La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Proyecto narrativo (segunda versión)




-Papá, papá
-¿Qué?
-Alguien llame a un médico
-¿Para qué?
-¿Qué pasó? (portugués)
-Nada señora, siga caminando (portugués)
-¡Rubén, reaccioná!
-¿Que reaccione de qué? ¿Qué te pasa Cármen? Pará de llorar, querés.
-Permiso por favor. Yo soy médico. ¿Hace cuánto está así? No tiene pulso, que apuren la
ambulancia (portugués)
-¿Cómo que no tengo pulso? Señor, si yo no tuviera pulso no estaría hablando. No, no, aléjese de mis ojos, ¡no me los cierre! Cármen, me hacés el favor de decirle a este hombre que me deje en paz, que me bajó un poco la presión y nada más.
-¡Rubén volvé! No me dejes ¡volvé!
-Pobre hombre, era bastante joven para morir.

No. No hablan de mí. Debe haberse descompensado alguien más por ahí. A mi nada más me bajo la presión, si yo le dije a Cármen que me iba a sentar a los asientos. Se están equivocando, está todo normal salvo porque alguien me cerró los ojos hace un rato y no puedo volver a abrirlos. Me pica la nariz, y no puedo rascarme, escucho voces y no puedo hablar.
No. Si yo estuviera muerto, estaría en algún lugar, con la luz blanca, en el cielo, en el infierno o reencarnado en mariposa. Pero estoy acá, hablando conmigo, así que no puede ser esto ¿muerto, yo? ¡Pero por favor! No es que me crea invencible, ni dios, pero morirme en medio de mis vacaciones en Brasil, no está en mis planes.
Todo esto podría ser un sueño del cual en un rato me voy a despertar en la habitación del hotel, me voy a asomar por la ventana y voy a ver el hermoso mar… Quizás me desmayé y esto es lo que pienso mientras tanto, aunque de todas las otras veces que me desmayé en mi vida, no me acuerdo de nada. Esas son las únicas opciones que barajo, nada más. Pero por favor, ¿muerto, yo? Si yo estuviera muerto no volvería a comer ravioles caseros, no podría ir mas a la cancha, no podría juntarme en un asado con mis amigos, no podría leer el diario al sol. Y significaría que me quede sin ir a Europa, sin conocer Ushuaia, sin mi fiesta por los 60 años, sin cambiar el auto, sin gastar todo el dinero que tengo ahorrado, sin probar algunas mujeres… significaría que de ahora en más hasta un paté sería mas activo que yo. Pero como todo esto que estoy pensando no va a pasar porque yo no me morí, me quedo tranquilo.

En el hipotético caso en que algún santo se haya equivocado y venido a buscar antes de tiempo o un ángel o la parca ¿no podría arreglarse un retorno? A ver, a Víctor Sueiro le dieron varias chances ¿Qué tiene él que no tenga yo?
Siento que me mueven, ¿A dónde me llevan? No quiero que me muevan sin que yo decida a dónde. ¡Alguien puede hacerme caso! Es Rubén Juárez el que les habla, carajo. ¡Ábranme los ojos de una vez!

-Es el muerto del aeropuerto, gringo nomás. Se llama Rubén Juárez. (portugués)
Pero, cómo… ¿el muerto, era yo?
Yo no me quería morir, no puede ser ¿Quién decide quién si y quién no? ¿Tantos viejos dando vuelta y me matan a mi? No quiero estar acá, me quiero ir, llévenme a Argentina, a mi casa, este no es mi país, ¡yo no quiero estar acá!

Claramente no puedo ver mi reloj, capaz ya ni lo tengo, así que no sé cuánto tiempo pasó. Escucho voces en portugués, asumo que sigo en Brasil. Los médicos hablan entre ellos. Parece que no soy un tema fácil. Mi familia me quiere llevar de vuelta, pero la burocracia tiene que hacer lo suyo. Esto de tener que llevarme, va a estar complicado. Van a venir de la Embajada para hacer el papelerío correspondiente, pero si es tan riguroso el control que les hacen a las valijas, no quiero ser yo cuando tenga que pasar por la PSA.
Me siento más manoseado que en la línea C a las ocho de la mañana. Menos mal que no veo qué es lo que hacen, porque con sentir me alcanza. Palo y a la bolsa dicen. Esto es bolsa y a la heladera.
Creo que ya es otro día, porque pasaron muchas (supongo que horas) en silencio, y de repente las personas se dicen “bom dia”. Hablan de la esposa del gringo, así que supongo que la esposa es Cármen y el gringo soy yo. Dicen que ella se queja, que se quiere ir y que quiere que yo me vaya también. Ellos se ríen, no depende de ellos. Depende del papeleo.
Otra vez silencio. Solo me escucho a mí hablando sin parar. De a ratos entra gente, pero la mayoría del tiempo, hay silencio. Definitivamente las morgues (si donde estoy es una morgue) son lugares tranquilos.

Alguno de los que esta allá arriba, me va a decir qué van a hacer conmigo. Porque me tienen acá, hablando como un loco sin un destino sin saber qué va a pasar conmigo ¿Por qué no me mandaron al cielo? Yo tengo la conciencia tranquila, no fui mal tipo, es verdad que embromé a dos o tres personas, y que hombre de una sola mujer no fui, ¿pero qué tiene de malo ser egoísta, manipulador, tacaño? Yo no soy ningún cualquiera al cual pasar por encima, antes, te aplasto yo. Es la ley de la selva, y yo la respeto.


El silencio se quebró. Escucho llantos ¿por qué habrían de llorar los médicos?
-Eu não sou um médico.
- Quem é você?
-Me llamo Carlos y estoy esperando que me vengan a buscar. (en portugués)
-¿Qué te busquen de dónde? (en portugués)
-De acá, de la morgue. (en portugués)
-¿Vos estás muerto también? (en portugués)
-Sí. Desde hace un rato. Me suicidé. (en portugués)
-¿En serio? ¿Y por qué? (en portugués)
-Porque sí. No quería seguir más allá. No la estaba pasando bien. (en portugués)
-¿Y por qué llorás? (en portugués)
- Porque me di cuenta que voy a extrañar a mi nieta. Su risa, verla dormir, llevarla a la plaza…
Me pregunto si la volveré a ver. (en portugués)
No quise seguir hablando. Preferí dejarlo reflexionar tranquilo. Mientras tanto, yo pensé en mi nieto. ¡Qué lindas las maestras del jardín! Sí que daba placer ir a los actos, salvo por el ruido de los mocositos pero sino ¡mamita qué mujeres! Decí que no podía arriesgarme, era muy peligroso, Cármen podía enterarse… ¡Como cuando me encontró con la morocha de la oficina! Que minón ¡por dios! No sé cómo aguanté tanto tiempo, porque a la tercera semana que apareció con esas polleritas cortas, me tuve que poner en acción. Ese día Cármen sí que me gritó…

Silencio otra vez. Me imagino que hará frio, en las morgues siempre hace frio, si nos tienen como freezados. Estoy empezando a tener algunas dudas, y ningún ser celestial parece querer contestarme ¿Desaparecerá mi capacidad de sentir? ¿Dejaré algún día de amar, o de tener miedo? Si ahora escuchara un cd de los Beatles, ¿me haría sentir algo, una mínima emoción? ¿Me calentaría si la viera a la morocha otra vez?
-Gringo, me vinieron a buscar. Quizás algún día nos volvamos a cruzar. (en portugués)
-Nunca se sabe Carlos, nunca se sabe. (en portugués)
No sé si volveré a cruzarme a Carlos o no, o de hacerlo donde será, pero bueno, si acá pudimos hablarnos, quizás en otros lugares también.

