La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

"La resaca de la colección" Notas Calvino.

Cuando era chica intenté coleccionar sobres de azúcar, de esos que dan en los bares. Mi mamá tenía pánico de que mi habitación se llenara de hormigas, así que opté por vaciarlos y pegar en hojas. Debo admitir que el sentimiento de coleccionista en sí, no duró mucho, pero, cada vez que voy a un bar, miro a ver si los que están los tengo o no. Y madre de vez en cuando se aparece con uno nuevo.

El ensayo de Calvino por momentos me parece de una fantasía inexplicable. Como ésos frasquitos de arena son tanto y tan poco a la vez, como ése recorrido por el mundo puede ser tan real mientras uno se encuentra quieto.

Me gustaría tener como en Harry Potter, frasquitos con recuerdos. Muchas veces tengo miedo de perderlos, se que los estoy perdiendo. Me voy olvidando de algunos sonidos, de su voz. Quiero tenerlo presente, quiero tenerlo conmigo, pero no puedo, no podemos. Y encima otra vez es diciembre…

Esta fijación que tienen los coleccionistas (quizás un poco envidiable) de querer adueñarse tanto de algo, de querer que sea suyo. En un frasquito guarda toda una playa, en un recorte toda una tarde.

No termino de entender lo que hacen. La paciencia de guardar granito por granito y saber que cada uno de ellos tiene una historia, que quizás algún día pierdan. Que se pueden mezclar, se pueden perder, se pueden romper. Y sin embargo en cada playa siguen agachándose a juntar un poquito más.

Siento que debería aplaudirlos, por no darse por vencidos, por llenar, muy despacio y con sacrificio esos lugares vacíos que tenemos adentro, y que algo tan simple como un recorte puede darle vida otra vez.

Porque los imagino ansiando cada viaje, cada objeto nuevo. Porque los envidio, su búsqueda nunca termina, no tiene límite, y sin embargo siguen. Porque comparten su magia con nosotros, los demás, corriendo el riesgo de que no los entendamos.
Este ensayo tiene un recorrido muy interno, muy personal, pero lo raro es que es de él, de Calvino y de cada uno de los que expuso en esa muestra.

Sé que esta nota no es como debe ser, sé que debería tener un tono ensayístico que todavía no desarrollé. Se que termina el año, sé que estamos en cuenta regresiva.

Y encima de todo, otra vez es cuatro, otra vez es diciembre.

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