La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
lunes, 13 de diciembre de 2010
Balance de la cursada
Llegué tarde a la primera clase. Había cursado metodología, bajé para saludar a Esteban y cuando volví al aula ya estaban adentro.
Me senté atrás de todo, pero no por mucho. Claudia nos hizo armar una ronda. No era lo “correcto” o “común” en una clase, y eso lo hacía todavía más divertido.
Las voces empezaron a sonar en el aula, los nombres, qué hacíamos ahí, por qué, cómo nos llevábamos con la escritura y la lectura. Debo admitir que no me gustó mucho hablar esa vez. No me sentía cómoda, a veces soy medio rara. Igual, con el correr del tiempo me solté (un poco). Hablar se me hizo menos difícil. Y mi escribir fue cambiando. Muchas veces revolví en lugares que no quería, toqué algunas cosas que me
dolían, pero seguí escribiendo.
Aprendí a hablar con mis compañeros, cosa que no suelo hacer. Es más fácil quedarme sentada en un rincón tomando apuntes.
Me amigué con la tecnología, y me hice un blog. Me encariñé con él, y ahora quiero seguir usándolo. Aunque quizás ya nadie me lea, me gusta que esté ahí, preguntándome cada vez que lo abro “Nin ¿a dónde vas?” (Nin me dicen en casa)
Me tolero un poco más (jajaja) lo digo en referencia a equivocarme (a veces me gusta) encontrándole el gusto a la reescritura.
Taller fue mi espacio de responsabilidad divertida. Me gustaba sentarme a escribir y saber que no perdía tiempo, era lo que tenía que hacer. Y me encantaba hacerlo. Tanto así que en momentos difíciles que tuve en el año, mi escala de prioridades era: 1) dormir 2) jugar en la parro con los chicos 3) escribir para Taller. No quería saber nada más con nada.
A veces me sentí ñoña, porque por ahí el mismo martes escribía en casa, pero tardaba un poco en publicar. Me daba vergüenza. No quería ser ésa otra vez.
Escribí ensayos, cartas argumentativas, notas con “tono ensayístico” (esas no muy bien), y son cosas que nunca había intentado, que no sabía que podía hacer.
Yo quiero a la facultad, aunque a veces me enoje. Con taller me encontré descubriéndola desde otro lugar. Hablando entre pares, no con gente arriba de tarimas invisibles a los ojos, pero reales en el ego.
No se si es el lugar de decirlo, pero la verdad es que sentía una diferencia gigante entre mi interés en los martes y en los jueves. No terminé de encontrarme en los teóricos. A veces me concentraba un poco más pero era difícil. Ya hablamos una vez del hecho de que a veces se enquilombaba un poco el aula y eso no colaboraba.
Da nostalgia un poco. Uno se lleva más que una nota aprobada. Era más que obligación.
Con respecto a las lecturas de mis compañeros, me acuerdo primero del cuento que leyó Gabi en clase. Lo dicho sin decir fue algo que me gustó mucho y de lo cual intenté aprender.
También, cuando hicimos el la crónica cultural, leer a mis compañeras (Antonela, Brenda y Romina) me generó algo raro, porque las cuatro habíamos ido juntas, pero saber que habíamos visto y sentido cosas distintas me recordó lo libres que somos.
Con respecto a las devoluciones, puedo decir que me sentí siempre muy acompañada, ya sea por Claudia, Emilia y Lisandro, como por mis compañeros. Que se hayan hecho los círculos de lectura en clase, o las devoluciones escritas creo que nos permitió a todos mirar cosas a las cuales muchas veces no les habíamos prestado atención, o mismo saber como podía interpretarse de tantas maneras distintas algo que para uno quizás era único.
Siempre sentí que las devoluciones eran muy respetuosas, con ánimos de ayudarnos a crecer. A veces, las cosas dichas de mala manera pueden marcarnos por mucho tiempo, y no hacernos bien.
Cuando el otro día Claudia decía que ella creía en que se puede enseñar de otra manera, me di cuenta que esa es también una de mis expectativas, tener la posibilidad de cambiar yo y de mostrarle a los demás que es posible, algún día tener alumnos y poder compartir de la manera que compartimos nosotros este año.
Me llevo muchas ganas de seguir escribiendo (sí, ya sé, eso no es nuevo) pero lo que sí es nuevo quizás son mis ganas de innovar. De cambiar, de seguir creciendo.
No sé, es difícil cerrar con Taller. Ojalá no lo hiciéramos.
Gracias a todos.
ana.
Me senté atrás de todo, pero no por mucho. Claudia nos hizo armar una ronda. No era lo “correcto” o “común” en una clase, y eso lo hacía todavía más divertido.
