual que se terminó de ultimar la firma del Tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile. Entre otras cosas de menor envergadura, por ejemplo, nació mi hermano Panchi y la rosarina María Negroni llegaba a New York por primera vez.

En su ensayo “Ir volver/de un adónde a un adónde” vagué por varios lugares creo particularmente por esa manera de explicar sus idas y vueltas, sus amores y desamores e incluso su falta de patria en algún aspecto.

“Y, al revés, ¿Cómo reaccionar cuando sentimos que hablar ingles nos limita, nos obliga a vivir en un mundo insuficiente, casi falso? Peor que eso, cuando descubrimos que el problema va mucho mas allá de las palabras, porque cada cultura tiene valores a los que responde en lenguaje, un sistema de creencias que determinan la manera de sentir el placer y el dolor, de apreciar la belleza y la sexualidad, de fijar la distancia aceptable entre los cuerpos en un abrazo o en un mimo”

Volviendo de Disney hubo un momento en el que me sentí tan lejos de casa y tan sola, y esa sensación fue, principalmente, por el idioma. Estaba separada de mis hermanas, ya que mi pasaje lo sacamos después, por lo que quedaron unas cuantas filas más adelante. El avión no podía despegar de Orlando porque en Atlanta llovía a cántaros, y estuvimos arriba del mismo, sobre la pista demorados más de una hora. Miraba por la ventana, escribía, pensaba en el cumple de Esteban que era ese día, y de a poquito me hundí más y más en mi asiento. Lo peor de todo es que alrededor mío sólo escuchaba voces, las cuales a veces entendía, pero otras no. Una familia de 10 brasileros me rodeaba, adelante tenia a unas yankees, de vez en cuando el capitán hablaba por altoparlante… “Su lengua no es mi lengua. Me siento lejos de casa” escribí en mi cuaderno.

Mis abuelos, mi mamá y mis tías (de hecho, una de ellas nació allá) también vivieron en New York, pero varios años antes, en la década del ‘50. Trasladaron a mi abuelo a EEUU ya que un accidente de tren lo había dejado bastante malherido y la medicina allá lo iba a saber tratar mejor. Mi mamá curso allá primer grado, con todo lo que eso implica. Sus primeras enseñanzas con respecto a la lengua, a su gramática, fueron precisamente en otra lengua. Tanto es así que cuando volvió no entendía por qué jaula no se escribía con H como house, si sonaba igual… A mi me pasó, en mucho menor grado, pero me enojé mucho conmigo misma cuando me encontré pensando en ingles ¿Por qué si yo no hablo así? Ni hablar cuando me escuché diciendo la palabra “refrigerador”.

No estamos ni en 1958, ni en 1985, estamos nada mas y nada menos que en el siglo XXI y pienso en el 11 de septiembre, conocido como el día del maestro, o ahora como el cumpleaños de Esteban. Transitaba como otro sábado más, me levanté, fui al comedor, me serví café, compré el diario y en inglés recordé que acá (en ese momento) allá (ahora), no estaban de festejo, sino rindiendo homenaje a los fallecidos 9 años atrás en el atentado a las Torres Gemelas.

lunes, 11 de octubre de 2010

Ensayando el ensayo

Para ser honesta, muy pocas veces pensé en un ensayo como un “Escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito.”

Pensé en mi amigo Tomi ensayando los martes y jueves a la noche.

Me vi ensayando en un teatro alguna que otra coreografía.

Ensayé lo que quería decirle a alguien también, aunque ahora que lo pienso, quizás ensayé un ensayo (en el caso de que eso fuera posible)

Recordé a mi amiga Caro corriendo de un lado al otro, para llegar a sus distintos ensayos de teatro, desde “Ifigenia” hasta “Esperando la carroza”

Incluso, pensé en tubos de ensayo.

Claramente, de las definiciones de ensayo que hay, yo tomé la de “Representación completa de una obra dramática o musical antes de presentarla al público.” Pienso que quizás, no sepa apropiarme del ensayo, así como me costó hacerlo con las notas.
Leo los textos del cuadernillo y tengo una ensalada de ideas distintas, mezclas de realidad y ficción, me dan ganas de escribir pero no se bien qué ¿Será un ensayo?

Me acuerdo de “Photoholic” mis notas de Celia Güichal, en donde vieron una punta de ensayo. Debería releerlas a ver si yo también la encuentro. O quizás, no tengo tan internalizado el termino y es cuestión de amasarlo un rato, pensarlo, descifrarlo y así intentar llegar a algo.

Mientras tanto, será cuestión de “ensayo y error”.

domingo, 10 de octubre de 2010

Otro punto de vista de mi proyecto narrativo

¿Ya está? ¿Ya pasó? ¿Esto era todo? ¿Estar parado en mi casa y de pronto listo? ¿O algo salió mal y sigo arriba?
¿Y la paz? ¿Y la alegría? ¿Y la tranquilidad? ¿Donde están? Yo quería estar libre de culpa y ahora no puedo. Ahora no entiendo. ¿A dónde me fui? Era todo muy sencillo, salir del trabajo, viajar en subte, llegar a mi casa y hacerlo. Para dejar de pensar, para dejar de sentir, para dejar…
Pero ahora no sé, no siento, no veo, no escucho, pero pienso. No era eso lo que yo quería, no era eso lo que buscaba. Necesitaba algo que me calmara, necesitaba escapar ¿y dónde está? ¿Qué me hiciste? ¿Por qué me engañaste así? Yo creí que al morir sería recibido en el cielo, creí que todo terminaba, que el dolor terminaba para volver a la plenitud. No entiendo.

Ya pasó un rato creo. No sé cuánto, minutos, horas, días. Acá todo es muy parecido. “Acá” ¿Qué será eso? Un hospital, una funeraria, quizás ya esté bajo tierra… O quizás todavía sigo colgado en mi casa y nadie me encontró. ¿Quién lo hará? ¿O quién lo habrá hecho? Espero no haya sido ella, no podría soportar saber que me vio en ese estado. Quizás algún día me entere, quizás algún día salga de esta situación de paso y vaya a otro lugar. O quizás esta sea mi eternidad. Pero no podría ser esta, porque seria injusto ¿Por qué lo habría hecho entonces? Es lo mismo, siento el peso de mi dolor todavía en mi espalda, como lo sentía en casa, en el trabajo, en la calle ¿Por qué no funciona? Yo ya no podía mas, y ahora sigo sin poder, nada cambió ¿nada va a cambiar?

Y todos aquellos que creen que nosotros somos facilistas, que buscamos la salida corta, me gustaría volver y decirles que no. Los imagino a mis amigos, en mi velorio, pensándome como un cagón. Los querría ver a ellos así, en este limbo eterno, de incertidumbre, de oscuridad, de silencio. A esta altura ya no se que es peor, si haberme quedado allá o acá, tomé una decisión y no sé si fue la correcta o no.

