La uva y el vino (Eduardo Galeano)
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela.
Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

lunes, 9 de agosto de 2010

Proyecto Narrativo

-Papá, papá
-¿Qué?
-Alguien llame a un médico
-¿Para qué?
-¿Qué pasó? (portugués)
-Nada señora, siga caminando (portugués)
-¡Rubén, reaccioná!
-¿Que reaccione de qué? ¿Qué te pasa Cármen? Pará de llorar, querés.
-Permiso por favor. Yo soy médico. ¿Hace cuánto está así? No tiene pulso, que apuren la ambulancia (portugués)
-¿Cómo que no tengo pulso? Señor, si yo no tuviera pulso no estaría hablando. No, no, aléjese de mis ojos, ¡no me los cierre!

Tardaron en cerrarme los ojos. Me acuerdo del aeropuerto, de mi querida Cármen, de algunos médicos llevándome en una camilla. La ambulancia, algunos gritos y por último “hora de muerte 15:24” (en portugués). Es por todo ésto que yo supongo que estoy muerto. Creo que de hecho, no hay muchas opciones teniendo en cuenta lo que ya describí. A menos que todo sea un sueño y en un rato me despierte en la habitación del hotel, me asome por la ventana y vea el hermoso mar… Mmm, el tiempo pasa, y sigo igual. Creo que descarto la idea del sueño. Quizás me desmayé y ésto es lo que pienso mientras tanto, aunque de todas las otras veces que me desmayé en mi vida, no me acuerdo de nada. O quizás finalmente esté muerto y bueno, todavía no enterrado, pero cerca de estarlo.

No vi ningún túnel, ni una luz blanca, ni mucho menos a un tipo de barba en una puerta de reja… No veo nada, creo que porque tengo los ojos cerrados y nadie me los abre. Me limito a escuchar, a sentir, a oler (espero que no por mucho, porque no creo que quiera estar acá cuando me empiece a descomponer)

Escucho voces en portugués, asumo que sigo en Brasil. Los médicos hablan entre ellos. Parece que no soy un tema fácil. Mi familia me quiere ya en Argentina, pero la burocracia tiene que hacer lo suyo. Esto de tener que llevarme de vuelta, va a estar complicado. Van a venir de la Embajada para hacer el papelerío correspondiente, pero si es tan riguroso el control que les hacen a las valijas, no quiero ser yo cuando tenga que pasar por la PSA.

Me siento más manoseado que en la línea C a las ocho de la mañana. Menos mal que no veo qué es lo que hacen, porque con sentir me alcanza. Ahora que lo pienso, que bueno no volver al subte. Ni a los amontonamientos los días de calor ¡Ni a lo de mi suegra! No más escuchar a mi jefe, a mi esposa enojada, al gobierno. Estos me tienen podrido, a ver si aflojamos con las manitos que todavía estoy acá. (en portugués)
Claramente, no lo dudo más. En algunos momentos tuve una pequeña “esperanza” de que realmente no estuviera muerto. Más que nada porque no me pasó nada de lo que dicen en las películas y esas cosas. Pero bueno, lo asumo ya y dejo de fantasear: Me morí. Yo nunca me creí un santo ni estuve cerca de serlo, pero Dios, podrías haberme recibido… ¿o tenés el cupo lleno? Mirá que con un lugar chiquito me conformo, un pedazo cualquiera de nube me viene bien… Uh si pudiera verte, y después volver a la vida y vender tu imagen me haría rico. Basta Rubén, por pensamientos como ése no estás en el Cielo ahora. Bueno, por éso y por no ir casi a Misa, por haber embromado a dos o tres personas, por haber estado al borde de la infidelidad unas cuantas veces, por egoísta, manipulador, tacaño… Tenés razón Dios, yo tampoco me recibiría.

Palo y a la bolsa dicen. Esto es bolsa y a la heladera.

Creo que ya es otro día, porque pasaron muchas (supongo que horas) en silencio, y de repente las personas se dicen “bom dia”. Hablan de la esposa del gringo, así que supongo que la esposa es Cármen y el gringo soy yo. Dicen que ella se queja, que se quiere ir y que quiere que yo me vaya también. Ellos se ríen, no depende de ellos. Depende del papeleo.

