La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

miércoles, 9 de junio de 2010

“Valores perdidos en el fondo del mar”

La descripción con que Chejov da inicio a “En el mar. Cuento de marineros” me lleva indiscutiblemente al medio del océano. Siento la sal, las nubes bajas, el frio… Me encuentro con este personaje, marinero, tan convencido de lo despreciable de su ser. Lo imagino sucio, borracho, cansado y solo. Pienso en si mi abuelo, cuando navegaba por la Antártida, se habría sentido así.

La frase “El hombre es en general inmundo; y a veces un marinero puede ser la más inmunda criatura de la Tierra” tiene un peso muy fuerte ¿Qué lo habrá llevado a pensar así? ¿Dónde se encontrará su inmundicia? ¿En su actuar? ¿En su aspecto? ¿En su pensamiento?

Ni siquiera se el nombre de quien emite juicio, sólo que está bordo de un barco, con 22 marineros más echando suertes. Se sorprende por haber ganado, tanto él como su padre, un lugar para espiar el camarote de luna de miel. Quien lo reservó es una pareja formada por un pastor y una joven, según dice, muy hermosa.

La acción narrativa se hace notar en la historia. Luego de haber estado hablando en el salón junto con un banquero (según percibo, otro ser abominable para el narrador) y una mujer, los tórtolos se retiran a su habitación, y los despreciables marineros corren a espiar por los agujeros, en el camino tropiezan con cosas e incluso son mordidos por las ratas.

Pero algo cambia todo. Los hechos siguen en orden pero los valores se dan vuelta. En esa rápida secuencia donde la joven novia pasa de negar con la cabeza a aceptar, el pastor sonríe y entra el banquero a la habitación con dinero los roles se invierten ¿No eran acaso los marineros, de entre todos los hombres, los más inmundos? Padre e hijo se asquean de la situación y se retiran de su escondite. Quizás, en algún punto, lo reconforte saber que cuando “Dios”, el capital y la libido se juntan, pueden crear inmundicias desconocidas hasta por ellos.

2 comentarios:

  1. A seguir probando con las notas!
    Saludos!

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  2. adelante, ana
    tus "pruebas" resultan interesantes y bien personales

    ¿tenés un abuelo que viajó por la Antártida?!!!
    ¿no estará por ahí tu proyecto narrativo?

    abrazo
    claudia

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