Tal vez, de haber sabido que esto era así, hubiera hecho otra cosa, quizás hubiera intentado enmendar mis errores para poder estar en paz cuando me llegara el momento. Dejar asuntos pendientes, quizás esa no fue una buena decisión.

domingo, 26 de septiembre de 2010

La toma de la facultad según los estudiantes de Sociales.

Hace cuatro semanas, mi mamá vino a despertarme, diciéndome que la facultad de Ciencias Sociales de la UBA estaba tomada. Hoy, lunes 27 de septiembre, me atrevo a escribirle a todos aquellos que quieran leerme, pero principalmente a quienes han levantado su dedo para señalarme.

Un vidrio se había desprendido de la sede de Marcelo T. poniendo en riesgo a todos los estudiantes de esa facultad. Ahí empezaron, los que hablan sin saber, a dar sus discursos “¿Qué tan rota puede estar la facultad?” “Es imposible que un vidrio se caiga solo” “Qué oportuno, no sólo los colegios, ahora también la UBA está tomada”
Yo mucho no pude decir en ese momento, era miércoles, día el cual no curso, así que me limté a informarme por internet, pero eso no quitaba que estuviera a la vez atenta y un poco ansiosa por saber qué pasaría con el teórico de Taller 1 del día siguiente, porque no sabía qué curso tomaría esta situación.

A la noche, leí en http://socialesforo.com.ar “Vengo de M.T. Nos llegó la noticia que se tomaron Ramos y Constitución." "Se votó por unanimidad continuar con la toma y se convocó a una asamblea general (Las tres sedes) mañana a las 20:30 y a la participación en la marcha de los estudiantes de secundaria” “Actualizo: segun la cuenta de Twitter de presidencia FUBA, la sede de Ramos Mejia está tomada también!” y mensajes como esos, otros tantos.

El viernes me iba de viaje, así que esos dos días de toma no me molestaban, para cuando volviera supuse estaría todo resuelto.

Volví de viaje, pasaron 25 días, tengo un parcial en puerta y riesgo de perder una materia anual como Semiótica, y es por eso que a todos aquellos que me dicen “esto pasa porque no tienen ganas de estudiar” yo les digo que primero se informen y después me opinen, pero como clickear y buscar mínimamente en internet qué está pasando es una tarea difícil y agotadora, yo los ayudo:

El Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales llama a una facultad tomada, no vaciada ¿Qué significa eso? Que buscan que la actividad académica continúe, que las clases sean públicas, es decir, en la calle o en su defecto pasillos o estacionamiento. Esta modalidad fue alterada a partir de la resolución de la asamblea del pasado miércoles 22. El C.E.C.So. con respecto a esto, publicó en su página “Se cambia la modalidad de la toma: La asamblea unificada de Sociales del miércoles 22/9 decidió mantener la lucha y cambiar la modalidad de la toma. Desde hoy jueves 23/9 se realizarán clases públicas en las calles, el estacionamiento y se abrirán las aulas, bajo la organización de los estudiantes, para fomentar 30 minutos de debate y la elección de delegados para masificar y profundizar la lucha por todas nuestras reivindicaciones.”

El detalle de color de todo esto, es que muchos no saben por qué se sigue manteniendo esta medida, qué es lo que se busca conseguir “Edificio único. Mejoras edilicias. Subsidios para becas, apuntes y comedor estudiantil. Ampliación del presupuesto educativo en base al no pago de la deuda externa. Comedor en sede Constitución. Repudio a las políticas educativas del Gobierno Nacional y el Gobierno Porteño”

Claramente no entiendo si a todos aquellos que nos critican no les gustaría tener el placer (ni hablar del derecho) de estudiar en condiciones, creo que ni siquiera dignas, sino normales, donde las aulas estén preparadas para albergar la cantidad de alumnos que cursan en ellas, donde la seguridad del edificio me dejara tranquila en caso de evacuación. Pero no, es más fácil creer que nos gusta no tener que cursar, que el tiempo libre nos fascina, que estar a punto de perder materias es divertidísimo.

Podemos estar a favor o en contra, eso nadie lo niega, pero nunca si perdemos el respeto ¿Nos merecemos que pasen y nos griten en el medio de la clase “vayan a laburar vagos de mierda”? La Real Academia Española define vago como “Vacío, desocupado. Dicho de una persona: Sin oficio y mal entretenida. Holgazán, perezoso, poco trabajador.” En esas definiciones no encuentro “estudiante de una carrera universitaria” o mucho menos “dijese de la persona que trabaja por la mañana y cursa por la tarde” Por lo tanto, señor de la camioneta, lo invitamos a que nos dé la dirección de su trabajo, para que nosotros también podamos pasar gritarle cosas sin sentido como “la batata canta mientras la cacerola baila”. Pero tenemos acá un problema, seguramente su lugar de trabajo sea propiedad privada, por lo que dudo podamos ingresar. Pero, como la vía pública es justamente pública, quédese tranquilo, que lo esperaremos en la puerta.

¿Qué si me gustan las clases en la calle? No, no me gustan. Me desconcentro, cursar de 13 a 15 al sol y no poder usar mis antojos por tener que usar lentes oscuros me molesta, y viajar mucho para no saber qué va a pasar cuando llegue me malhumora.
De hecho, tampoco me gusta ver a la facultad cerrada con un candado, con las escaleras bloqueadas, con las aulas cerradas…

Por otro lado, me gustaría también decirle a todos aquellos que nos llaman “tomadores” que podemos estar de acuerdo en algunas cosas y en otras no. Que no es todo extremo y que los grises existen. Y de hecho me gustaría contarles algo que incluso no deben ni imaginar ¿Saben que existen los alumnos en contra de la toma como medida de lucha? ¿Que están de acuerdo con lo que se busca pero con el modo y qué se están movilizando para presentar un petitorio en la asamblea del martes para terminar con esta situación? Ellos se presentan como “estudiantes que consideramos que a un mes de la toma de la Facultad de Sociales, la metodología de lucha que se está llevando a cabo no funcionó, y queremos que se dé por finalizada para comenzar con el diálogo y continuar con la cursada del cuatrimestre. No se trata de estar de un lado o del otro, con unos o con otros, a favor o en contra. No hay que polarizar! Se trata de entre todos solucionar los problemas que toda la comunidad de sociales tiene. No apoyamos la gestión, no nos respalda ninguna agrupación!

Consideramos que el reclamo por las condiciones edilicias es absolutamente legítimo, y por eso estamos abiertos al diálogo con todos nuestros compañeros y con las autoridades de la facultad.”

¿Qué pensás ahora de nosotros, los estudiantes de Ciencias Sociales, vos el que decis que somos todos iguales?

No somos títeres, no vamos para donde va el viento, tenemos opción y libertad de elegir a quién apoyar y por qué.