El silencio se quebró. Escucho a Carmen, a médicos y ruido a metal. Alguien abre este lugar donde estoy.
-Rubén, yo me voy para Argentina. Mi vuelo sale esta noche. A vos no te queda mucho más tiempo acá, ya vas a estar en casa. Te lo prometo.
Sentí en mi frente un beso, o creo que eso fue un beso, o vaya uno a saber qué. Escucharla a Cármen me hizo pensar en que la hice llorar varias veces… Pero ella sabía como era yo, y si tanto le hubiera molestado, me podría haber dejado. Igual, yo siempre fui muy respetuoso, nunca me involucré con sus amigas ni con gente conocida, más que nada porque pueblo chico-infierno grande. Y eso que encima de todo la hermana de Cármen era la Marilyn Monroe de José Mármol y yo de piedra nunca intenté nada, todo un caballero la verdad.
Entre tanto silencio y pensar y repensar en lo que hice y dejéde hacer, me di cuenta que ya no duermo. Parece que cuando uno muere ya no necesita dormir más. ¿Para qué dicen “descanse en paz” si no descanso? No hago otra cosa que pensar y pensar y más pensar en vaya uno a saber cuántas cosas. No se descansa así, uno no está tranquilo, no está en paz. Lo único gratificante, es el silencio. Nunca soporté la capital, realmente. El poco tiempo que viví allá fue una tortura, el ruido, la gente, los autos, protestas, TODO me molestaba. Pero ahora, el silencio me hace acordar al de casa. Al de los domingos a la tarde, o alguna que otra noche de verano, pero más aún las solitarias noches de invierno. La calle vacía, la niebla cubriendo todo, de vez en cuando algún ruido, pero nada más que eso. Eso es lo que voy a aprovechar de estar muerto, el silencio, aunque debe haber otras cosas también. No tener que festejar más Navidad, porque realmente me cae mal. Muchos compromisos, que hay que ir a tal lugar, llevar tal cosa, llamar a todos los que no llamás durante el año y encima de todo ir a Misa. La tecnología, que todos los días avanza y yo estoy atascado. La inseguridad, no poder salir tranquilo a la calle, sino que mirando a todos lados. Los shoppings, los compre ya. Los vendedores de música en el tren, como me irritan. Realmente insoportables. Cómo olvidarme del trabajo, que bueno no madrugar más (aunque ahora no pueda dormir tampoco) no escuchar quejas estúpidas ni tener que rebajarme ante estúpidos. Eso sí que trae paz. Si estar muerto significa no tener más compromisos con nadie y hacer lo que se me cante, definitivamente, morirse no seria tan grave.

Ya no se cuánto tiempo hace que estoy acá, creo que algunos días ya pasaron desde la vez que Cármen me dijo que se iba ¿Qué tan difícil es llevar un muerto desde Florianópolis hasta Buenos Aires? Llevan vivos todos los días, llevan perros, valijas, muebles, autos, droga y mil cosas más. Pero parece que los muertos somos mas difíciles. Ni siquiera sé por qué, no nos quejamos como los vivos, no llamamos a la azafata cada dos por tres, no nos molesta dónde nos pongan, porque aunque nos moleste no hay nada que podamos decir. Ahora que me doy cuenta, todavía puedo sentir, siento enojo, siento odio quizás, siento ganas de estar en casa. Tanto Tango 01 para el presidente y si un simple ciudadano se muere acá nomás, ni siquiera en otro continente está varado por días.
Los médicos apenas hablan de mí, se preguntan lo mismo que yo ¿Cuándo se va el gringo?

Hoy, sin saber cómo ni por qué, alguien vino y abrió mi puerta. Me sacaron me manosearon un poco y supe que iba a pasar. Iban a guardarme en un cajón para llevarme. Pensé en éste momento también. Llegar a casa significa llegar en un cajón de madera. Significa que voy a tener un velorio, un entierro y que ahí me voy a quedar. No puedo hacer nada al respecto, sólo pensar.
Me sacaron la bolsa en la que estába metido. Siento algo raro en la piel, ni fría ni caliente, la siento… ¿la siento? Momento de confusión. No sé qué me espera, si sé en realidad, no se cómo lo voy a tomar. De la única manera que tengo en realidad, en silencio.
Me levantaron, hicieron falta varias personas. La verdad que un cuerpo de 80 kilogramos de peso muerto (realmente muerto) y totalmente tieso, es difícil de mover. Me llevaron en camilla hasta una ambulancia. El viaje de vuelta empezó.
Cuando se detuvo me pareció raro no escuchar el ruido de los aviones despegando, supongo que en avión me llevarán.
Camilla otra vez. Dudo de saber a dónde me están llevando.
-¿Qué le hacemos? (en portugués)
-Lo mínimo, lo mandamos hoy a Buenos Aires. (en portugués)
-¿Maquillaje? (en portugués)
-No no, con la ropa y que lo retoquen un poco está bien. (en portugués)
Ya se dónde estoy: En una funeraria. Tonto Rubén ¿creíste que ibas a viajar desnudo? ¿Y de dónde pretendías que sacaran el cajón?
Manoseos otra vez. Espero por lo menos hagan que me vea bien. Un tipo pintón como yo no puede estar el día de su velorio hecho un desastre.
-Ya terminamos, lo guardamos en el cajón y listo. (en portugués)
Esa frase me recuerda a mi mamá: “Guardá tus juguetes en el cajón” “Guardá tu ropa en el cajón” “Sacá dinero del cajón” Toda una vida poniendo y sacando cosas de cajones y ahora soy yo al que van a guardar y vaya uno a saber por cuánto tiempo.
Otra vez me levantan. Otra vez me guardan. Incluso me ponen tapa. Ya no escucho nada de nada. Este es el silencio real. Ya no sé que va a pasar conmigo, no me voy a enterar de nada. ¿Volveré a escuchar una voz alguna vez?
Me mueven, me muevo, siento que me tambaleo. Quizás sienta el despegar del avión en el estómago. O quizás solo se siente cuando el estómago funciona.
El silencio grita en estas paredes de madera. Ya no quiero escucharme, un rato está bien, reflexiono mientras tanto, pero ya llevo días así y no sé cuánto tiempo más quiera pensar. Si me morí, por qué no me muero de una vez. Que mi cerebro deje de funcionar, no sé cuánto tiempo más aguante… Yo algunas cosas me acuerdo de cuando tomé la primera Comunión, como el Padrenuestro y otras giladas, como que existe el cielo, y como existe el cielo, existe el infierno. Mi catequista nos torturaba con el eterno rechinar de dientes que no se lo que es, pero me imagino que toda la vida rechinando los dientes me va a doler. Igual, por que habría de ir al infierno, si fui un tipo como cualquier otro, ni más ni menos.
Me vuelven a mover. Sigo sin saber en dónde estoy. Nunca me dí cuenta si subí o no al avión, así que quizás siga en Brasil. Están abriendo la tapa o al menos eso creo escuchar, ¿qué pasa?
-Uh, éste señor lleva días muerto
Estoy en Argentina, llegué de una vez por todas.
-¿La familia querrá cajón abierto o cerrado? Para que sea abierto el velorio tiene que ser ya. ¿Sabés si ya tienen lugar para el entierro?
-La viuda está por llegar y nos dice que decidió la familia.
-Recién hablé con la señora Juárez, dijo que ya tienen dónde enterrarlo y que el velorio va a ser de medio día nada más.
-Bueno, empecemos entonces.
Otra vez el manoseo. Por un segundo me abrieron los ojos, no pude ver, pero sentí luz. Hacía tanto que no la sentía, cuando morís la oscuridad es abrumadora. Como el silencio.

