La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

domingo, 14 de agosto de 2011

“Teoría y práctica de las buenas vibras I”



Atención lector: Si creés que lo que estás próximo a leer (bah, espero que leas) tiene algún tipo de contenido avalado científicamente por algún tipo de entidad de renombre, dícese de universidad de la sandanga o instituto superior de investigación de tu hermana, te comento que no. La única supervisión que tendrá este texto será por parte de Agnes, mi gata, o a lo sumo por el ISLE (Instituto Superior de Lobas Escribientes)

Ahora sí, hechas las aclaraciones pertinentes, creo que es tiempo de empezar.

Para desarrollar cualquier tipo de encuentro cercano con las buenas vibras hay que creer, sino, no tiene sentido ni siquiera intentarlo. No pretendas que las buenas vibras lleguen a vos si vos no confiás en ellas.

Si vos creés, tranquilo, de a poco las vas a ir sintiendo y de ese modo notando cómo algunas cosas se van transformando. Y ojo con esto, no cambiando, sino que TRANSFORMANDO, porque así es como, a mi parecer, hay que ir pensando las cosas, no en un recambio al estilo “sale Bati, entra Crespo” sino en una sucesión de pequeños acontecimientos que se van desencadenando entre sí generando cosas nuevas, pero a partir de las que ya habían pasado de visita por uno. La presencia de las buenas vibras proporcionará en tu cotidianeidad el espacio perfecto para la reflexión y revelación de diversos tipos de verdades, las cuales deberán ser enfrentadas, por más feas que sean, para así, conocerlas y aprender a convivir sanamente con ellas.

Es muy probable que me hayas escuchado hablar del collar de las buenas vibras. No te desesperes por conseguir uno, es en vano, ellos te encuentran a vos. Y no son de uno, son de todos, y quienes los portan no son más que transmisores o canales. Así que, cuando necesites tu dosis de buenas vibras, no dudes en consultar con tu portador de collar vibrístico amigo, que sin problema te enviará una encomienda.

Por otro lado, pedir buenas vibras requiere de un compromiso ¿cómo es esto? Comprometerte a llevar una vida más optimista, en donde los “¿por qué usás una nariz de payaso?” sean reemplazados por los “¿por qué no usás una nariz de payaso?”. Otra actitud que suma en el camino de las buenas vibras es el ir aceptando las cosas de la manera en que se van dando, sin intentar cambiarlas ni caer en el “si hubiera hecho esto, aquello otro hubiera pasado”, sino que simplemente, sentir y así ir de a poco soltándose de algunas ataduras invisibles. Ah, y si bien es casi obvio lo repito por las dudas, reír, querer (sin intentar cambiar al otro) y ser querido (sin intentar que lo cambien a uno) son fundamentales requisitos. Y a no olvidar dedicarle un rato semanal (como mínimo) a algún tipo de expresión artística (producida por uno, o simplemente recibida) que a uno lo reconforte.

A mi parecer, las buenas vibras no tienen credo y pueden adaptarse tranquilamente a cualquier tipo de creencia (o descreencia) religiosa. Por ejemplo en mi caso, ir a Misa y rezar potencian mis vibras, y como ya estamos llegando al final y porque si todavía creían que estaba cuerda es hora de que dejen de creerlo, doy fé de que la Luna y el cielo, también las potencian.

No espero que este texto sea su favorito, ni que lo recuerden y citen por siempre, con que lo hayan disfrutado a medida que lo leían, me alcanza, aunque si les saqué alguna sonrisa, mejor.

Saludos terrícolas!

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