Otra vez silencio. Solo me escucho a mí hablando sin parar. De a ratos entra gente, pero la mayoría del tiempo, hay silencio. Definitivamente las morgues (si donde estoy es una morgue) son lugares tranquilos.

El silencio se quebró. Escucho llantos ¿por qué habrían de llorar los médicos?

-Eu não sou um médico.
- Quem é você?
-Me llamo Carlos y estoy esperando que me vengan a buscar. (en portugués)
-¿Qué te busquen de dónde? (en portugués)
-De acá, de la morgue. (en portugués)
-¿Vos estás muerto también? (en portugués)
-Sí. Desde hace un rato. Me suicidé. (en portugués)
-¿En serio? ¿Y por qué? (en portugués)
-Porque sí. No quería seguir más allá. No la estaba pasando bien. (en portugués)
-¿Y por qué llorás? (en portugués)
- Porque me di cuenta que voy a extrañar a mi nieta. Su risa, verla dormir, llevarla a la plaza… Me pregunto si la volveré a ver. (en portugués)

No quise seguir hablando. Preferí dejarlo reflexionando tranquilo. Mientras tanto, yo pensé en mi nieto. Me dí cuenta que yo también iba a extrañarlo y descubrí que el tiempo que creí que había pasado con el, no fue suficiente. Cuando venía a casa, a veces me quedaba durmiendo, o trabajando y apenas lo saludaba. Me perdí algunos actos del jardín también. Me gustaría abrazarlo por lo menos una vez más.

Silencio otra vez. Me imagino que hará frio, en las morgues siempre hace frio, si nos tienen como freezados. ¿Desaparecerá también mi capacidad de sentir otras cosas? ¿Dejare algún día de amar, o de tener miedo? Si ahora escuchara un cd de los Beatles, ¿me haría sentir algo, una mínima emoción? Rubén, dejáte de decir pavadas. Vos no sos ningún sentimental como para andar pensando en estas cosas.

-Gringo, me vinieron a buscar. Quizás algún día nos volvamos a cruzar. (en portugués)
-Nunca se sabe Carlos, nunca se sabe. (en portugués)

No sé si volveré a cruzarme a Carlos o no, o de hacerlo donde será, pero bueno, si acá pudimos hablarnos, quizás en otros lugares también.

El silencio se quebró. Escucho a Cármen, a médicos y ruido a metal. Alguien abre este lugar donde estoy.

-Rubén, yo me voy para Argentina. Mi vuelo sale esta noche. A vos no te queda mucho más tiempo acá, ya vas a estar en casa. Te lo prometo.

Sentí en mi frente un beso, o creo que eso fue un beso, o vaya uno a saber qué. Escucharla a Cármen me hizo pensar en cómo le fallé. Mi ley de que las infidelidades en el noviazgo no cuentan, sólo en el matrimonio, casi me deja sin esposa. Pero bueno, un galán como yo difícilmente es hombre de una sola mujer.

El día de nuestro casamiento ella parecía una ángel, vestida de blanco, con una sonrisa pura y alegre. Yo por otro lado con traje negro, era la oveja mala del rebaño. ¿Será por eso que ellas están de blanco y nosotros de negro? ¿Por lo puro de su alma y lo oscuro de la nuestra?

Realmente nuestra vida de casados fue muy buena, no me puedo quejar. Ella siempre tan atenta, con la comida lista, la ropa planchada, las caricias a tiempo, las sonrisas adecuadas, ella siempre tan mía. Y yo, del pueblo. Es verdad, alguna que otra vez, algún besito he dado, bah, besito, besote, beso… de todos los tamaños y colores. Pero cuando llegaba a casa y la veía, sabía que era a ella a quien quería, pero no sé por qué no podía dejar de ansiar a otras mujeres. Fui un mal abuelo, un mal esposo, estoy empezando a dudar si algo de lo que hice estuvo bien.

Entre tanto silencio y pensar y repensar en lo que hice y deje de hacer, me di cuenta que ya no duermo. Parece que cuando uno muere ya no necesita dormir más. ¿Para qué dicen “descanse en paz” si no descanso? No hago otra cosa que pensar y pensar y más pensar en vaya uno a saber cuantas cosas. No se descansa así, uno no está tranquilo, no está en paz, está atormentándose por todo. Lo único gratificante, es el silencio.