Y te digo más, querés sermonearnos, hacelo sin problema, pero antes pasa por el aula donde cursé taller el primer cuatrimestre a ver los dos baldes que juntan un líquido de procedencia dudosa que gotea desde el techo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Carta argumentativa parte II

Manuel:

Debido a tu planteamiento sobre nuestras supuestas contradicciones ideológicas he decidido responderte, no solo como miembro de la Agrupación Las Rojas, sino también, como miembro de ésta sociedad.

El primer punto en el cual me voy a detener es en tu mención a “yo decido sobre mi cuerpo” y lo que vos determinás un tercero. No voy a ser yo quien te conteste, sino la biología: “Se ha observado que un poco después del apareamiento, y cuando uno de los espermatozoides ha logrado superar las barreras externas del óvulo, la fusión de los dos genomas puede tardar hasta un día. Treinta horas después de haberse mezclado los materiales genéticos de padre y madre, comienza la división celular. Al principio son dos células, luego, cuatro, ocho, 16..., hasta formar un paquete esférico, la mórula, cuerpo de un tamaño –dicen– no mayor al punto que aparece al final de esta frase. A los cuatro días, la mórula se dilata y se ahueca para formar el blastocisto.
El blastocisto no tiene órganos ni atributos humanos. En palabras sencillas: es apenas un conjunto esférico e infinitesimal de células indiferenciadas, un lejano proyecto de ser humano. A partir de ese momento, se da inicio a la diferenciación celular. Los cambios continúan hasta cuando, varias semanas más tarde, el embrión se transforma en feto, y ya se adivina ante la lupa un ser vivo, una pequeña criatura con apariencia más de reptil que de humano.”


Nosotras no decidimos por nadie más que por nosotras mismas, no somos asesinas ni privamos de libertades a nadie “La libertad termina cuando empieza el derecho del otro” citaste en tu carta ¿y dónde está mi derecho a un aborto legal, gratuito y SEGURO? No en clínicas clandestinas donde nuestra vida está en riesgo.

Nunca hablamos de matar bebes, o personitas, sino de interrumpir embarazos en donde sólo está en juego un conglomerado simple de células tan vivas como las que encontramos en cualquier cultivo de células humanas, pero nadie con sentido común las considera una personita.

Por otro lado, haciendo referencia a tu idea sobre nuestra ideología, para empezar no nos referimos a nuestros hijos como productos. Creo que estas lateralizando una frase que es más bien utilizada como spot, en donde reflejamos cuál es nuestra ideología y a qué apuntamos ¿O acaso Marx vio a muchos encadenados (con cadenas reales) al decir “obreros del mundo únanse, tienen un mundo por ganar y sólo cadenas por romper”?

Quizás incluso en algún momento nuestra ideología pudiera llegar a cruzarse con los libertinos, pero no sería excluyente. No consideramos de ninguna manera caer en una posición obtusa. Tenemos bien firmes nuestras bases, nuestras metas, lo que queremos conseguir luchando.

Igualmente, aceptamos tu opinión, si bien no la compartimos y te invitamos a que cuando quieras nos busques en la facultad.

¡Por el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito ya!

Laura Ruiz.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Carta argumentativa: “Aquí está el por qué”



Queridos chicos:

Les escribo antes de irme, porque creo que no voy a poder esperar a que se despierten para saludarlos. No es que no quiera, no tengo tiempo, me dijo Belén que tenemos ya de madrugada que empezar con la mudanza.

Yo sé que se enojaron mucho conmigo cuando se enteraron, pero quiero darles mis razones, porque así yo creyera que estoy actuando mal o haciéndoles mal, claramente no tomaría ésta decisión, pero como soy su papá, y sé que me quieren mucho y desean para mí lo mejor, sé también que van a saber entenderme. Además, no merecería su enojo, yo siempre me caractericé por ser un tipo correcto.

Ustedes la conocen a Belén, ella ha venido a algunas reuniones en casa, han podido ver que es una buena persona, cariñosa y con muchas capacidades. Una verdadera profesional, abogada leal como pocas, no de esas truchas que andan dando vueltas por ahí. Ojo, no piensen mal, no es que no quiera a su mamá, yo la quiero muchísimo y la respeto mucho también, hemos compartido tantos años juntos, tantas cosas… Realmente, una mujer excepcional, pero no pude evitar enamorarme de Belén. Ustedes saben cómo es el amor, viene un día y te da vuelta tu vida. Yo quiero ser feliz, y la felicidad está junto a la persona que amás, y yo claramente hoy puedo decir que amo a Belén.

Claramente, yo no podía largar toda una familia por la ventana sin probar antes si lo que sentía era verdadero, por eso fue que estuve saliendo “noviando” estos meses antes de tomar la decisión. Yo no soy uno de esos que se arman una vida paralela, que tienen una familia en otra casa, yo simplemente quise estar seguro de lo que iba a hacer. Vi la posibilidad de ser feliz, y seguí ese camino.

A ustedes nunca les faltó nada, les he comprado cuanto me han pedido, nos fuimos de vacaciones todos los veranos a lugares distintos, estuve en sus cumpleaños, en sus actos en el colegio, siempre presente y tengan en cuenta que hay padres que se borran, y sin embargo yo no. Así que no quiero que piensen que esta mudanza significa nuestra separación. Simplemente, me voy de casa, porque quiero ser feliz y ahí no está mi felicidad. Creo que ustedes ya están grandes, no me necesitan y si me ven todos los días o no, no les va a modificar la vida. Realmente ¿Cuántas cenas o almuerzos pasamos juntos? Muy pocas durante la semana. Es más, ahora va a ser mejor, porque podemos poner un día fijo, el “día de padres e hijos” donde pueden venir a casa (la nueva) o podemos salir juntos, así no perdemos contacto… ¿Qué les parece? Una vez por semana o cada quince días estaría bien ¿no? Además, así la van conociendo más a Belén, porque ella ahora es parte de la familia.

Yo nunca los he condicionado, cuando quisieron elegir sus carreras universitarias, deportes, ropa, siempre los he dejado ser, así que espero que ustedes tampoco me condicionen a mí. Déjenme ser feliz, amar y ser amado. Y no se preocupen por mamá, ella es grande, va a estar bien, quizás ahora esté un poco molesta, pero con el tiempo se le pasará, incluso quien dice tenga la suerte que tuve yo de encontrar el amor.

Soy su padre, no lo olviden, y como tal, tengo derecho a ser escuchado, o leído en este caso, así que antes de tomar una decisión con respecto a nuestra futura relación, lean atentamente estas líneas y comprendan cómo me siento y cuánto necesito irme.

No tienen la culpa ustedes, no crean eso, yo soy el culpable de haberme enamorado perdidamente, como si tuviera quince años otra vez.

Los quiere mucho,
Papá.

lunes, 30 de agosto de 2010

Photoholic

Volvía en el tren, cuando decidí agarrar el texto de Celia Güichal para empezar mis nuevas notas de lectura.

Pensé en el viaje y su difusión digital. El volver para contar, para escribir, no es más o menos importante que el volver para mostrar las fotos. Se reúne la gente en las casas amigas, prenden la compu (ya ni siquiera están impresas) y empiezan a pasar 1, 2, 3, 40, 132, 380, 415, 749, 800…

La necesidad de tener una cámara en la mano es casi incomparable. Estás a punto de salir del hotel y viene la revisada general “Tengo la cámara, los documentos, el dinero, las llaves, ropa por si llueve, comida…” Indiscutible su primer lugar. Además, si contamos que estuvimos en París pero no mostramos la foto en la Torre Eiffel ¿quién nos va a creer?

Lo mismo pasa con el Facebook “Ana Novatti ha sido etiquetada en 425 fotos del álbum <>” ¿Cómo no subir LAS fotos que te sacaste en EL viaje? Aunque el viaje haya sido de acá al jardín de mi casa. La necesidad de que estén subidas en internet, de que todos puedan verlas, comentarlas, ¿envidiarlas?, compartirlas. Si no aparecen en Facebook, My Space o algo así ¿Quién nos va a creer que viajamos?

Y esto me lleva a un lugar totalmente distinto, me lleva a las fotos de Abu Ghraib. Esas horribles imágenes de soldados torturando gente en la prisión, posando orgullosos como si fuera Mickey a quien tienen junto a ellos. Demuestran que estuvieron ahí, que disfrutaron el viaje, que están felices de su paseo por las cálidas tierras, pero usando personas, con sentimientos, derechos, virtudes, defectos, familia como excursiones. Una cosa es estar parado haciéndoles lo que sea que les hagan, pero otra muy distinta es verte en una pantalla sonriendo y encima enviar las fotos a tus conocidos para que ellos también vean qué hiciste en tu viaje, pero es que sino ¿Quién te va a creer que estás protegiendo a tu país?

Definitivamente, creo que llegó la era del photoholic.

Martin Luther King - I have a dream (Agregado de la nota de Campbell)

“Martin Luther King según Campbell”


“I have a dream that one day on the red hills of Georgia, the sons of former slaves and the sons of former slave owners will be able to sit down together at the table of brotherhood.”
M.L.K.

Cuando empecé a leer el texto de Campbell, las primeras cosas que dieron vueltas por mi cabeza fueron los sueños. Por alguna extraña razón me dejo influenciar mucho por ellos, cuando tengo pesadillas, de esas que te despertás y querés llorar no de miedo, sino que de tristeza, generalmente no tengo un buen día. Me quedo apagada o tildada pensando en por qué llegué a soñar eso, y en qué me querrá decir mi inconsciente.

Seguí pensando en la palabra “sueños” y así vino a mi cabeza de golpe “I have a dream” la frase con la cual se “nombró” a un discurso de Martin Luther King. Casi inmediatamente intenté clasificarlo dentro de los parámetros de héroe dados por Campbell. Para eso, investigué un poquito…

“El héroe inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales”

Martin Luther King, Jr era hijo del pastor baptista Martin Luther King, Sr. y de Alberta Williams King, organista en una iglesia. Desde muy chico estuvo en contacto con la segregación, ya que cuando tenía 6 años dos amigos le dijeron que “no estaban autorizados a jugar con el” Cursó sus estudios en Sociología en Morehouse College, una universidad reservada a los jóvenes negros.

Me acordé de mi abuelo. El vivió en New York desde 1955 hasta 1960 aproximadamente con mi abuela, mi mamá y mis tías. Me contó una vez que cuando había una casa en venta en los barrios “lindos”, se juntaba un grupo de afroamericanos y entre todos la compraban. Inmediatamente la manzana perdía el valor que tenía y las propiedades pasaban a valer muchísimo menos. Casi increíble, si no fuera porque es verdad.
En 1953 se casó con Coretta Scott, matrimonio del cual nacen cuatro hijos.

“Se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva”

Convertido en Pastor Baptista, en 1954 se hizo cargo de una iglesia en la ciudad de Montgomery, Alabama. Y como si el destino lo hubiera querido así, se enfrentaron el héroe y la adversidad: el gran activista de los derechos civiles se encontraba nada máas y nada menos que en el sur de los Estados Unidos, caracterizado por la violencia hacia las personas de color con abusos que llegaron incluso a matar a algunos de ellos.

En 1955 Rosa Park, una mujer negra, se negó a darle su asiento un hombre blanco en un colectivo, situación que causó una gran conmoción, comenzando así “El boicot de los autobuses” el cual resultó en una tensa campaña que duró 382 días y que tuvo como saldo no sólo el arresto de M.L.K. sino también el ataque a su casa, la de otro pastor y algunas parroquias con bombas. Finalmente, el 13 de noviembre de 1956 la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró ilegal la segregación en los autobuses, restaurantes, escuelas y otros lugares públicos.

Ese fue el inicio de una carrera de defensa y lucha contra la discriminación, la cual puso en peligro su vida constantemente, incluso fue acusado de comunista (pecado capital para la época teniendo en cuenta el contexto de la Guerra Fría) pero a pesar de todo, el siempre mantuvo métodos pacíficos, inspirándose en la figura de Mahatma Gandhi y en la teoría de la desobediencia civil no violenta de Henry David Thoreau.

Algunos logros:

-Formó la Conferencia Cumbre de los Cristianos del Sur para luchar contra la segregación racial y lograr derechos civiles para la población negra.

-El acuerdo de Birmingham, gracias al cual terminó la segregación en escuelas, restaurantes y tiendas y se contrató a las personas de color.

-Se llevó a cabo la demostración civil más concurrida en la historia, con la participación de más de 250 000 personas en la ciudad de Washington. Ahí da su discurso “I have a dream”

-Fue premio Nobel de la Paz.

-Se mudó a Chicago para atraer la atención sobre las condiciones de vida de los pobres en esa ciudad e inició una campaña para terminar con la discriminación en lo referente a vivienda, empleo y escuelas.

“El héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos”

El 4 de abril de 1968 M.L.K. es asesinado en Memphis. Y ahí, es cuando el vuelve a casa. Cuando el héroe regresa “el bien que trae restaura al mundo”

Si tuviera que decir si es un héroe de cuento de hadas o del mito, tendría que hablar del segundo. Logra un triunfo macroscópico, histórico-mundial.

Creo que es la muerte de M.L.K. lo que definió su lucha. Yo me quejé en mi proyecto narrativo del modo en que, a algunos muertos, sólo por su condición de no vivientes los glorifican. Y pienso en él, y busco como se recordó su muerte y encuentro cosas que todavía no entiendo: En 1973 Illinois es el primer estado que conmemora el día de Martin Luther King. Diez años después, El Congreso aprueba la propuesta de ley para conmemorar a nivel nacional el día de Luther King y el Presidente Reagan la confirma y antes de terminar la década de los ’80 ya se había determinado el tercer lunes de enero como día festivo nacional en su honor y dicho festejo fue adoptado en ese momento, sólo en 44 de los 50 estados. Ya casi en el año 2000, 22 años después, Nueva Hampshire es el último estado en adherirse a la conmemoración oficial.

