La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Torturas.com" Ensayo Final, segunda versión

Quizás sea prudente partir de la base de que amo la fotografía. Está en mi genética, desde el lado materno e incluso el paterno. Suelo frenar mi aceleración personal, para acomodarme, tirarme al piso, ponerme de cabeza, cambiar de ángulo, sólo para poder captar la esencia de algo. No me considero una fotógrafa profesional ni mucho menos, simplemente para mi va más allá que apretar el disparador en cualquier modo de la cámara digital. Hay que tener en cuenta si sería prudente usar flash, o no, macro, cambiar la sensibilidad, cuánto zoom es necesario…

Es por eso que siento que sacar fotos perdió un poco su esencia, o su meta principal, ahora es más bien, sacarse una foto atrás de otra, siendo casi iguales, pero en una no estás sacando la lengua y en la otra sí. Igualmente, creo que el combo de la masividad de las fotos, viene aparejado con otra cosa: la necesidad de publicar nuestra vida en Internet. En cualquier red social, de todos los tamaños o colores. Tiene que quedar registrado en los ojos de todos, primero que nada, que posees una cámara digital, segundo que estás conectado con el mundo, y tercero, que quede asentado qué cosas hiciste y cuáles no. Ni hablar de la satisfactoria sensación de incluso llegar a ser envidiado por otro debido a lo mostrado en tu perfil.

Teniendo en cuenta estos disparadores, la fotografía por un lado y su difusión mediática por el otro, es que quiero mencionar uno de los temas de mayor controversia con respecto a esta enferma necesidad de exponernos: las fotografías tomadas por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, Irak.

Luego de la invasión en el año 2003, la mencionada prisión pasó de estar bajo el mando de Saddam al de Estados Unidos. Y fue en el contexto de esa guerra en el que surgió la necesidad de crear la Comisión de Investigación sobre los abusos en Abu Ghraib en mayo de 2004 encabezada por el secretario de defensa Donald Rumsfeld y fue presidida por James Schlesinger, a su vez ex secretario de defensa.

Esta comisión se encargó de investigar las impactantes fotografías sacadas por un grupo de soldados que mientras custodiaba el turno noche en la prisión, decidieron divertirse un rato, y como parece que en el desierto no hay cartas, dados o revistas, no tuvieron mejor idea que fotografiarse tanto a ellos, como a los prisioneros en situaciones intolerables para (lo que suponía) la mayoría de los seres humanos. Y así la noche pasó, flash va, flash viene mientras torturaban gente, o veían cómo perros a los presos, o incluso junto a cadáveres.

La situación se les fué de las manos (como si eso no hubiera pasado ya) cuando las fotos las enviaron por correo electrónico a sus familias y de esta manera, circulando por la red, se hicieron públicas y menos mal, controversiales también.
Es en repudio a estos hechos que Susan Sontag escribe un artículo titulado “Fotografía y sociedad, Imágenes torturadas” sobre el cual voy a basarme para llevar adelante la escritura de este ensayo.

La autora estadounidense, nacida en New York en 1933 y fallecida poco tiempo después de escribir el artículo ya mencionado, fue siempre firme a sus convicciones, no se calló nada ni temió a nadie, y si bien por sus declaraciones empezó a recibir serias amenazas, a Sontag no le preocupó lo que podía sucederle. Lo único que la desvelaba eran los cambios que se estaban produciendo en su país.

“Así, pues, ¿la cuestión central no son las propias fotografías sino la revelación de lo ocurrido a los "sospechosos" arrestados por Estados Unidos? No: el horror mostrado en las fotografías no puede aislarse del horror del acto de fotografiar, mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a sus cautivos indefensos. Los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial fotografiaron las atrocidades cometidas en Polonia y Rusia, pero las instantáneas en que los verdugos se colocan junto a las víctimas son muy infrecuentes”

Creo que la principal diferencia entre los dos tipos de fotografías mencionadas por Sontag es la existencia de Internet. Claramente, en todas las guerras existieron los determinados “trofeos”, pero quedaban guardados en “libros negros”, en cambio ahora, la necesidad de exponernos y “comunicar” (si fuera eso lo que hacemos) terminó dejando al descubierto las atrocidades de los soldados.

