Ambos recuerdan.
Borges primero, la noche que se encontró en La Colorada por casualidad. No esperaba confesiones, remordimientos ni ser el juez de nadie, quería solamente conseguir un lugar donde dormir. En esa situación conoce a “El ingles”, y sin saber bien en qué se estaba metiendo, preguntó por su cicatriz.
Y ahí es cuando él, quien al final era irlandés, toma la voz. Se remonta a 1922, a las luchas por la independencia irlandesa. En ese contexto es que “llega” John Vincent Moon a su vida y es por una secuencia de hechos desafortunados que permanece en ella.
Una noche, cuando escapaban, un balazo rozo el hombro de JVM, y es por esto que quien nos habla, decidió abrirle las puertas de su hogar, para atender y curar al novato. Varios días convivieron quienes se suponía eran compañeros de revolución, de ideales, hasta que la traición tocó la puerta. El dueño de casa se vio vendido, cambiado por vaya uno a saber qué, quizás hayan sido 30 monedas de plata. Antes de ser apresado, logró perseguir y marcar para siempre la cara y la vida de Moon.
Borges toma la voz otra vez, recuerda el nerviosismo que se le notaba al ingles antes de soltar sus ultimas palabras “¿No ve que llevo una cicatriz? Le he narrado la historia de éste modo para que usted la oyera hasta el fin. Yo he denunciado al hombre que me amparó: yo soy Vincent Moon. Ahora desprécieme”
Realmente, la duda no me abandona ¿Habrá despreciado Borges a éste hombre?
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar