-¿Qué fue lo que entristeció tanto a Andrés en su inesperada visita? -preguntó con voz dulce la joven Lara, mientras el avión despegaba de Buenos Aires.
José parecía no tener respuestas, ni preguntas, o convicciones, nada… Todo había desaparecido en esa última visita.
-¿Me escuchaste? ¿Qué le pasaba a Andrés? –repitió Lara- Tenía los ojos llorosos cuando me saludó y me pareció oírlos discutir.
-Perdón Lari, estaba en otra cosa. No fue nada, quedate tranquila.
Silenciosamente, y conteniendo las ganas de llorar, no paraba de pensar en que esa visita, no había sido nada, había sido el fin. ¿Cómo explicar la discusión? ¿Cómo explicar el dolor que le habían causado las palabras de Andrés…?
-¿Qué estás haciendo con esos libros? ¿Te agarró miedo y los vas a quemar? –preguntó al entrar, inoportunamente, en la casa de su amigo José.
-Me voy a mudar. Nos vamos a mudar, con Lar…
- ¿Todavía pensás que soy el ingenuo que conociste hace diez años? ¡Cobarde! No me quieras engañar, vos no te vas a mudar, ¡te vas a escapar! Y pensar que creí en vos, fuiste mi maestro, me invitaste a militar, ¡y ahora te vas!
-Tranquilizate, ¿si? Cualquier tipo inteligente se daría cuenta que acá yo ya no puedo estar. Lara está embarazada, y conseguimos un contacto en España que nos recibe. Desde allá voy a seguir trabajando por Argentina, por la justicia y por todos los compañeros que ya no están. Además Andrés, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para vos.
-No me pidas que te crea, ya no. ¿Hablás de irte a visitar? ¿A vos, un traidor? Y pensar que te creí cuando citábamos a la par a Paco "Empuñé un arma porque busco la palabra justa”. Me indigna pensar que todos estos años, fui el alumno de un traidor.
-Pero si defiendo cada una de esas palabras, Andrés, ¿Por qué ya no me crees?
-Porque no sos el maestro que conocí alguna vez. Espero que tu conciencia te deje caminar por las calles de España, sin prisas, mientras acá, algunos todavía ponemos el pecho.
-Me voy a ir igual, puedo seguir poniendo el pecho desde Madrid ¿Querés que así sea nuestra despedida? ¿Enojados? ¿Diciendo cosas que no queremos?
-Por mi parte, no me molestaría que así fuera. El amigo que alguna vez fuiste, no se dónde quedó. Y no tengo intenciones de perder mi tiempo buscándolo. Y que te quede claro, yo sí soy un hombre de palabra, y de lo que digo, no me arrepiento. Suerte en tu huída, y hasta nunca.
-Lara, estuve pensando, quiero que nuestro hijo esté marcado por la valentía y los valores. Quiero que nuestro hijo se llame Andrés.
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