Y pensar que ahora, su presidente se llama Barack.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El lugar donde escribo (dicho sea de paso, el menos estratégico)

Si pudiera elegir dónde sentarme a escribir (a máquina) jamás erigiría mi computadora.

El día en que el cielo se abra y de él descienda una notebook, netbook o lo que sea, no dudaría en tirarme en la cama, el sillón, en el jardín, plazas, parroquia, o cualquier otro lugar. Podría irme a donde quisiera.

Pero, como soy una simple mortal con una computadora por partes, el único lugar que tengo es el pasillo. Sí, el incómodo, concurrido, con poca luz, pasillo. Ojo, no es cualquier pasillo, es el pasillo que tiene la biblioteca más grande de la casa, el más largo, es el pasillo que termina nada más y nada menos que a un metro y medio del horno.

¿Qué significa esto? Que escribo prácticamente en la cocina.

He aquí el problema número uno: Todo el mundo pasa a la cocina a buscar algo, porque la cocina a su vez conduce al lavadero y al jardín.

Problema número dos: Cuando mi mamá no está trabajando, está preparando clases (en la mesada de la cocina) y cuando no está trabajando o preparando clases… Está cocinando o hablando por teléfono. Ahí es cuando me pongo los auriculares, por más que no esté escuchando música, sólo para demostrar que necesita silencio, e intento seguir.

Pero no, no hay auriculares que detengan a una madre cuando tiene ganas de hablar. Porque te mira y te dice

-¿Estás trabajando?

A lo cual asiento con la cabeza

-Bueno te dejo, tranquila, ¿o me podés escuchar un ratito?

Me saco los auriculares esperando escuchar algo como “Quería avisarte que mañana no hay subtes” o “Acordate que tenés turno con el dentista” pero no…

-No sabés lo que hizo hoy tu abuela- lanzo una mirada fulminante -ah, perdón, estás ocupada.

Pero en cuanto me puse los auriculares escuho:

-Bueno, te cuento, cuando llegué hoy a la casa...

Y ahí estoy yo, intentando hilar dos palabras con sentido, conjugar relativamente bien los verbos y ocupándome de las tildes para encima fingir que escucho, me intereso y me enojo por lo mismo que ella.

-Ma ¿me bancás un toque que ya termino y hablamos?

-Claro, claro.

Pero ni lenta ni perezosa, en cuanto amagás a ponerte los auriculares otra vez:

-Y encima cuando llego a casa ¡me llama!

Claramente, el mensaje de que estás escribiendo no le llegó, por lo que la segunda mirada fulminante aparece.

-Uh bueno, está bien, te dejo.

La tercera es la vencida, auriculares en mano, miro la pantalla, busco dónde me había quedado, y sigo.

Pero como no todo es tan fácil, suena el teléfono, ubicado también estratégicamente junto a la compu para poder chatear, hablar por teléfono y cocinar a la vez.

-¿Qué? ¿Tampoco podés atender el teléfono?

lunes, 23 de agosto de 2010

¡Me había olvidado de Pratt!



Estuve buscando la biografía de Mary Louise Pratt pero mucho no encontré, sólo algunos recortes de información desparramados por la red.
Nació en Listowel, Canadá en 1948. Se licenció en literatura y lengua en la universidad de Toronto. En 1975 obtuvo la maestría en lingüística en la Universidad de Illinois y un doctorado en literatura comparada en la Universidad de Stanford. Es reconocida por sus estudios en el campo de la lingüística y los estudios sobre el feminismo, la cultura y la teoría poscolonial en América Latina.
Mientras leía su texto “Ciencia, conciencia planetaria, interiores”, además de por estar citada en él me hizo acordar mucho a “En una metáfora viva” ya que en él Pratt hace hincapié en dos acontecimientos específicos: La publicación de Systema Naturae y el lanzamiento de la primera gran expedición científica de Europa, que pretendía determinar la forma exacta de la Tierra y su relación con la escritura.
Mary Louise dice que de hecho en ése aspecto la expedición La Condamine fue un éxito “Los textos y los relatos que la expedición produjo circularon por Europa durante décadas, en circuitos orales y escritos” Se toma por ejemplo el caso de Bouguer, un matemático que fue el primero en volver y en presentar un informe ante la Academia de Ciencias Francesa. Lo que más llamó la atención fue la voz del texto la cual empezó siendo la de un científico, correcto y estructurado, pero que después se fue entrelazando con una historia de sufrimiento y privaciones.
Los distintos protagonistas de la expedición narraron de manera diferente sus historias, como por ejemplo el relato que presentó La Condamine en 1745, no está escrito como un informe científico, sino más bien en el estilo de la literatura de supervivencia. Por otro lado, el relato más extenso fue el de dos capitanes españoles Juan y Ulloa, escrito, según lo define Pratt, como una “descripción cívica. Prácticamente desprovista de anécdotas, el libro es un enorme compendió de información sobre muchos aspectos de la geografía española colonial y de la vida colonial española”
La Condamine es el punto de partida de lo que será la exploración y documentación de las tierras interiores continentales como un instrumento de expansión Europea.
El segundo acontecimiento importante es la impresión del libro de Carl Linneo “Systema Nature” creación que influenciaría no sólo los viajes y los diarios de viaje…
El esquema del autor ponía orden en el caos de la naturaleza como de la botánica y esto se perfeccionó con la impresión de sus otros dos libros. Cuando su taxonomía se afianzó, sus discípulos se lanzaron a recorrer el mundo. “Los viajes y la literatura de viajes jamás volverían a ser los mismos. En la segunda mitad del siglo XVIII, todas las expediciones, científicas o no, y todos los viajeros, científicos o no, tuvieron algo que ver con la historia natural.” Esta situación dio lugar a que naciera la “literatura de la naturaleza”
Es en estos puntos donde se cruza Pratt con Güichal.
Para empezar, podríamos calificar los viajes realizados por La Condamine y Carl Linneo como metáforas vivas ya que “si tienen la capacidad de despertar esas fuerzas que impulsan algún tipo de movimiento, significa que es una metáfora viva”
El hecho de narrar, de cómo luego de las expediciones en busca de la verdad sobre la Tierra, se tomaron distintas maneras para contar su “haber estado allí”, del mismo modo que las expediciones científicas cambiaron la manera de escribir. Igualmente, creo que el papel protagónico, es el del poder. Eco dice “el relato, la relación, la narración son connaturales al viaje y, de algún modo, la condición de existencia de un viaje residiría, en parte, en la posibilidad de ser narrado. No sólo de ser narrado: también de ser escrito. No sólo de ser escrito: también de ser leído” muy de la mano con lo dicho por Pratt al decir que todo viaje implica nombrar, y que ése es un acto violento, ya que todo lo que no entra en las clasificaciones significa caos, por ende quién llegue primero y tenga la oportunidad de escribir sobre algo nunca visto, de clasificarlo y de nombrarlo, podrá acceder a una posición privilegiada.
Entonces nos ponemos a ver estas distintas miradas de viaje, donde en realidad lo único que esta en juego es el poder, es el acumular, el dominar quizás, incluso cuando nuestros viajes son de turismo ¿acaso no somos los dueños del lugar y muchas veces actuamos irrespetuosamente? si total, somos blancos, o somos de capital, o somos casi casi hijos de Dios ¿Por qué no habríamos de hacer lo que queremos?