Las voces empezaron a sonar en el aula, los nombres, qué hacíamos ahí, por qué, cómo nos llevábamos con la escritura y la lectura. Debo admitir que no me gustó mucho hablar esa vez. No me sentía cómoda, a veces soy medio rara. Igual, con el correr del tiempo me solté (un poco). Hablar se me hizo menos difícil. Y mi escribir fue cambiando. Muchas veces revolví en lugares que no quería, toqué algunas cosas que me
dolían, pero seguí escribiendo.
Aprendí a hablar con mis compañeros, cosa que no suelo hacer. Es más fácil quedarme sentada en un rincón tomando apuntes.
Me amigué con la tecnología, y me hice un blog. Me encariñé con él, y ahora quiero seguir usándolo. Aunque quizás ya nadie me lea, me gusta que esté ahí, preguntándome cada vez que lo abro “Nin ¿a dónde vas?” (Nin me dicen en casa)
Me tolero un poco más (jajaja) lo digo en referencia a equivocarme (a veces me gusta) encontrándole el gusto a la reescritura.
Taller fue mi espacio de responsabilidad divertida. Me gustaba sentarme a escribir y saber que no perdía tiempo, era lo que tenía que hacer. Y me encantaba hacerlo. Tanto así que en momentos difíciles que tuve en el año, mi escala de prioridades era: 1) dormir 2) jugar en la parro con los chicos 3) escribir para Taller. No quería saber nada más con nada.
A veces me sentí ñoña, porque por ahí el mismo martes escribía en casa, pero tardaba un poco en publicar. Me daba vergüenza. No quería ser ésa otra vez.
Escribí ensayos, cartas argumentativas, notas con “tono ensayístico” (esas no muy bien), y son cosas que nunca había intentado, que no sabía que podía hacer.
Yo quiero a la facultad, aunque a veces me enoje. Con taller me encontré descubriéndola desde otro lugar. Hablando entre pares, no con gente arriba de tarimas invisibles a los ojos, pero reales en el ego.
No se si es el lugar de decirlo, pero la verdad es que sentía una diferencia gigante entre mi interés en los martes y en los jueves. No terminé de encontrarme en los teóricos. A veces me concentraba un poco más pero era difícil. Ya hablamos una vez del hecho de que a veces se enquilombaba un poco el aula y eso no colaboraba.
Da nostalgia un poco. Uno se lleva más que una nota aprobada. Era más que obligación.
Con respecto a las lecturas de mis compañeros, me acuerdo primero del cuento que leyó Gabi en clase. Lo dicho sin decir fue algo que me gustó mucho y de lo cual intenté aprender.
También, cuando hicimos el la crónica cultural, leer a mis compañeras (Antonela, Brenda y Romina) me generó algo raro, porque las cuatro habíamos ido juntas, pero saber que habíamos visto y sentido cosas distintas me recordó lo libres que somos.
Con respecto a las devoluciones, puedo decir que me sentí siempre muy acompañada, ya sea por Claudia, Emilia y Lisandro, como por mis compañeros. Que se hayan hecho los círculos de lectura en clase, o las devoluciones escritas creo que nos permitió a todos mirar cosas a las cuales muchas veces no les habíamos prestado atención, o mismo saber como podía interpretarse de tantas maneras distintas algo que para uno quizás era único.
Siempre sentí que las devoluciones eran muy respetuosas, con ánimos de ayudarnos a crecer. A veces, las cosas dichas de mala manera pueden marcarnos por mucho tiempo, y no hacernos bien.
Cuando el otro día Claudia decía que ella creía en que se puede enseñar de otra manera, me di cuenta que esa es también una de mis expectativas, tener la posibilidad de cambiar yo y de mostrarle a los demás que es posible, algún día tener alumnos y poder compartir de la manera que compartimos nosotros este año.
Me llevo muchas ganas de seguir escribiendo (sí, ya sé, eso no es nuevo) pero lo que sí es nuevo quizás son mis ganas de innovar. De cambiar, de seguir creciendo.
No sé, es difícil cerrar con Taller. Ojalá no lo hiciéramos.
Gracias a todos.
ana.
viernes, 3 de diciembre de 2010
jueves, 2 de diciembre de 2010
Instrucciones para hacer una nota (*)
I
Antes que nada, decidir sobre qué texto desea escribir (a menos que haya sido designado) en tal caso, uno deberá encomendarse a su dios de turno para pedir que no le den un texto muy aburrido.
II
Proveerse de dicho texto, puede ser en su versión original, fotocopias, o incluso algunas veces puede encontrarse internet. Si no llegara a conseguirlo de los modos previamente mencionados pero supiera de su existencia en otro lugar, recomiendo contactarse con su paloma mensajera de confianza (siempre y cuando la tenga en blanco)
III
Una vez en su poder, buscar un lugar cómodo donde sentarse a leer. Si optara por un lugar al aire libre, no olvide su paraguas por si llueve, saco por si hace frío, anteojos de sol, o cualquier otro articulo que el Servicio Meteorológico aconseje NO llevar ese día. Puede serle de utilidad el tener cerca un lápiz o lapicera, en caso de que quisiera hacer anotaciones al margen del texto. Si se tratara de una versión digital, procure al hacer sus anotaciones en el monitor que no se trate de fibron indeleble.