Nunca soporté la capital, realmente. El poco tiempo que viví allá fue una tortura, el ruido, la gente, los autos, protestas, TODO me molestaba. Pero ahora, el silencio me hace acordar al de casa. Al de los domingos a la tarde, o alguna que otra noche de verano, pero más aún las solitarias noches de invierno. La calle vacía, la niebla cubriendo todo, de vez en cuando algún ruido, pero nada más que eso. Eso es lo que voy a aprovechar de estar muerto, el silencio, aunque debe haber otras cosas también. No tener que festejar más Navidad, porque realmente me cae mal. Muchos compromisos, que hay que ir a tal lugar, llevar tal cosa, llamar a todos los que no llamás durante el año y encima de todo ir a Misa. La tecnología, que todos los días avanza y yo estoy atascado. La inseguridad, no poder salir tranquilo a la calle, sino que mirando a todos lados. Los shoppings, los compre ya. Los vendedores de música en el tren, como me irritan. Realmente insoportables. Cómo olvidarme del trabajo, que bueno no madrugar más (aunque ahora no pueda dormir tampoco) no escuchar quejas estúpidas ni tener que rebajarme ante estúpidos. Eso sí que trae paz.

Ya no se cuánto tiempo hace que estoy acá, creo que algunos días ya pasaron desde la vez que Cármen me dijo que se iba ¿Qué tan difícil es llevar un muerto desde Florianópolis hasta Buenos Aires? Llevan vivos todos los días, llevan perros, valijas, muebles, autos, droga y mil cosas más. Pero parece que los muertos somos mas difíciles. Ni siquiera sé por qué, no nos quejamos como los vivos, no llamamos a la azafata cada dos por tres, no nos molesta dónde nos pongan, porque aunque nos moleste no hay nada que podamos decir. Ahora que me doy cuenta, todavía puedo sentir, siento enojo, siento odio quizás, siento ganas de estar en casa. Tanto Tango 01 para el presidente y si un simple ciudadano se muere acá nomás, ni siquiera en otro continente está varado por días.

Los médicos apenas hablan de mí, se preguntan lo mismo que yo ¿Cuándo se va el gringo?

Hoy, sin saber cómo ni por qué, alguien vino y abrió mi puerta. Me sacaron me manosearon un poco y supe que iba a pasar. Iban a guardarme en un cajón para llevarme. Pensé en éste momento también. Llegar a casa significa llegar en un cajón de madera. Significa que voy a tener un velorio, un entierro y que ahí me voy a quedar. No puedo hacer nada al respecto, apenas pienso.

Me sacaron la bolsa en la que estaba metido. Siento algo raro en la piel, ni fría ni caliente, la siento… ¿la siento? Momento de confusión. No sé qué me espera, si sé en realidad, no se cómo lo voy a tomar. De la única manera que tengo en realidad, en silencio.

Me levantaron, hicieron falta varias personas. La verdad que un cuerpo de 80 kilogramos de peso muerto (realmente muerto) y totalmente tieso, es difícil de mover. Me llevaron en camilla hasta una ambulancia. El viaje de vuelta empezó.
Cuando se detuvo me pareció raro no escuchar el ruido de los aviones despegando, supongo que en avión me llevarán.

Camilla otra vez. Dudo de saber a dónde me están llevando.

-¿Qué le hacemos? (en portugués)
-Lo mínimo, lo mandamos hoy a Buenos Aires. (en portugués)
-¿Maquillaje? (en portugués)
-No no, con la ropa y que lo retoquen un poco está bien. (en portugués)
Ya se dónde estoy: En una funeraria. Tonto Rubén ¿creíste que ibas a viajar desnudo? ¿Y de dónde pretendías que sacaran el cajón?
Manoseos otra vez. Espero por lo menos hagan que me vea bien. Un tipo pintón como yo no puede estar el día de su velorio hecho un desastre.
-Ya terminamos, lo guardamos en el cajón y listo. (en portugués)

Esa frase me recuerda a mi mamá: “Guardá tus juguetes en el cajón” “Guardá tu ropa en el cajón” “Sacá dinero del cajón” Toda una vida poniendo y sacando cosas de cajones y ahora soy yo al que van a guardar y vaya uno a saber por cuánto tiempo.