miércoles, 18 de agosto de 2010

Proyecto narrativo (segunda versión)




-Papá, papá
-¿Qué?
-Alguien llame a un médico
-¿Para qué?
-¿Qué pasó? (portugués)
-Nada señora, siga caminando (portugués)
-¡Rubén, reaccioná!
-¿Que reaccione de qué? ¿Qué te pasa Cármen? Pará de llorar, querés.
-Permiso por favor. Yo soy médico. ¿Hace cuánto está así? No tiene pulso, que apuren la
ambulancia (portugués)
-¿Cómo que no tengo pulso? Señor, si yo no tuviera pulso no estaría hablando. No, no, aléjese de mis ojos, ¡no me los cierre! Cármen, me hacés el favor de decirle a este hombre que me deje en paz, que me bajó un poco la presión y nada más.
-¡Rubén volvé! No me dejes ¡volvé!
-Pobre hombre, era bastante joven para morir.

No. No hablan de mí. Debe haberse descompensado alguien más por ahí. A mi nada más me bajo la presión, si yo le dije a Cármen que me iba a sentar a los asientos. Se están equivocando, está todo normal salvo porque alguien me cerró los ojos hace un rato y no puedo volver a abrirlos. Me pica la nariz, y no puedo rascarme, escucho voces y no puedo hablar.
No. Si yo estuviera muerto, estaría en algún lugar, con la luz blanca, en el cielo, en el infierno o reencarnado en mariposa. Pero estoy acá, hablando conmigo, así que no puede ser esto ¿muerto, yo? ¡Pero por favor! No es que me crea invencible, ni dios, pero morirme en medio de mis vacaciones en Brasil, no está en mis planes.
Todo esto podría ser un sueño del cual en un rato me voy a despertar en la habitación del hotel, me voy a asomar por la ventana y voy a ver el hermoso mar… Quizás me desmayé y esto es lo que pienso mientras tanto, aunque de todas las otras veces que me desmayé en mi vida, no me acuerdo de nada. Esas son las únicas opciones que barajo, nada más. Pero por favor, ¿muerto, yo? Si yo estuviera muerto no volvería a comer ravioles caseros, no podría ir mas a la cancha, no podría juntarme en un asado con mis amigos, no podría leer el diario al sol. Y significaría que me quede sin ir a Europa, sin conocer Ushuaia, sin mi fiesta por los 60 años, sin cambiar el auto, sin gastar todo el dinero que tengo ahorrado, sin probar algunas mujeres… significaría que de ahora en más hasta un paté sería mas activo que yo. Pero como todo esto que estoy pensando no va a pasar porque yo no me morí, me quedo tranquilo.

En el hipotético caso en que algún santo se haya equivocado y venido a buscar antes de tiempo o un ángel o la parca ¿no podría arreglarse un retorno? A ver, a Víctor Sueiro le dieron varias chances ¿Qué tiene él que no tenga yo?
Siento que me mueven, ¿A dónde me llevan? No quiero que me muevan sin que yo decida a dónde. ¡Alguien puede hacerme caso! Es Rubén Juárez el que les habla, carajo. ¡Ábranme los ojos de una vez!

-Es el muerto del aeropuerto, gringo nomás. Se llama Rubén Juárez. (portugués)
Pero, cómo… ¿el muerto, era yo?
Yo no me quería morir, no puede ser ¿Quién decide quién si y quién no? ¿Tantos viejos dando vuelta y me matan a mi? No quiero estar acá, me quiero ir, llévenme a Argentina, a mi casa, este no es mi país, ¡yo no quiero estar acá!

Claramente no puedo ver mi reloj, capaz ya ni lo tengo, así que no sé cuánto tiempo pasó. Escucho voces en portugués, asumo que sigo en Brasil. Los médicos hablan entre ellos. Parece que no soy un tema fácil. Mi familia me quiere llevar de vuelta, pero la burocracia tiene que hacer lo suyo. Esto de tener que llevarme, va a estar complicado. Van a venir de la Embajada para hacer el papelerío correspondiente, pero si es tan riguroso el control que les hacen a las valijas, no quiero ser yo cuando tenga que pasar por la PSA.
Me siento más manoseado que en la línea C a las ocho de la mañana. Menos mal que no veo qué es lo que hacen, porque con sentir me alcanza. Palo y a la bolsa dicen. Esto es bolsa y a la heladera.
Creo que ya es otro día, porque pasaron muchas (supongo que horas) en silencio, y de repente las personas se dicen “bom dia”. Hablan de la esposa del gringo, así que supongo que la esposa es Cármen y el gringo soy yo. Dicen que ella se queja, que se quiere ir y que quiere que yo me vaya también. Ellos se ríen, no depende de ellos. Depende del papeleo.
Otra vez silencio. Solo me escucho a mí hablando sin parar. De a ratos entra gente, pero la mayoría del tiempo, hay silencio. Definitivamente las morgues (si donde estoy es una morgue) son lugares tranquilos.

Alguno de los que esta allá arriba, me va a decir qué van a hacer conmigo. Porque me tienen acá, hablando como un loco sin un destino sin saber qué va a pasar conmigo ¿Por qué no me mandaron al cielo? Yo tengo la conciencia tranquila, no fui mal tipo, es verdad que embromé a dos o tres personas, y que hombre de una sola mujer no fui, ¿pero qué tiene de malo ser egoísta, manipulador, tacaño? Yo no soy ningún cualquiera al cual pasar por encima, antes, te aplasto yo. Es la ley de la selva, y yo la respeto.