IV
Empezar a leer (si los necesita, póngase sus anteojos)
V
Buscar en el texto las ideas que nos parecen importantes, de las cuales nos gustaría hablar. Ir en nuestra cabeza relacionándolas con otros textos, para enriquecer así nuestra escritura. Si se tratara de un texto realmente aburrido del cual no puede rescatarse nada, pero del cual igualmente debe escribir, concéntrese en la idea que más o menos le parece rescatable y provéase de muchos textos auxiliares para poder aumentar así su posterior blablabla.
VI
Una vez terminado el texto, armar un esquema de lo que queremos contar, viendo cómo queremos hacerlo. De qué manera escribir lo que tanto nos interesó. Buscar bibliografía complementaria que pudiera servirnos (se puede hacer del mismo modo mencionado en el punto II)
VII
Sentarnos frente al dispositivo que usaremos para escribir (ya sea computadora, cuaderno, máquina de escribir, arena, etc)
VIII
Comenzar a desarrollar nuestras ideas principales, basándonos en el texto original, pero teniendo en cuenta datos del autor, como lugar de residencia, ideología política, color predilecto y helado favorito (sólo por nombrar algunos de los más importantes) y estableciendo una relación con artículos de otros autores (o podrían ser del mismo, por qué no)
IX
Una vez terminada nuestra nota, asegurarnos de hacer una lectura de corrección para limpiar cualquier impureza que pudiera encontrarse presente. Asegurarnos que cualquier tipo de insurrección lingüística sea eficientemente eliminada.
X
Publicar.
(*) En caso de que estas instrucciones no funcionaran, la autora recomienda al momento de escribir, simplemente, dejarse llevar.
-Dedicado a Gabi-
Antes que nada, decidir sobre qué texto desea escribir (a menos que haya sido designado) en tal caso, uno deberá encomendarse a su dios de turno para pedir que no le den un texto muy aburrido.
II
Proveerse de dicho texto, puede ser en su versión original, fotocopias, o incluso algunas veces puede encontrarse internet. Si no llegara a conseguirlo de los modos previamente mencionados pero supiera de su existencia en otro lugar, recomiendo contactarse con su paloma mensajera de confianza (siempre y cuando la tenga en blanco)
III
Una vez en su poder, buscar un lugar cómodo donde sentarse a leer. Si optara por un lugar al aire libre, no olvide su paraguas por si llueve, saco por si hace frío, anteojos de sol, o cualquier otro articulo que el Servicio Meteorológico aconseje NO llevar ese día. Puede serle de utilidad el tener cerca un lápiz o lapicera, en caso de que quisiera hacer anotaciones al margen del texto. Si se tratara de una versión digital, procure al hacer sus anotaciones en el monitor que no se trate de fibron indeleble.
IV
Empezar a leer (si los necesita, póngase sus anteojos)
V
Buscar en el texto las ideas que nos parecen importantes, de las cuales nos gustaría hablar. Ir en nuestra cabeza relacionándolas con otros textos, para enriquecer así nuestra escritura. Si se tratara de un texto realmente aburrido del cual no puede rescatarse nada, pero del cual igualmente debe escribir, concéntrese en la idea que más o menos le parece rescatable y provéase de muchos textos auxiliares para poder aumentar así su posterior blablabla.
VI
Una vez terminado el texto, armar un esquema de lo que queremos contar, viendo cómo queremos hacerlo. De qué manera escribir lo que tanto nos interesó. Buscar bibliografía complementaria que pudiera servirnos (se puede hacer del mismo modo mencionado en el punto II)
VII
Sentarnos frente al dispositivo que usaremos para escribir (ya sea computadora, cuaderno, máquina de escribir, arena, etc)
VIII
Comenzar a desarrollar nuestras ideas principales, basándonos en el texto original, pero teniendo en cuenta datos del autor, como lugar de residencia, ideología política, color predilecto y helado favorito (sólo por nombrar algunos de los más importantes) y estableciendo una relación con artículos de otros autores (o podrían ser del mismo, por qué no)
IX
Una vez terminada nuestra nota, asegurarnos de hacer una lectura de corrección para limpiar cualquier impureza que pudiera encontrarse presente. Asegurarnos que cualquier tipo de insurrección lingüística sea eficientemente eliminada.
X
Publicar.
(*) En caso de que estas instrucciones no funcionaran, la autora recomienda al momento de escribir, simplemente, dejarse llevar.
-Dedicado a Gabi-
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