Otra vez me levantan. Otra vez me guardan. Incluso me ponen tapa. Ya no escucho nada de nada. Este es el silencio real. Ya no sé que va a pasar conmigo, no me voy a enterar de nada. ¿Volveré a escuchar una voz alguna vez?

Me mueven, me muevo, siento que me tambaleo. Quizás sienta el despegar del avión en el estómago. O quizás solo se siente cuando el estómago funciona.

El silencio grita en estas paredes de madera. Ya no quiero escucharme, un rato esta bien, reflexiono mientras tanto, pero ya llevo días así y no sé cuánto tiempo más quiera pensar. Si me morí, por qué no me muero de una vez. Que mi cerebro deje de funcionar, no sé cuánto tiempo más aguante…

Quiero llorar, si viviera mis lágrimas estarían cayendo. ¿Qué hacer cuando no hay nada para hacer? Todo muy lindo con no ir a trabajar ni a lo de la mamá de Cármen otra vez, pero ya no puedo más. Y aunque no pueda, no sirve de nada, si total, es todo lo mismo. Monotonía del más allá.

Me vuelven a mover. Sigo sin saber en dónde estoy. Nunca me dí cuenta si subí o no al avión, así que quizás siga en Brasil. Están abriendo la tapa o al menos eso creo escuhar, ¿qué pasa?

-Uh, éste señor lleva días muerto
Estoy en Argentina, llegué de una vez por todas.
-¿La familia querrá cajón abierto o cerrado? Para que sea abierto el velorio tiene que ser ya. ¿Sabés si ya tienen lugar para el entierro?
-La viuda está por llegar y nos dice que decidió la familia.
¡Cármen, viene Cármen! Quiero verla, si tan solo pudiera… Con escucharla me conformo igual. Ya me acostumbré a escuchar.
-Recién hablé con la señora Juárez, dijo que ya tienen dónde enterrarlo y que el velorio va a ser de medio día nada más.
-Bueno, empecemos entonces.

Otra vez el manoseo. Por un segundo me abrieron los ojos, no pude ver, pero sentí luz. Hacía tanto que no la sentía, cuando morís la oscuridad es abrumadora. Como el silencio.

Ya estoy vestido, con bolsas de café alrededor, flores en las manos y maquillado. O al menos eso supongo, creo que es el combo mínimo de las funerarias. Me sacan de donde estoy acostado, supongo que para guardarme en el cajón definitivo.

Me mueven, no lo siento mucho, pero lo sé. Lo que no sé es cómo explicar las cosas, realmente si son por sextos sentidos o qué, pero sé las cosas sin verlas, sin sentirlas y a veces sin escucharlas. No lo dudo, estoy ya en la sala de velatorios.

-Rubén, por fin te vuelvo a ver. Estás tan lindo, si te levantaras, me casaría de vuelta con vos.
-Cármen, acá estoy. Te extrañé. Quiero abrazarte, verte, poder tocarte.
-Yo se que no estás acá, o que estás en otro lugar mejor. Pero quiero que sepas que te amo mucho, y que te voy a extrañar muchísimo.
-Yo también Cármen, disculpáme por todo lo que te hice, de verdad, ojala hubiera sido mejor marido.
-Yo sé que vos para mi fuiste un gran marido, padre y abuelo. Siempre estuviste cuando te necesitamos y trabajaste para darnos lo mejor. No lo olvides nunca eso.
-Ojala pudiera verte, sólo una vez
-Ya nos volveremos a encontrar Rubén, algún día, en algún lugar.

Ahora hay mucho ruido. Acostumbrado al silencio, el ruido me duele. Las voces se mezclan, no reconozco ninguna. Quizás cuando se acerquen sí lo haga.

-Papá ¿Qué hiciste? Sólo a vos se te ocurre morirte en Brasil. Ya tan cerca de tomar el avión. Que tipo jodido eh, vos no vas con vueltas fáciles. Te voy a extrañar papá, no quería que te fueras tanto tiempo antes. Fuiste muy bueno conmigo, me ayudaste muchísimo y parte de la mujer que soy, es por vos. Todavía no sé si lo voy a traer a Lucas, es chiquito el. Pero no sabés cómo te extraña también. Te quiere muchísimo. Cuidate mucho papá. Y cuidanos a nosotros desde arriba.


