Quizás sea prudente partir de la base de que amo la fotografía. Está en mi genética, desde el lado materno e incluso el paterno. Suelo frenar mi aceleración personal, para acomodarme, tirarme al piso, ponerme de cabeza, cambiar de ángulo, sólo para poder captar la esencia de algo. No me considero una fotógrafa profesional ni mucho menos, simplemente para mi va mas allá que apretar el disparador en cualquier modo de la cámara digital. Hay que tener en cuenta si sería prudente usar flash, o no, macro, cambiar la sensibilidad, cuánto zoom es necesario…
Sacar fotos perdió un poco su esencia, o su meta principal, ahora es más bien, sacarse una foto atrás de otra, siendo casi iguales, pero en una no estás sacando la lengua y en la otra sí. Pero mas allá de disparar muchas veces, creo que el problema viene por otro lado: Por la necesidad de publicar nuestra vida en internet. En cualquier red social, de todos los tamaños o colores.
Uno de los temas de mayor controversia con respecto a esta enferma necesidad de mostrarnos ante todos, fueron las fotografías tomadas por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, Irak. Luego de la invasión en el año 2003, la mencionada prisión paso a estar bajo el mando de Estados Unidos, y fue en ese contexto en el que se creó la Comisión de Investigación sobre los abusos en Abu Ghraib en mayo de 2004 por el secretario de defensa Donald Rumsfeld y fue presidida por James Schlesinger, a su vez ex secretario de defensa.
Las fotografías eran mucho más de lo que todos podíamos soportar. Un grupo de soldados que custodiaban el turno noche decidieron divertirse un rato, y como parece que en el desierto no hay cartas, dados o revistas, no tuvieron mejor idea que fotografiarse no solo torturando prisioneros, sino incluso, junto a cadáveres.
Es en repudio a esta situación que Susan Sontag escribe un artículo titulado “Fotografía y sociedad, Imágenes torturadas” sobre el cual voy a basarme para llevar adelante la escritura de este ensayo.
La autora nació en New York en 1933 y falleció poco tiempo después de escribir el artículo ya mencionado. Siempre firme a sus convicciones, no se callaba nada ni temía a nadie, y si bien por sus declaraciones empezó a recibir serias amenazas, a Sontag no le preocupaba lo que podía sucederle. Lo único que la desvelaba eran los cambios que se estaban produciendo en su país.
“Así, pues, ¿la cuestión central no son las propias fotografías sino la revelación de lo ocurrido a los "sospechosos" arrestados por Estados Unidos? No: el horror mostrado en las fotografías no puede aislarse del horror del acto de fotografiar, mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a sus cautivos indefensos. Los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial fotografiaron las atrocidades cometidas en Polonia y Rusia, pero las instantáneas en que los verdugos se colocan junto a las víctimas son muy infrecuentes”
Creo que la principal diferencia entre los dos tipos de fotografías mencionadas por Sontag es la existencia de Internet. Claramente, en todas las guerras existieron los determinados “trofeos”, pero quedaban guardados en “libros negros”, en cambio ahora, la necesidad de exponernos y “comunicar” (si fuera eso lo que hacemos) terminó dejando al descubierto las atrocidades de los soldados.
Y en menor medida esto se traslada a cualquier ser humano con cuenta en Facebook, MySpace, Fotolog o cualquiera de las tantas otras. Mi mamá intenta explicarle a mi hermana de quince años que a ella le da miedo que publique su vida en internet, siente que corre muchos riesgos. Pero es la maldita necesidad de estar contando siempre lo que hacemos, esa adicción a estar conectados a vaya uno a saber qué, a sentir que si no lo ven todos, quizás incluso no sucedió. Debemos tener un registro fotográfico de cada uno de nuestros días, por si mañana llegáramos a olvidarnos de algo, o por si alguien no nos vio con el nuevo par de zapatos que nos compramos.
“Vivir "es ser fotografiado", poseer el registro de la propia vida, y, por lo tanto, seguir viviendo, sin reparar, o aseverando que no se repara, en las continuas cortesías de la cámara; o detenerse y posar. Actuar es participar en la comunidad de las acciones registradas como imágenes. La expresión de complacencia ante las torturas infligidas a víctimas indefensas, atadas y desnudas, es sólo parte de la historia. Hay una complacencia primordial en ser fotografiado, a lo cual no se tiende a reaccionar hoy día con una mirada fija, directa y austera (como antaño), sino con regocijo. Los hechos están en parte concebidos para ser fotografiados. La sonrisa es una sonrisa dedicada a la cámara. Algo faltaría si, tras apilar a hombres desnudos, no se les pudiera hacer una foto.”
No dudo de la necesidad de mostrar a todos las fotos de unas vacaciones, de un cumpleaños, aniversario, pero aun no comprendo la necesidad de mostrarse (y peor aún, orgulloso) junto a otros seres humanos, iguales a ellos, a mi, a ustedes, ejerciéndoles una violencia sin límite. No entiendo cómo en ese primer mundo en el cual se jactan de ser los mejores en materia económica, en tecnología, pueda carecer de tantos valores y no dudar en demostrarlo. Igual, lo que más me asusta es que dentro de su escala de valores, sea correcto hacer lo que hacen, si total la Doctrina de Seguridad Nacional lo avala, significa que para el Tío Sam está bien.
Hola a todos! Para hacer mi ensayo me basé en mi nota "Photoholic"... La verdad es que no sé si estará bien o no, me cuesta un poco saber si estoy encaminada.
ResponderEliminarEspero opiniones que me orienten un poco!!!
Saludos!