El silencio se quebró. Escucho llantos ¿por qué habrían de llorar los médicos?
-Eu não sou um médico.
- Quem é você?
-Me llamo Carlos y estoy esperando que me vengan a buscar. (en portugués)
-¿Qué te busquen de dónde? (en portugués)
-De acá, de la morgue. (en portugués)
-¿Vos estás muerto también? (en portugués)
-Sí. Desde hace un rato. Me suicidé. (en portugués)
-¿En serio? ¿Y por qué? (en portugués)
-Porque sí. No quería seguir más allá. No la estaba pasando bien. (en portugués)
-¿Y por qué llorás? (en portugués)
- Porque me di cuenta que voy a extrañar a mi nieta. Su risa, verla dormir, llevarla a la plaza…
Me pregunto si la volveré a ver. (en portugués)
No quise seguir hablando. Preferí dejarlo reflexionar tranquilo. Mientras tanto, yo pensé en mi nieto. ¡Qué lindas las maestras del jardín! Sí que daba placer ir a los actos, salvo por el ruido de los mocositos pero sino ¡mamita qué mujeres! Decí que no podía arriesgarme, era muy peligroso, Cármen podía enterarse… ¡Como cuando me encontró con la morocha de la oficina! Que minón ¡por dios! No sé cómo aguanté tanto tiempo, porque a la tercera semana que apareció con esas polleritas cortas, me tuve que poner en acción. Ese día Cármen sí que me gritó…

Silencio otra vez. Me imagino que hará frio, en las morgues siempre hace frio, si nos tienen como freezados. Estoy empezando a tener algunas dudas, y ningún ser celestial parece querer contestarme ¿Desaparecerá mi capacidad de sentir? ¿Dejaré algún día de amar, o de tener miedo? Si ahora escuchara un cd de los Beatles, ¿me haría sentir algo, una mínima emoción? ¿Me calentaría si la viera a la morocha otra vez?
-Gringo, me vinieron a buscar. Quizás algún día nos volvamos a cruzar. (en portugués)
-Nunca se sabe Carlos, nunca se sabe. (en portugués)
No sé si volveré a cruzarme a Carlos o no, o de hacerlo donde será, pero bueno, si acá pudimos hablarnos, quizás en otros lugares también.

El silencio se quebró. Escucho a Carmen, a médicos y ruido a metal. Alguien abre este lugar donde estoy.
-Rubén, yo me voy para Argentina. Mi vuelo sale esta noche. A vos no te queda mucho más tiempo acá, ya vas a estar en casa. Te lo prometo.
Sentí en mi frente un beso, o creo que eso fue un beso, o vaya uno a saber qué. Escucharla a Cármen me hizo pensar en que la hice llorar varias veces… Pero ella sabía como era yo, y si tanto le hubiera molestado, me podría haber dejado. Igual, yo siempre fui muy respetuoso, nunca me involucré con sus amigas ni con gente conocida, más que nada porque pueblo chico-infierno grande. Y eso que encima de todo la hermana de Cármen era la Marilyn Monroe de José Mármol y yo de piedra nunca intenté nada, todo un caballero la verdad.
Entre tanto silencio y pensar y repensar en lo que hice y dejéde hacer, me di cuenta que ya no duermo. Parece que cuando uno muere ya no necesita dormir más. ¿Para qué dicen “descanse en paz” si no descanso? No hago otra cosa que pensar y pensar y más pensar en vaya uno a saber cuántas cosas. No se descansa así, uno no está tranquilo, no está en paz. Lo único gratificante, es el silencio. Nunca soporté la capital, realmente. El poco tiempo que viví allá fue una tortura, el ruido, la gente, los autos, protestas, TODO me molestaba. Pero ahora, el silencio me hace acordar al de casa. Al de los domingos a la tarde, o alguna que otra noche de verano, pero más aún las solitarias noches de invierno. La calle vacía, la niebla cubriendo todo, de vez en cuando algún ruido, pero nada más que eso. Eso es lo que voy a aprovechar de estar muerto, el silencio, aunque debe haber otras cosas también. No tener que festejar más Navidad, porque realmente me cae mal. Muchos compromisos, que hay que ir a tal lugar, llevar tal cosa, llamar a todos los que no llamás durante el año y encima de todo ir a Misa. La tecnología, que todos los días avanza y yo estoy atascado. La inseguridad, no poder salir tranquilo a la calle, sino que mirando a todos lados. Los shoppings, los compre ya. Los vendedores de música en el tren, como me irritan. Realmente insoportables. Cómo olvidarme del trabajo, que bueno no madrugar más (aunque ahora no pueda dormir tampoco) no escuchar quejas estúpidas ni tener que rebajarme ante estúpidos. Eso sí que trae paz. Si estar muerto significa no tener más compromisos con nadie y hacer lo que se me cante, definitivamente, morirse no seria tan grave.

Ya no se cuánto tiempo hace que estoy acá, creo que algunos días ya pasaron desde la vez que Cármen me dijo que se iba ¿Qué tan difícil es llevar un muerto desde Florianópolis hasta Buenos Aires? Llevan vivos todos los días, llevan perros, valijas, muebles, autos, droga y mil cosas más. Pero parece que los muertos somos mas difíciles. Ni siquiera sé por qué, no nos quejamos como los vivos, no llamamos a la azafata cada dos por tres, no nos molesta dónde nos pongan, porque aunque nos moleste no hay nada que podamos decir. Ahora que me doy cuenta, todavía puedo sentir, siento enojo, siento odio quizás, siento ganas de estar en casa. Tanto Tango 01 para el presidente y si un simple ciudadano se muere acá nomás, ni siquiera en otro continente está varado por días.
Los médicos apenas hablan de mí, se preguntan lo mismo que yo ¿Cuándo se va el gringo?

Hoy, sin saber cómo ni por qué, alguien vino y abrió mi puerta. Me sacaron me manosearon un poco y supe que iba a pasar. Iban a guardarme en un cajón para llevarme. Pensé en éste momento también. Llegar a casa significa llegar en un cajón de madera. Significa que voy a tener un velorio, un entierro y que ahí me voy a quedar. No puedo hacer nada al respecto, sólo pensar.
Me sacaron la bolsa en la que estába metido. Siento algo raro en la piel, ni fría ni caliente, la siento… ¿la siento? Momento de confusión. No sé qué me espera, si sé en realidad, no se cómo lo voy a tomar. De la única manera que tengo en realidad, en silencio.
Me levantaron, hicieron falta varias personas. La verdad que un cuerpo de 80 kilogramos de peso muerto (realmente muerto) y totalmente tieso, es difícil de mover. Me llevaron en camilla hasta una ambulancia. El viaje de vuelta empezó.
Cuando se detuvo me pareció raro no escuchar el ruido de los aviones despegando, supongo que en avión me llevarán.
Camilla otra vez. Dudo de saber a dónde me están llevando.
-¿Qué le hacemos? (en portugués)
-Lo mínimo, lo mandamos hoy a Buenos Aires. (en portugués)
-¿Maquillaje? (en portugués)
-No no, con la ropa y que lo retoquen un poco está bien. (en portugués)
Ya se dónde estoy: En una funeraria. Tonto Rubén ¿creíste que ibas a viajar desnudo? ¿Y de dónde pretendías que sacaran el cajón?
Manoseos otra vez. Espero por lo menos hagan que me vea bien. Un tipo pintón como yo no puede estar el día de su velorio hecho un desastre.
-Ya terminamos, lo guardamos en el cajón y listo. (en portugués)
Esa frase me recuerda a mi mamá: “Guardá tus juguetes en el cajón” “Guardá tu ropa en el cajón” “Sacá dinero del cajón” Toda una vida poniendo y sacando cosas de cajones y ahora soy yo al que van a guardar y vaya uno a saber por cuánto tiempo.
Otra vez me levantan. Otra vez me guardan. Incluso me ponen tapa. Ya no escucho nada de nada. Este es el silencio real. Ya no sé que va a pasar conmigo, no me voy a enterar de nada. ¿Volveré a escuchar una voz alguna vez?
Me mueven, me muevo, siento que me tambaleo. Quizás sienta el despegar del avión en el estómago. O quizás solo se siente cuando el estómago funciona.
El silencio grita en estas paredes de madera. Ya no quiero escucharme, un rato está bien, reflexiono mientras tanto, pero ya llevo días así y no sé cuánto tiempo más quiera pensar. Si me morí, por qué no me muero de una vez. Que mi cerebro deje de funcionar, no sé cuánto tiempo más aguante… Yo algunas cosas me acuerdo de cuando tomé la primera Comunión, como el Padrenuestro y otras giladas, como que existe el cielo, y como existe el cielo, existe el infierno. Mi catequista nos torturaba con el eterno rechinar de dientes que no se lo que es, pero me imagino que toda la vida rechinando los dientes me va a doler. Igual, por que habría de ir al infierno, si fui un tipo como cualquier otro, ni más ni menos.
Me vuelven a mover. Sigo sin saber en dónde estoy. Nunca me dí cuenta si subí o no al avión, así que quizás siga en Brasil. Están abriendo la tapa o al menos eso creo escuchar, ¿qué pasa?
-Uh, éste señor lleva días muerto
Estoy en Argentina, llegué de una vez por todas.
-¿La familia querrá cajón abierto o cerrado? Para que sea abierto el velorio tiene que ser ya. ¿Sabés si ya tienen lugar para el entierro?
-La viuda está por llegar y nos dice que decidió la familia.
-Recién hablé con la señora Juárez, dijo que ya tienen dónde enterrarlo y que el velorio va a ser de medio día nada más.
-Bueno, empecemos entonces.
Otra vez el manoseo. Por un segundo me abrieron los ojos, no pude ver, pero sentí luz. Hacía tanto que no la sentía, cuando morís la oscuridad es abrumadora. Como el silencio.