Ya estoy vestido, con bolsas de café alrededor, flores en las manos y maquillado. O al menos eso supongo, creo que es el combo mínimo de las funerarias. Me sacan de donde estoy acostado, supongo que para guardarme en el cajón definitivo.
Me mueven, no lo siento mucho, pero lo sé. Lo que no sé es cómo explicar las cosas, realmente si son por sextos sentidos o qué, pero sé las cosas sin verlas, sin sentirlas y a veces sin escucharlas. No lo dudo, estoy ya en la sala de velatorios.
-Rubén, por fin te vuelvo a ver. Estás tan lindo, si te levantaras, me casaría de vuelta con vos.
-Cármen, acá estoy. Te extrañé yo también.
-Yo se que no estás acá, o que estás en otro lugar mejor. Pero quiero que sepas que te amo mucho, y que te voy a extrañar muchísimo.
-La verdad que tus ravioles no se comparan con nada, como voy a extrañar que me cocines, que me planches la ropa, el desayuno en la cama.
-Para mi fuiste un gran marido, padre y abuelo. Siempre estuviste cuando te necesitamos y trabajaste para darnos lo mejor. No lo olvides nunca eso.
-Tenés razón, que gran marido, padre y abuelo. QuÉ afortunados fueron, se que fui un gran ejemplo para todos.
-Ya nos volveremos a encontrar Rubén, algún día, en algún lugar.
Ahora hay mucho ruido. Acostumbrado al silencio, el ruido me duele. Las voces se mezclan, no reconozco ninguna. Quizás cuando se acerquen sí lo haga.
-Papá ¿Qué hiciste? Sólo a vos se te ocurre morirte en Brasil. Ya tan cerca de tomar el avión. Que tipo jodido eh, vos no vas con vueltas fáciles. Te voy a extrañar papá, no quería que te fueras tanto tiempo antes. Fuiste muy bueno conmigo, me ayudaste muchísimo y parte de la mujer que soy, es por vos. Todavía no sé si lo voy a traer a Lucas, es chiquito el. Pero no sabés cómo te extraña también. Te quiere muchísimo. Cuidate mucho papá. Y cuidanos a nosotros desde arriba.
Mi chiquita, que linda. Ya está hecha una mujer. No puedo creer que ya no la vea más, y no puedo creer que el imbécil de su marido seguramente se lleve todas mis herramientas… Si dios se apiada de este pobre viejo, y me deja ir para arriba voy a cuidarte como me pedís y si puedo hacer algún tipo brujería para que el tipo ese no se afane mis cosas, mejor todavía.

Algunos se acercan y puedo reconocerlos, está Don Juan el vecino de la vuelta, Sebastián mi amigo de la vida, desde la primaria juntos. Escucho que mi jefe me mandó una corona. Esa voz, me suena… ¡El hijo de puta de Pedro vino también! ¿Después de haberme estafado tiene la cara venir acá? Si pudiera, me reventaría a molerlo a golpes. ¡Vino la morocha! ¿habrá traído su pollera?
¿Qué van a hacer qué? ¿A rezar un decenario? ¿Por mi alma? Si estoy condenado a éste cajón, a hablarme sin parar durante toda la eternidad. Dios me jodió a mí, no le caigo bien y me encerró acá ¿Qué hacer cuando no hay nada para hacer? Todo muy lindo con no ir a trabajar ni a lo de la mamá de Cármen otra vez, pero ya no puedo más. Y aunque no pueda, no sirve de nada, si total, es todo lo mismo. Monotonía del más allá.
Ya me cansé, no sé si los muertos se cansan pero me cansé. No quiero rezos, no quiero saludos, no quiero el pésame de nadie, me quiero ir, me quiero ir a cualquier lugar, pero me quiero ir. No aguanto más. Por favor, ya no quiero estar acá…
La dinámica está cambiando, se está haciendo silencio, algo importante va a pasar. La gente murmura que nos vamos ¿será verdad? ¿Ya llegó el momento del entierro? Yo no sé nada, no tengo reloj, no entiendo los tiempos, creo que me morí hace meses, que llegué a la Argentina hace semanas y que mi velorio duró días. Pero debo ser yo, que exagero.
Otra vez no escucho nada. Deben haber cerrado el cajón. Ni siquiera sé dónde voy a estar enterrado, si es un lindo día o qué. Me mueven, pero no sé si estoy en un auto o si estoy bajando al pozo que será mi hogar de acá en adelante.
Por favor, la desesperación me está matando, no quiero estar más acá, no puedo más, no sé a quién rezarle, no se a quién pedirle ¿acaso nadie se apiada de las almas? Por favor, si hay alguien ahí arriba, ahí abajo, quién sea, que me lleve, no puedo soportarme una eternidad hablándome a oscuras, sintiendo quizás a los gusanos entrar. No puedo, no quiero, por favor sáquenme sáquenme. Yo no soy mal tipo, yo no quiero estar acá, no puedo concebir una eternidad despierto.
Buda, Dios, Cristo, María, Satán… ¿alguno me escucha?






1 comentario:

  1. Hola Ana. Me intereso tu proyecto, para mi manejaste un tema que es muy delicado.
    Pensar que cuando uno muere deja de realizar actividades, que a veces cansan y molestan. Pero creo que al producirse el deceso se deja todo una vida en la tierra: la familia, amigos. Estos quedan muy dolidos, pero tranquilos porque saben que alla va a esatr en paz
    Saludos. Mauricio

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