Esto se traslada directamente a cualquier ser humano con cuenta en Facebook, MySpace, Fotolog o alguna de las tantas otras. Mi mamá intenta explicarle a mi hermana de quince años que a ella le da miedo que publique su vida en Internet, siente que corre muchos riesgos. Pero es la maldita necesidad de estar contando siempre lo que hacemos, esa adicción a estar conectados a vaya uno a saber qué, a sentir que si no lo ven todos, quizás incluso no sucedió. Debemos tener un registro fotográfico de cada uno de nuestros días, por si mañana llegáramos a olvidarnos de algo, o por si alguien no nos vio con el nuevo par de zapatos que nos compramos. Es curioso, incluso en los noticieros hoy día, entre muertes y deportes, en el segmento de tecnología uno puede leer que distintas organizaciones intentan generar conciencia de la exposición que se vive internet, ya que a veces estamos equivocados cuando creemos que las cosas publicadas solo las ven “nuestros amigos”

“Vivir "es ser fotografiado", poseer el registro de la propia vida, y, por lo tanto, seguir viviendo, sin reparar, o aseverando que no se repara, en las continuas cortesías de la cámara; o detenerse y posar. Actuar es participar en la comunidad de las acciones registradas como imágenes. La expresión de complacencia ante las torturas infligidas a víctimas indefensas, atadas y desnudas, es sólo parte de la historia. Hay una complacencia primordial en ser fotografiado, a lo cual no se tiende a reaccionar hoy día con una mirada fija, directa y austera (como antaño), sino con regocijo. Los hechos están en parte concebidos para ser fotografiados. La sonrisa es una sonrisa dedicada a la cámara. Algo faltaría si, tras apilar a hombres desnudos, no se les pudiera hacer una foto.”

Creo que el ejemplo retratado por Sontag en su artículo es más que claro: La privacidad corre peligro e incluso las cosas que más querríamos ocultar terminan saliendo a la luz. Todavía nos cuesta acostumbrarnos a la necesidad de mostrar a todos las fotos de unas vacaciones, de un cumpleaños, aniversario, pero lo que no comprendo es la necesidad de los soldados de mostrarse (y peor aún, orgulloso) junto a otros seres humanos, iguales a ellos, a mi, a ustedes, ejerciéndoles una violencia sin límite. No entiendo cómo en ese primer mundo en el cual se jactan de ser los mejores en materia económica, en tecnología, puedan carecer de tantos valores y no dudar en demostrarlo.

Igual, lo que más me asusta es que dentro de su escala de valores, sea correcto hacer lo que hacen, si total la Doctrina de Seguridad Nacional lo avala, significa que para el Tío Sam está bien.

5 comentarios:

  1. Bueno, hice una segunda versión. Es que la primera no me terminaba de convencer.

    Cambié algunas cosas, arreglé otras... No sé, el ensayo me genera dudas, pienso en la lista de cosas que nos mandó Paula por mail y me pierdo!

    En cuanto pueda subo el proceso de escritura.

    Beso!

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  3. Hola ! lei ahora tu segunda version y se me hizo más clara y por ende pude definir mi gusto por esta. Pude conectar mejor las relaciones que estableciste y los espacios en lo que intervenias. Me llamó la atención sobre el hecho que planteas del registro de actos violentos.

    No se si es por mi parte morbosa, y por eso me mando a proponer (porque creo que este espacio es para ello, no es un atrevimiento y más bien deberíamos como dice claudia TOMARNOS este espacio) sobre lo que me pasó sensiblemente.

    Quiero decir que estaría bueno desarrollar más sobre ese 'por qué fotografiarse'. Podría ser con cierto enfoque (que ahora se me ocurre): -del condicionamiento que ejerce la guerra en los sujetos,
    -del registro de ciertos actos desviados(como cuandola gente filma las violaciones o asesinatos)Este es el que propones.
    -una idiosincracia yakee sobre el mundo, expresada en esta situación particular.

    Me cebé, espero no haya dicho 'cualquiera' y más bien si no te sirve como aporte, te pueda ayudar así sea por la contraria: definiendo lo no quieres escribir.



    Beso, nos vemos hoy!

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  4. *me acuerdo de aquel día en el que me preguntaste si podías traer la máquina para fotografiar ¿un reflejo de rayo de sol en la pared del aula con goteras?, recuerdo tus ojos iluminados por el entusiasmo..., podrías traer eso al primer párrafo,
    "poder captar la esencia de algo" (Barthes, La cámara lúcida)
    *ver pasaje entre párrafos 2 y 3
    * "viene aparejado con otra cosa" ver construcción sintáctica
    *hay 3 cuestiones dando vueltas por ahí: el sentido de fotografiar/los límites de la fotografía / fotos y privacidad; parece todavía haber un movimiento oscilante entre los tres: espero tu proceso de escritura, Ana, los propósitos de tu proyecto, el plan de texto que seguiste, la elección de Sontag, etc..., así podemos
    comentar dentro de ese proceso

    saludo
    claudia

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  5. Gracias por los comentarios!

    Ya me pongo a escribir, espero evolucionar positivamente.

    Y sí, era un rayo de sol que entraba por la ventana del aula con goteras. Pequeñas cosas que nos completan...

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