Ya estoy vestido, con bolsas de café alrededor, flores en las manos y maquillado. O al menos eso supongo, creo que es el combo mínimo de las funerarias. Me sacan de donde estoy acostado, supongo que para guardarme en el cajón definitivo.
Me mueven, no lo siento mucho, pero lo sé. Lo que no sé es cómo explicar las cosas, realmente si son por sextos sentidos o qué, pero sé las cosas sin verlas, sin sentirlas y a veces sin escucharlas. No lo dudo, estoy ya en la sala de velatorios.
-Rubén, por fin te vuelvo a ver. Estás tan lindo, si te levantaras, me casaría de vuelta con vos.
-Cármen, acá estoy. Te extrañé yo también.
-Yo se que no estás acá, o que estás en otro lugar mejor. Pero quiero que sepas que te amo mucho, y que te voy a extrañar muchísimo.
-La verdad que tus ravioles no se comparan con nada, como voy a extrañar que me cocines, que me planches la ropa, el desayuno en la cama.
-Para mi fuiste un gran marido, padre y abuelo. Siempre estuviste cuando te necesitamos y trabajaste para darnos lo mejor. No lo olvides nunca eso.
-Tenés razón, que gran marido, padre y abuelo. QuÉ afortunados fueron, se que fui un gran ejemplo para todos.
-Ya nos volveremos a encontrar Rubén, algún día, en algún lugar.
Ahora hay mucho ruido. Acostumbrado al silencio, el ruido me duele. Las voces se mezclan, no reconozco ninguna. Quizás cuando se acerquen sí lo haga.
-Papá ¿Qué hiciste? Sólo a vos se te ocurre morirte en Brasil. Ya tan cerca de tomar el avión. Que tipo jodido eh, vos no vas con vueltas fáciles. Te voy a extrañar papá, no quería que te fueras tanto tiempo antes. Fuiste muy bueno conmigo, me ayudaste muchísimo y parte de la mujer que soy, es por vos. Todavía no sé si lo voy a traer a Lucas, es chiquito el. Pero no sabés cómo te extraña también. Te quiere muchísimo. Cuidate mucho papá. Y cuidanos a nosotros desde arriba.
Mi chiquita, que linda. Ya está hecha una mujer. No puedo creer que ya no la vea más, y no puedo creer que el imbécil de su marido seguramente se lleve todas mis herramientas… Si dios se apiada de este pobre viejo, y me deja ir para arriba voy a cuidarte como me pedís y si puedo hacer algún tipo brujería para que el tipo ese no se afane mis cosas, mejor todavía.

Algunos se acercan y puedo reconocerlos, está Don Juan el vecino de la vuelta, Sebastián mi amigo de la vida, desde la primaria juntos. Escucho que mi jefe me mandó una corona. Esa voz, me suena… ¡El hijo de puta de Pedro vino también! ¿Después de haberme estafado tiene la cara venir acá? Si pudiera, me reventaría a molerlo a golpes. ¡Vino la morocha! ¿habrá traído su pollera?
¿Qué van a hacer qué? ¿A rezar un decenario? ¿Por mi alma? Si estoy condenado a éste cajón, a hablarme sin parar durante toda la eternidad. Dios me jodió a mí, no le caigo bien y me encerró acá ¿Qué hacer cuando no hay nada para hacer? Todo muy lindo con no ir a trabajar ni a lo de la mamá de Cármen otra vez, pero ya no puedo más. Y aunque no pueda, no sirve de nada, si total, es todo lo mismo. Monotonía del más allá.
Ya me cansé, no sé si los muertos se cansan pero me cansé. No quiero rezos, no quiero saludos, no quiero el pésame de nadie, me quiero ir, me quiero ir a cualquier lugar, pero me quiero ir. No aguanto más. Por favor, ya no quiero estar acá…
La dinámica está cambiando, se está haciendo silencio, algo importante va a pasar. La gente murmura que nos vamos ¿será verdad? ¿Ya llegó el momento del entierro? Yo no sé nada, no tengo reloj, no entiendo los tiempos, creo que me morí hace meses, que llegué a la Argentina hace semanas y que mi velorio duró días. Pero debo ser yo, que exagero.
Otra vez no escucho nada. Deben haber cerrado el cajón. Ni siquiera sé dónde voy a estar enterrado, si es un lindo día o qué. Me mueven, pero no sé si estoy en un auto o si estoy bajando al pozo que será mi hogar de acá en adelante.
Por favor, la desesperación me está matando, no quiero estar más acá, no puedo más, no sé a quién rezarle, no se a quién pedirle ¿acaso nadie se apiada de las almas? Por favor, si hay alguien ahí arriba, ahí abajo, quién sea, que me lleve, no puedo soportarme una eternidad hablándome a oscuras, sintiendo quizás a los gusanos entrar. No puedo, no quiero, por favor sáquenme sáquenme. Yo no soy mal tipo, yo no quiero estar acá, no puedo concebir una eternidad despierto.
Buda, Dios, Cristo, María, Satán… ¿alguno me escucha?