La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Mi vida en libros

Mis primeros recuerdos en relación a la lectura, tienen como protagonista a una Ana muy distinta de la que soy hoy. Creo que medía poco más de un metro, y perdida entre las sábanas de mi cama, escuchaba como me leían cuentos. Después de escuchar centenares de veces las mismas historias, me llevaban a la librería para que eligiera nuevos libros. Y ahí estaba, con mis pocos centímetros, tirada sobre la alfombra azul de Lopez-Vergotini, en el centro de Adrogué.
Creo que el placer por la lectura lo conseguí, en parte por lo que me causaba a mi, y en parte por lo que le causaba a los demás. Ya sea a mi hermana mayor, o a Luis, el verlos con un libro en la mano constantemente me hizo querer ser un poco como ellos, querer encontrar en esas páginas, historias que me deslumbraran, y que me desvelaran, como en esas largas noches de verano, donde no hacía más que leer.
Hablando de mi familia, es la más pequeña quien me hace repensar mucho la relación entre la casa de uno y la lectura. Cuando todavía estaba en Jardín, me compraron algunos libros de una colección Sigmar. Dicha colección se completó de la mano de Lu, a ella también le leyeron esas historias. Pero sin embargo, hasta ahí llego su viaje como lectora. Nunca fue de revolcarse por la librería, o de leer hasta llegar al punto de que fuera un ritual. Compartimos los mismos espacios, yo le he leído a la noche, y tenemos acceso a las mismas bibliotecas que hay en nuestra casa, pero sin embargo seguimos caminos distintos. Pienso algunas veces, si habrá sido la presencia de la computadora un factor importante en esa diferencia entre Lu y yo. La verdad, no lo se..
Fui creciendo, y los libros siempre estuvieron ahí, acompañándome. Encontré en distintos personajes cosas que aprender, seguí de cerca a Poirot en sus descubrimientos, las tías de los ojos grandes me hicieron reír, y “el Portugués” llorar en cada letra. También paso por mis manos “Lo que hizo Kathy”, y es un misterio que aún no logro develar, ¿qué habrá hecho?
Pero también mientras crecemos, el leer lo va categorizando a uno, o al menos eso sentí yo. Durante la adolescencia, fui una especia de bicho raro. Mis pares no eran capaces de entender que me causaba el mismo fastidio leer (cuando imponen límites) “Cumbres Borrascosas”, que ver a mi profesora de Lengua imitar como se vomitaban los conejos en “Carta a una señorita en París” me causaba risa, pero que aparte de todo eso, disfrutaba, a veces tanto como salir, sentarme con un libro.
Y ahora, ya en la facultad, mantener los rituales se complica un poco. Me cuesta dedicarle tiempo a un libro. Siento que hay “prioridades de lectura” y en mi tiempo libre, antes de dormir, no aguanto mucho. Generalmente me despierto a mitad de la noche, con la luz prendida y el libro en el piso. Sin embargo, lo considero un trabajo de perseverancia. Podrá tomarme más tiempo leer durante el período de clases que en vacaciones, pero no por eso, voy a dejar de hacerlo.

6 comentarios:

  1. Hola Ana! Muy interesante tu relato.

    Te cito: "Mis pares no eran capaces de entender que me causaba el mismo fastidio leer (cuando imponen límites) “Cumbres Borrascosas”(...)". Sería interesante que nos cuentes más de qué límites se trata.

    Nos vemos, un saludo!

    Emilia

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  2. una idea, ana:
    *ampliar sobre la colección Sigmar, entrar en los títulos, los libros propiamente dichos, los personajes, las historias y sus personajes; qué había en esos textos para deslumbrar a esa niña, tan marcadamente?

    saludo
    claudia

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  3. hola Ana! bueno comentando un poco tu texto, me parece que esta muy bien narrado, y sobre todo me parece que describis bien el ambiente que se vivio alrededor de tu niñez, y las imagenes que planteas son muy claras. Te aconsejaría no descuidar la lectura por simple ocio cultural, ya que muchas veces, por lo menos a mi, me despejan del estudio. Pero tambien otras veces tambien me distraen, jaja. Es cuestion de equilibrarlo, un saludo!
    Pablo.

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  4. Me pasa algo similar con mi hermano: si bien "lee", pasamos por la misma bifurcación: yo me zambullí en libros y el no. Vaya uno a saber por qué.
    Lo de la categorización de la que hablás, me pasó algo parecido.
    Me gusto el texto.

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  5. Ani, la verdad que un gusto leerte. Espero que este blog se mantenga en el tiempo.
    Y sí... nombrar a tu hermana mayor es un detalle moooooy tender, más teniendo en cuenta que es uno de los cuentos que más le gusta!
    Próximo paso: recital de lecturas del blog de Ani. ¿Para cuándo?

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  6. PD: Y totalmente... tenés que aclarar qué libros leíste de qué colección de Sigmar! ¡Yo era fiel devoto!

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