Mi chiquita, que linda. Ya está hecha una mujer. No puedo creer que ya no la vea más. Aunque quizás, si Dios se apiada de este pobre viejo, me deje ir para arriba y pueda cuidarla, como me pide.

Algunos se acercan y puedo reconocerlos, está Don Juan el vecino de la vuelta, Sebastián mi amigo de la vida, desde la primaria juntos. Escucho que mi jefe me mandó una corona. Esa voz, me suena… ¡El hijo de puta de Pedro vino también! ¿Después de haberme estafado tiene la cara venir acá? Si pudiera, me reventaría a molerlo a golpes. Vino Susana, ésa sí que me gustaba. Si habré estado a punto de engañar a Cármen con ella. Esa morocha era mi debilidad.

¿Qué van a hacer qué? ¿A rezar un decenario? ¿Por mi alma? Si estoy condenado a éste cajón, a hablarme sin parar durante toda la eternidad. Dios me jodió a mi, no le caigo bien y me encerró acá.

Ya me cansé, no sé si los muertos se cansan pero me cansé. No quiero rezos, no quiero saludos, no quiero el pésame de nadie, me quiero ir, me quiero ir a cualquier lugar, pero me quiero ir. No aguanto más. Por favor, ya no quiero estar acá…

La dinámica está cambiando, se está haciendo silencio, algo importante va a pasar. La gente murmura que nos vamos ¿será verdad? ¿Ya llegó el momento del entierro? Yo no sé nada, no tengo reloj, no entiendo los tiempos, creo que me morí hace meses, que llegué a la Argentina hace semanas y que mi velorio duró días. Pero debo ser yo, que exagero.

Otra vez no escucho nada. Deben haber cerrado el cajón. Ni siquiera sé dónde voy a estar enterrado, si es un lindo día o qué. Me mueven, pero no sé si estoy en un auto o si estoy bajando al pozo que será mi hogar de acá en adelante.

Ni siquiera pude escuchar a Lucas, quiero volver arriba, quiero verlo. Por favor, la desesperación me está matando, no quiero estar más acá, no puedo más, no sé a quién rezarle, no se a quién pedirle ¿acaso nadie se apiada de las almas? Por favor, si hay alguien ahí arriba, ahí abajo, quién sea, que me lleve, no puedo soportarme una eternidad hablándome a oscuras, sintiendo quizás a los gusanos entrar. No puedo, no quiero, por favor sáquenme sáquenme.

Buda, Dios, Cristo, María, Satán… ¿alguno me escucha?

2 comentarios:

  1. Acá está.

    Emilia, voy a utlizar tus serviciosofrecidos con las traducciones de portugués, porque mi hermana y el novio me iban a ayudar, pero la historia de Arthur familiar es complicada y no quiero que lea ésto mejor.

    Como siempre, se aceptan críticas de todos los colores.

    Perdón por publicar justa de tiempo.

    Saludos!

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  2. Hola Ana!

    Como te comenté en clase, no tengo problema con las traducciones. En estos días lo vemos.

    Veo que trabajaste un montón! La propuesta de la historia es muy original y me gusta. Sin embargo, hay algo que me hace ruido. Creo que el problema es que el personaje de Rubén no termina de cerrar, no es totalmente creíble. Imagino que porque está demasiado tranquilo, porque acepta la muerte y esa situación tan rara en que se encuentra con demasiada naturalidad. O porque se arrepiente de sus errores, sus infidelidades demasiado rápido.
    Quizás tendrías que introducir más complejidad en el personaje. Seguir jugando con lo humorístico, pero mostrar un Rubén al que le cuesta aceptar su muerte, que quiere volver a vivir, o ir al cielo u otra cosa y se enoja de verdad, se frustra. O que no se arrepiente. No sé, algo que facilite la identificación con el personaje, que lo vuelva más verosimil. Quizás para eso tendrías que esclarecer en tu mente cómo es el Rubén que construìs, cuáles sons sus defectos y virtudes, cuál es su historia y hacer que se comporte en consonancia con todo eso.

    Espero que te ayude, saludos!

    Emilia

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