La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Estimado Mundo que siempre estás ahí quejándote de todo:



Mi nombre es Anita y tengo 24 años. Vivo en José Mármol, Gran Buenos Aires pero tanto por trabajo como por la facultad a diario viajo para Capital, no es de extrañar que en mi mente se fusionen la esquina de Mitre y Chayter, con la de Mitre y Avenida de Mayo. Vos ¿cómo estás?


Si bien muchas veces parezco protestona o bastante mala onda, quiero que sepas que el descargo que quiero hacer nace desde lo más profundo, pacífico y racional de mi ser, no son momentos de calentura en los cuales digo un  par de puteadas y pasa.  No. Esto nace de horas y horas de reflexión, de viajes en tren y caminatas por la calle.

Hasta hace unas semanas estaba en boca de muchos, en las páginas de los diarios, en un sinfín de portales y ni hablar de en la televisión el episodio Rial VS los hombres bebe cerveza que agredieron a sus hijas en la puerta de un supermercado chino y les dijeron guarangadas. Dicho episodio desencadenó en un confuso acto de violencia, trompadas, alguien mencionó cuchillos y según fuentes no oficiales, un wookiee indocumentado habría descendido del espacio para mediar en tan peligrosa situación.

Como ya quedó claro, por todos lados circuló esta noticia, panelistas mujeres de distintos programas de tv y radio contaron sus experiencias, panelistas hombres volvieron a decir que no les saquen el piropo, que no es malo. Otra vez volvimos a ver (aunque inconcluso porque acá se edita lo que no sirve) el video “Pará. Hombre caminando por la calle.” que muestra una situación inversa donde un pibe va caminando y chicas lo van piropeando, con cosas normales desde qué lindo hasta cómo lo destrozarían en la cama. Y si tienen tiempo, lean los comentarios de quienes pasaron a ver el video. (http://www.youtube.com/watch?v=Xua-XZfEttQ)

Hoy, 29 de noviembre, ya casi nadie recuerda lo que le dijeron a las hijas de no sé quién, no me acuerdo dónde, ni si el wookiee apareció o no. La parte graciosa es que el hecho de que no sea público no significa que no siga pasando.

Es por eso Mundo, que me tomo el atrevimiento de tranasmitir esto a todos, amiguitas, amiguitos, chaboncitas, chaboncitos: El calor llegó y tengo derecho a usar musculosa, a ir a trabajar con vestido, a viajar en tren como se me cante y a evitar que gente se acerque hasta menos de un metro de distancia para susurrar pelotudeces. Al parecer somos responsables de lo que nos dicen por cómo nos vestimos, pero hasta donde yo recuerdo no le digo nada a los tipos que andan en musculosa o en cuero por la calle, no grito cuando pasan con shorts, y nadie los molesta si se ponen una remera un poco ajustada.

Imbéciles nunca nos faltarán, no hay que ir mucho para atrás para encontrarnos con los dichos del canadiense  Michael Sanguinetti con los que nació “La Marcha de las Putas”. Mi único pedido es que entre todos nos respetemos más, no sólo es dejar cruzar a los peatones, no tirar basura en lo del vecino o los bocinazos innecesarios. Respetar es que caminemos por la calle libres y sin medio. Respetar es que se acuerden de nosotras, más allá de cuando el tema está de moda.

Y por las dudas aviso, no es que me olvide que existen ni necesito que me lo recuerden constantemente: Sí, tengo tetas. Yo como el resto de las mujeres. Como tu mamá, tu hermana, tu novia y tu abuela. Así que la próxima, haceles el honor de “piropealas” a ellas.

Esta es mi queja Mundo, espero no te moleste. No quería caer en el común protestón, pero a veces me dejo llevar.

Nos estamos viendo,
anita.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

El secreto que Eitán me hizo revelar


Yo quería que muriera. Sé que puede sonar horrible, insensible y bastante malintencionado, pero realmente quería que muriera. Y sí, lloré ¿cómo no hacerlo? Pero lo hice con la consciencia tranquila, porque en el fondo por más que no lo parezca, no soy una mala persona.

Llegué, un poco corriendo un  poco cayéndome a su habitación, la ventana redonda la hacía única. Fue un momento simplemente lo que me costó decidirme. Ella debía morir, no podía haber más alternativas, no podía seguir permitiéndole ser así.

Me miró, reconociéndome. Le costaba hablar pero tenía la fuerza suficiente para decirnos lo que quería y lo que le pasaba adentro en ese momento.

Sus ojos hablaron antes que su voz.

 “Me duele el corazón”, murmuró.

El mundo se derrumbó.

Preferí llorar antes que verla llorar.

Debía morir.